22 de octubre de 2014

22 de octubre de 2014 - Sin comentarios

A ciegas con el vino



Hoy, a pesar del título, toca ponerse serio. Los que seguís esta bitácora propia, que recoge la historia de una República en estado infantil (lo digo porque apenas si lleva a los cinco años), podéis pensar que cada jueves es una excusa para pegarse una fiesta. Bueno, en cierta forma es verdad, para que vamos a engañarnos. No obstante, Brácana tiene muchas más virtudes, al margen de la parranda. Una de ellas, quizás la principal, es su amor incondicional por el vino fino. Fruto de esta pasión, este año ha sido la segunda edición de la Cata Ciega de Brácana. Reconozco que el nombre se presta a los chascarrillos más variados aunque, tras las coñas marineras, la razón de fondo de esta iniciativa tiene su peso. Como muestra un botón. Este año la Cata ha tenido un invitado de excepción, el Fernando Giménez, máximo responsable de Bodegas Alvear, que por el número de veces que ha pisado la sede, ya es considerado por muchos como el duodécimo bracanero. El encargado de organizar la Cata, por segundo año consecutivo, ha sido  el Abertxale de ca Bellío. Si hace ahora un año los vinos elegidos fueron de bodegas y lagares, la de este año ha estado dedicada al vino que elaboran en Montilla particulares anónimos. Para muchos son desconocidos aunque, para Brácana, es un aliciente más para adentrarse en un mundo se olores, sabores y sensaciones, esta vez con una firma de autor, aunque en esta ocasión omita dar nombres propios.


Sé templado en el beber. considerando que el vino demasiado, ni guarda secreto, ni cumple palabra (Miguel de Cervantes) 


El primero de los vinos catados fue Fino Jubilao. Con él las copas fueron llenándose de manera paulatina. Cata visual, olfativa, sabores..... el vino templa el espíritu y suelta la lengua. Cada cual aportó su opinión, aprovechando la primera tapa de la noche preparada por el ministro de alimentación, un queso manchego Roncero Viejo para ir haciendo boca. Algunos bracaneros destacaron los aspectos positivos del vino, otros los menos agradables, así hasta dar con las muestras y pasar al siguiente.



El vino hace la vida más fácil y llevadera, con menos tensiones y más tolerancia (Benjamin Franklin)


El segundo de los vinos de la noche fue Fino Cordobita.Al igual que el anterior, la ronda de llenado de catavinos sirvió de preámbulo al análisis. Catalogación ocular, búsqueda de olores en nariz, fase gustativa.... El vino estuvo acompañado esta vez por un revuelto de espárragos amargueros, recogidos por el Maestro. Hubo alabanzas a tan exquisito manjar pero, todo sea dicho, también algún que otro
 improperio. No obstante, el plato cumplió su cometido, dando tiempo a apurar las botellas previstas.



El vino consuela a los tristes, rejuvenece a los viejos, inspira a los jóvenes, alivia a los deprimidos del peso de sus preocupaciones (Lord Byron) 


El tercero y último de los vinos fue Fino Patriota. Con un esfuerzo importante, para olvidar los vinos anteriores, todos se esforzaron en encontrar sus potencialidades y sus carenciasm al ojo, en cariz y en la boca. La comida que acompaño al vino fue de tronío. Una rueda de saucisse de Toulouse, traída directamente desde tierras galas que, a falta de barbacoa, tuvo que ser cocinada en la sartén. Evidentemente la longaniza sucumbió al empuje bracanero, de igual manera que el vino.

Llegó el momento decisivo, con el Fernando Giménez como espectador con voz pero sin voto, tras conocer la opinión de los catadores para cada uno de los vinos. Cinco de ellos, se decantaron por el Fino Jubilao, otros cinco por el Fino Patriota, mientras que el Fino Cordobita sólo obtuvo un voto. El Abertxale apuntó que el verano había hecho estragos en algunas de estas soleras y que el vino había perdido matices desde su elección hasta la cata. No obstante, en descargo de las tres muestras hay que decir que nunca más se supo de ellas, porque todas cayeron, síntoma evidente de que estaban pa bebérselos.



Faltaba el fin de fiesta a una jornada relativamente seria. Aprovechando la festividad de San Miguel, plantaron sobre la meda una torta de azúcar, recubierta de chocolate y rellena de crema, para celebrar esta onomástica. Tras ella llegaron los digestivos de rigor, poniendo fin a la II Cata Ciega de Brácana. El vino sigue siendo el motor de la República.

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