8 de noviembre de 2021

8 de noviembre de 2021 - Sin comentarios

Todo tiene un final


Parecía que no iba a llegar nunca, pero todo lo que empieza tiene un final. Bueno, no siempre, porque si hablamos de la República Independiente, Anárquica y Laica de Brácana, esto sigue adelante. Sólo con pensarlo se me erizan las plumas de la nuca. Cuando el pasado jueves vi las puertas de la sede abierta y al personal entrando como almas poseídas por el mismísimo Bercebú, entendí que el pueblo bracanero pone punto y final a su largo peregrinaje. Tugurios, bares, restaurantes y chisnacles varios, donde por cierto no desentonan en absoluto, han sido el medio nuestro de cada jueves desde que se echó la llave al local en marzo del año 2020. Desde entonces, como no tengo móvil, no había tenido noticias del personal, más allá de verlos alguna vez por las inmediaciones de los Montes Bracaneros, camino de los antros anteriormente citados. Porque una cosa es que haya pandemia y otra bien diferente es no regar la plaza cada siete días. Bueno, en realidad han sido bastante comedidos, cumpliendo las normas y haciendo de tripas corazón cada vez que pasaban por las puertas de la Tierra Santa. Como digo, sin noticias periódicas de mis colegas, decidí apostarme en los árboles de los Montes Bracaneros, alerta por si hubiera novedades. Me escamé hace un par de semanas cuando comencé a ver movimientos raros los fines de semana, metiendo en la sede cemento, pintura, azulejos, cables y elementos varios, que en Brácana siempre estuvieron prohibidos por aquello del dolor de espalda que generan como daño colateral. No le di mayor importancia, pensando que estaban utilizando el local como almacén puntual. Pero no, esta gente no dan una puntada sin hilo y lo que estaban preparando es la rentrée. Dicho de manera más clara, dándole a aquello un jaleito para cuando el bichito -léase la COVID 19- diera un respiro. Y coño, parece que por fin lo ha dado, con una tasa de incidencia cero en la vecina localidad de Montilla en este inicio de noviembre. Dicho esto ya puedo decir que Brácana vuelve a estar activa. Así lo pude constatar, porque una vez que vi la puerta abierta me colé como uno más, camino a la máquina del aire donde habitualmente pasaba las noches de los jueves.


Joder y tanto que le han dado a aquello un julepe de aúpa. Para empezar me resbalé al posarme en la máquina de lo limpia que está. Además, han cambiado la iluminación y aquello parece ahora una feria. No contentos con eso, han colocado un frontal de azulejos tela de cuquis y una lámpara sobre el plano de trabajo de la cocina. Joder, mejor que Lavergy, donde los guiris suspiran por las recetas bracaneras. Como podéis imaginar el vino no faltó en este reencuentro en el que hubo pleno bracanero ¡Como para no haberlo después de 19 meses de ausencia! Donde no se estiraron mucho fue en la comida. "De supervivencia", alegó el Ministro de Alimentación, con salchichoncito, tortillas de patatas y un invento precocinado de codillo que gustó al personal.


Entre un plato y otro, hubo tiempo para llevar a cabo el primer Consejo de Ministros postpandemia, para ir encauzando la cosa de cara al futuro. Varias cosas me quedaron claras. La primera que hasta que acabe el año no se prevé la llegada de nuevos embajadores (hay que ser prudentes y no tirar por tierra todo el trabajo anterior). Otra es que la población femenina bracanera va a tener mayores atenciones en esta nueva época que nos ha tocado vivir. Se ve que de tanto estar en casa se les ha aflojado un poquito el corazón y ahora las echan de menos. No le doy mayor importancia porque el personal es de memoria floja y a poco que coja ritmo igual pasa página y, donde dije digo, digo... La tercera cosa importante es que la apertura oficial de la sede será el próximo viernes con un fiestón del quince, al menos en el apartado enológico y gastronómico. Vamos, para ponerse como a nadie le importa y olvidar los malos rollos.


