17 de diciembre de 2019

17 de diciembre de 2019 - Sin comentarios

Adiós vacaciones: nuevo curso bracanero

¿Se os ha hecho muy largo el verano? Porque, la verdad, a mí cortísimo. Ya os contaba la última vez que me iba con mi colega a Mustafá a Issaguen, en Marruecos. Así que os podéis imaginar el verano que hemos dado... Mañanitas de paseo por la montaña, té a media tarde y cáñamo del bueno todo el día. De hecho me traído unas bolsitas para tener hasta la próxima vez que vaya. No sé lo que tienen las semillas esas de Ketama que te dan un puntito mu salao.
Aunque no he estado de cuerpo presente, mi mente sí que ha estado en Brácana durante todo el verano, pendiente vía correo electrónico de las andanzas de mis compinches. Me los mandaba un gorrión amigo, que no ha tenido que fijó su residencia años atrás en los Montes Bracaneros y, desde entonces, hemos hecho una buena amistad. En dicha correspondencia he podido comprobar que este año las vacaciones no han hecho tanto estrago como en años anteriores, con una asistencia más que aceptable cada jueves. No sé si será la economía o que se están haciendo mayores... o lo mismo es que ya están alienados por el orden bracanero.


Sea como sea, ya sabéis que durante el verano no hay invitados, salvo que haya alguna excepción, algo habitual en la República. Esta vez sólo ha habido una, al menos de la que yo haya tenido constancia, y es la visita del hermano de la Reina Madre, el Carlos Rubio, que repitió visita institucional a final de agosto.


Yo volví de mis vacaciones a principios de septiembre, casi con el tiempo justo de incorporarme a la apertura del curso bracanero, el primer jueves del mes. No hubo invitados, como fija la Constitución Bracanera, pero la tertulia sirvió para dar forma a las semanas venideras, con la mente, el alma, el hígado y el estómagos puestos ya en la Nochevieja de Brácana.


Los primeros invitados, ya embajadores, en pisar la República tras el verano, llegaron de la mano de la Pantera de ITV. El Jesús, el Paquito y el Zafra son en realidad colegas de muchos de los bracaneros por diferentes motivos, pero principalmente laborales y escolares. Hubiera sido una noche normal si no hubiera sido por la presencia de un invitado más que hizo que se me saltaran las lágrimas. Coño, es que el jueves volvió al redil el Pijo del Pádel.


Sí, como lo estáis leyendo. Volvía después de años sin pisar la sede, para conmemorar el medio siglo de el Ligre, que se celebró por todo lo alto en la República. Podéis haceros una idea de la de recuerdos que afloraron en mi mente, a pesar de los efectos de los cañamones, que todavía me duran: las tertulias del callejón, las fiestas bárbaras de los jueves y, sobre todo las anécdotas. Porque es que hace ya mucho tiempo y son un montón las historias que quedan entre las cuatro paredes de la sede, muchas de las cuales llevan la firma de el Pijo del Pádel. Ufff, que me estoy poniendo sensiblón.


Como estaban de cumpleaños, no faltó el cántico de rigor ni tampoco la tarta conmemorativa, adornada con dulces de Manolito Aguilar. Pasó el verano, pero siguen sin perder un detalle.
La semana que viene os cuento de nuevo. A ver si estoy más recuperadito.


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