3 de mayo de 2016

3 de mayo de 2016 - Sin comentarios

De Brácana a Moriles

Brácana sigue ampliando horizontes y su nómina de embajadores cada vez es más extensa. Digo esto porque el pasado jueves pasaron por la sede de la República dos nuevos invitados, llegados desde la vecina localidad de Moriles. Al igual que Montilla es un municipio estrechamente relacionado con el vino, precisamente el oficio en el que se desenvuelve uno de ellos. El José María Alcántara es comercial de la bodega de Alvear y aterrizó en Brácana de la mano de el Silencioso, mi amo y el Pijo de los Balcanes, acompañado de su primo el Francisco Ramírez, apodado desde la pasada semana como el Silencioso de Moriles. Ambos son como la noche y el día. El primero jaleoso, bullanguero y locuaz, mientras que es el segundo es tranquilito y observador, aunque certero y preciso en sus observaciones como podréis apreciar más adelante.


El caso es que ambos encajaron bien desde el primer momento. aternando vino y manduquio, con las conversaciones más diversas. El jueves sa habló de fútbol, un tema siempre recurrente, antes el inminente partido que fútbol que disputarán el Barça y el Atlético de Madrid. Hasta aquí, más o menos lo normal. Lo que ya no lo es tanto son las conversaciones surrealistas que de vez en cuando afloran por la República. El jueves hubo varios ejemplos. Uno de ellos fue la acalorada discusión para aclarar quién es el montillano que se gana la vida dando de comer a los leones del circo... os podéis imaginar. No menos curiosa resultó la charla sobre la formación futbolística de el José María. Segú npude escuchar, durante su periodo militar en Zaragoza, jugó en las categorías inferiores de la capital maña. Según él, lo hizo en el equipo B, tirándose un poco del moco, todo hay que decirlo. No obstante, el Silencioso de Moriles que no perdía detalle a dos metros de distancia, apuntó que lo hizo en el C -troleo y zasca familiar al mismo tiempo-.


También es de justicia señalar que el jueves se dio a probar el menú begano de Lavergy. Tras las tapitas de rigor, que no entienden entre verdura o proteinas, se zamparon una cazuela de verduras, con la particularidad de que estuvo aderezado con taquitos de jamón, un detalle importante, seguido de unos flamenquines. Tampoco estuvo mal la cosa de vinos, con Fino Solera Monumental, Fino C.B. y unas botellas de tinto Primicia 2015 de Alvear.
Andaban ya en quinta, cuando el José María y el Ligre se arrancaron por flamenco. Era una faceta poco conocida en la poliédrica personalidad del efímero presidente bracanero pero, claro, a estas alturas, como para escandalizarse.


A grandes rasgos, así transcurrió la noche en Brácana, iniciando la tanda de embajadores del mes de abril en la República. La semana que viene es precisamente el Ligre el que ejerce de Cicerone... miedo me da.