 Y así, entre charlas, planificación, vino y jatería, se cerró la primera noche bracanera desde la irrupción del puto virus de los cojones. Me voy mucho más tranquilo al pensar que esto vuelve a la normalidad porque me he aburrido de lo lindo los jueves y parece que esta situación toca a su fin. Por cierto, que no lo había dicho. La COVID-19 ha tenido, de momento, una incidencia mínima en Brácana. Apenas un 8'33 por ciento de la población ha sido infectado en estos últimos 19 meses, justificando esos estudios incipientes que afirman que el vino de Montilla mantiene a raya los virus y elevado el espíritu. Llevado a los parámetros que manejan la autoridades sanitarias, la tasa de incidencia por cada 100.000 habitantes es CERO en los últimos 14 días, así que ancha es Castilla y nos vemos el viernes ¡Que el Cóndor Bendito de los Andes nos coja confesaos!


Pdt. HAN VUELTO y yo también, así que al loro, que cada semana viene refrescón de blog, de vino y de comida de la güena, que el Ministro de Alimentación ya se ha puesto las pilas. 

31 de enero de 2021

31 de enero de 2021 - Sin comentarios

Epílogo a un año para olvidar

 Decididamente el año 2020 ha sido para olvidar. Es la razón por la que en los últimos meses me he dejado llevar y apenas su he contando nada de las andanzas bracaneras en tiempos de pandemia. El Coronavirus ha hecho estragos, sobre todo por las víctimas mortales que está dejando, pero también por las consecuencias económicas y sociales que aún están por cuantificar. Modestamente, la República de Brácana ha sido una damnificadas más por el jodido virus. Mis colegas llevan sin pisar Tierra Santa desde febrero y eso son ya muchos meses. Tras el verano se han ido buscando la vida como han podido, buscando chisnacles y tabernáculos varios donde tomarse una buena copa de vino aderezada con una buena Tertulia.





Las imágenes anteriores son el mejor ejemplo de la supervivencia. Renovarse o morir, ¡qué remedio! Posiblemente uno de los momentos más emotivos para mis compinches en todo este tiempo, fue la vuelta a la sede a finales de septiembre para darle un jaleito de limpieza, con la esperanza de poder volver en breve. Pero se acabó el 2020 y todo sigue tal y como lo dejaron, bajo la supervisión de el Silencioso. De vez en cuando el buen hombre se para por la sede para ver que no haya ningún desperfecto grave. Yo que sigo albergando la esperanza de verlos cruzar la puerta cualquier jueves de estos, lo veo cruzar los Montes Bracaneros y se me cae al alma al suelo.


A pesar de esta imagen desoladora, el 2020 se ha cerrado para Brácana al menos, con una salida vinatera hasta Cañada Navarro. Allí llevan meses trabajando en un nuevo proyecto denominado Los insensatos de la Antehojuela. Bajo este peculiar nombre, los hermanos Jiménez y los hermanos Adamuz, habituales de Brácana, y algunas personas más han apostado por darle un giro al tradicional vino de tinaja, innovando tanto en la forma de hace la vendimia, como en la manera de fermentar el mosto para obtener el vino.



De entrada han seleccionado la uva de cinco pagos diferentes buscando el momento óptimo de recolección, sin mirar el nivel de azúcar de la uva. El resultado ha sido cinco vinos totalmente distintos, que aportan matices diferentes a pesar de haber sido obtenidos en parcelas muy cercanas entre sí. El Pretil, Los Llanos, El Lechinal, Los Injertos y Los Turistas han sido los nombres asignados a estos cinco vinos. Evidentemente toda innovación enológica es bendecida por el pueblo bracanero, que se fue a principios de diciembre hasta Cañada Navarro para realizar la pertinente cata.


El Manuel Jiménez ejerció de cicerone, el Juan Adamuz de ayudante y los bracaneros... se bebieron el vino. Lo que viene a ser algo clásico. Para recuperar viejas costumbres, el Ministro de Alimentación se marcó un buen potaje a modo de homenaje gastronómico a las costumbres de la República.


Desde luego, ver para creer, porque hasta a mí se me hizo raro. Hace tanto tiempo que no me junto con ellos en la sede que hasta se me quiebra al alma al contarlo. Esperemos que el 2021 entre con buen pie, aunque me da que después de las fiesta navideñas, en la que no habrá Fin de Año Bracanero, va a complicar la cosa todavía más. Al menos, el final de año viene marcado por las primeras vacunas. Ojalá que sea la solución a la pandemia y que también sirvan para que Brácana vuelve a abrir sus puertas los jueves, recibiendo a mis compinches y también a los embajadores que esperan ansiosos la vuelta a la actividad de la República.