19 de febrero de 2012 -
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Dos pájaros de un tiro.
Menudos dos pajarracos se dejaron caer en Brácana el jueves
pasado. Y digo bien cuando los llamo pajarracos, ya que tras las muchas voladas
que llevan acumuladas no merecen recibir otro calificativo. “El manolo bellio”
y “el rafa aguilar” cumplieron a la perfección y de forma inconsciente con su
cometido de embajadores al ilustrar, con vivencias pasadas y presentes la tertulia ciento cinco
de la república. Y como muestra un botón, el primero se gana la vida contando
películas a sus semejantes y no es que sea un peliculero, y el segundo lo hizo
durante un largo periodo de la suya poniendo el ojo a todo lo que veía y luego
plasmándolo en papel y ahora intenta ir por delante de sus alumnos de forma
humilde. Cine y fotografía, fotogramas y acido acético y todo ello bañado con
el vino como nexo de unión. Con este panorama ambos pajarracos no pudieron caer
en mejor sitio que en la sede de la república.
La verdad es que la collera llegó casi de soslayo y casi una
hora tarde, a esas alturas los bracaneros ya había debatido en pequeño comité
de la excursión a Brácana City y de paso habían tratado algún temilla más, eso
sí mientras lo hacían degustaron el primer vino de la noche, el Fino Perejil
acompañado de un plato de jamón.
Como digo a eso de las diez de la noche y con los
embajadores cogiendo el ritmo a la séptima asamblea del año, dieron paso al
consejo de ministros de forma oficial. Se aprobó con debate incluido y de forma
intensa la hora de salida y vuelta a Brácana City. El “paticorto de las ondas”
informó de la evolución del Primer Tomo de la Enciclopedia de Brácana, y para
terminar trataron los preparativos de la visita a Chushburg de cara al próximo
jueves.
Y tras la sesión ordinaria, dieron paso a los flamenquines
de “la lusi”, con ellos finiquitaron el Fino Perejil y comenzaron con el
segundo fino de la noche. El Fino El Despiste, que ya es todo un clásico en las tertulias y al
amparo de su aroma, color y sabor comenzó una charlita llena de anécdotas, en
la que uno de los pajarracos “el rafa Aguilar” retrocedió unos años en el
tiempo para volver a cobrar vida en sus años de servicio militar, exiliado en
Ceuta, donde coincidió con otro pajarraco de plumaje rojo como Imanol Arias.
También salió a relucir el cura Andrés (pajarraco de plumaje rojo,
también). El otro pajarraco de la
collera atendía a su colega pausadamente, recreándose en lo que oía y de vez en
cuando ganaba protagonismo contando algunas “volás” de las suyas que hacía
girar la atención de personal.
Y como los flamenquines tardaron poco en caer, el Ministro
de Alimentación y su pinche “el maestro” tuvieron a bien darle otra “vuelta de
sofato” al jamón, que en esta ocasión fue presentado con aceite de oliva y pan.
La noche seguía a buen ritmo y solo la ausencia de “el pantera
de la itv” tieso como una tabla por un leñazo que le pegó la espalda unos días
antes, hacía que la asamblea anduviese un poco huérfana.
Los dos pajarracos muy activos a lo largo de la asamblea, no
pararon de pegar voladas por los alrededores de la sede, entrando y saliendo en
repetidas ocasiones. Por dicho motivo hubo que retrasar unos minutos el
protocolo del juramento bracanero, que resultó novedoso en su texto, ya que mi
amo acompañado como maestro de ceremonias de “el abertxale de ca bellio”, leyeron
un nuevo texto en el que los embajadores tuvieron la ocasión de conocer de
primera mano la composición de los ministerios y consejerías de la república,
para que no les faltara detalle del “embolao” donde estaban metidos.
Juraron como verdaderos emisarios, adornaron sus juramentos
con alegorías a los anfitriones y a la república, se pegaron el “latiasso” de
rigor y dieron paso a un pulpito que aliviaba tanta parafernalia y demencia
como la que allí se vivía.
Minutos después mi amo recuperó el apartado de
reminiscencias, en el cual no tuvo otra que narrar el panfleto colocado en el
blogs allá por el mes de agosto del segundo año republicano, en el que narraba
un día en el limbo. A mi se me saltaron las lagrimitas y enloquecí de alegría
cuando mi amo mostró al personal una camiseta en la que mi imagen relucia en un
rosa chicle sobre fondo negro.
La noche iba avanzando y aún quedaba el plato estrella de la
misma. Costillas al ajillo con Fino El Exiliao. Como no podía ser de otra
manera antes de meterle mano a las costillas, hicieron sonar la melodía de
tenedores en la formica de la mesa, luego llegaron los brindis y saludos y para
finalizar y ya por fin, atacaron de forma ociosa la perola de las costillas.
Llegado a este punto siempre me hago la misma pregunta. ¿Pero pueden tener aún
hambre, o simplemente es gula?. La respuesta es lo de menos, y más cuando
semana tras semana la perola acaba barrida con sopas de pan tipo barco
Concordia.
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