28 de enero de 2020

28 de enero de 2020 - Sin comentarios

Los cuñaos del Presidente

Ya no es cuestión, como contaba hace unas semanas, de que la Navidad haya pasado factura en Brácana, es que un virus misteriosos, al estilo del coronavirus que está golpeando en China, está atacando la República. Cuando cruce la puerta el jueves, el aspecto de aquello era desolador. Hasta cinco bajas contabilicé: la de el Ministro de Alimentación, la de la Pantera, la de el Ahijado, la de el Suerto y la de el Paticorto.


Coño, de verdad que hasta me asusté porque no estoy acostumbrado a que las ausencias sean tan grandes. Luego me enteré que los dos últimos no acudieron el jueves por razones laborales, como representantes enviados por la República a FITUR, en Madrid, para promocionar el territorio bracanero. Bueno, sí que acudieron al final porque nada más poner pie en el andén del tren, corrieron como alma que lleva el diablo para darse unos golpes junto al personal.



Con la leche de las bajas, todavía no he hablado de los invitados. Ya son veteranos y todos ellos responden al nombre de los cuñaos del Presidente. De vez en cuando se dejan caer por allí en bandada, después de un proceso de acoso y derribo a mi amo durante semanas. Como podéis comprobar surtió efecto porque allí estuvieron el Juan Antonio, el Jesús y el Rafa.... constatando su fidelidad con la República. Es tal, que el Rafa incluso volvió a jurar su cargo de embajador en el atril, apostando por nuevas invitaciones en el futuro.


Y como había que celebrarlo por todo lo alto, mi amo, esta vez jefe de fogones, sacó para apaciguar los ánimos comida vegana (por las narices): callos y conejo con tomate, regado todo ello con vino abundante de Los Borbones, si no recuerdo mal. Por cierto que dieron con él al paso y tuvieron que echar mano de la reserva federal.


Otro dato que dejó la Tertulia del último jueves, es el primer turno de pinche para el Kichi. Debuta por todo lo alto, con la cocina limpia como una patena. Ya tendrá tiempo de malearse pero, de momento, el tío ha cumplido como un campeón.


Con el vino hemos topado

La República Independiente, Laica y Anárquica, por la Gracia de Dios, de Brácana llega a la mitad del mes de enero en plenitud de facultades. Después de dos semanas de aclimatación, más o menos como si el objetivo fuera alcanzar la cima del Everest, ya puedo afirmar sin riesgo a equivocarme, que han cogido temperatura. Porque el objetivo en realidad no es hacer cumbre, sino llegar a ella lo antes posible y quedarse allí a vivir. Esta afirmación tan contundente se basa en que el jueves pasado dieron casi con todo el vino de la sede, excepción hecha de la reserva bracanera, que pasa eso está.
La verdad es que para seguir el ritmo de Brácana, cuando está a pleno rendimiento, hay que estar curtido y, en honor a la verdad, los invitados del jueves lo están. El Rafa Cabello, el Chechu Alguacil y el Aníbal Liñán no sólo no desentonaron sino que le echaron gasolina al fuego a lo largo de toda la noche, animados por el calor que la República siempre dispensa a sus invitados.


Fue una noche en la que se saltaron buena parte de los protocolos. Los invitados llegaron con varios presentes que se entregaron nada más poner pie en Tierra Santa. Uno de ellos fue una escultura réplica de los arcos de la Mezquita de Córdoba, al menos eso me pareció ver. El otro un copero tela de guapo, hecho del fondo de uno de los barriles de la Tonelería del Sur, donde trabaja el Rafa. La inscripción del barril ya fue una declaración de intenciones: Hay dos tipos de vino, el que me bebí y el que me voy a beber.


A partir de ahí todo lo que cuente es poco. De comer se pusieron como a nadie le importa: jamón, chorizo ibérico, revuelto de gulas y pollo en salsa. Cubierto el capítulo gastronómico, en el apartado de charlas la cosa también fue abundante y fluida. Porque contar con la presencia de un tonelero en Brácana siempre da juego para hablar del leitmotiv bracanero: el vino. Si a esto unimos que el Aníbal está relacionado indirectamente con Bodegas Alvear y que el Chechu es un boina verde la vida, con más tiros pegados que las pistolas de El Coyote, la fiesta está servida.


Hay algunos temas que salieron a colación de los que no puedo dar más referencias, por guardar el secreto de sumario. No obstante y a modo anecdótico, sí diré que a lo largo de la noche se bebieron la primera ginebra envejecida en barril que se ha probado en Brácana. Es un experimento que el Rafa Cabello está llevando a cabo, para comprobar cómo evoluciona en madera. No debe estar demasiado mala porque hubo incluso quien repitió.


Puedo contar más cosas, pero me las guardo no porque sean prohibidas sino porque también hay que deja un poco de intimidad al personal. Bácana es para vivirla y yo, aquí, sólo doy algunas pinceladas para que nos sigáis el hilo. La semana que viene más.


De vuelta al tajo

El título de esta entrada sirve de resumen para contar lo vivido en la última tertulia, segunda del año y primera del 2020 en la que todo vuelve a la normalidad. Y es que de todos es sabido que las fiestas navideñas traen consigo juerga y desenfreno que acaba por pasar factura. Pues bien, una vez que eso ya es historia, en Brácana todo vuelve a la normalidad. Es decir, charla, comida, vino... y nuevos invitados. En esas están mis compinches, tratando de cuadrar el nuevo año que llega cargado de expectativas.


Los primeros en comprobarlo han sido el Javi Moreno y el José Juan Panadero, llegados de la mano de el Suerto y el Paticorto, como compañeros de curro en la MTV (léase Montilla Televisión). Ambos se encontraron con un aspecto desolador en la sede porque, como contaba con anterioridad, las fiestas navideñas han dejado secuelas entre el personal. Tres bajas, por distintas excusas, que no motivos, se contabilizaron el jueves: la de el Maestro, la de el Abertxale y la de el Ministro de Alimentación. Ya sabéis que todas ellas son siempre añoradas aunque, para qué engañarnos, la última es la que duele más. Huerfanos en los fogones, el personal tiró de improvisación el jueves, de nuevo con el Suerto y el Paticorto al rescate. Se lo curraron con unos entrantes a base de embutidos güenos, unas lechuguitas con gulas, un pisto con huevo y una grangipane o Galette des Rois... Para ir cogiendo carrera en este año, no está nada mal.


De todas formas, el motor bracanero todavía no ha cogido revoluciones, la verdad sea dicha. De hecho, el jueves no sacaron ni la jarra para repartir vino, que se sirvió directamente del bag in box. Posiblemente esta fue la salvación de los invitados porque, según pude escuchar, no están muy sueltos en eso de la enología. Al menos el José Juan, porque el Javi sí fue a la zaga del personal. El susodicho ya generó cierto debate en Brácana cuando preguntó que si había frisante en las bodegas bracaneras. Allí el personal miró torcido, mordiéndose la lengua para que la sangre no llegara al río. Hubo incluso, para que veáis hasta donde llegó la afrenta, quien comentó por lo bajini que para insultos mejor hacerlos en otro sitio. Menos mal que se dio cuenta a tiempo y cerró puertas en torno al vino de tinaja como mal menor.


Pero como digo la cosa fue tranquilita, con mucha charla y alguna que otra petición de instalar una red wifi de la MTV en Brácana que no fructificó porque los nuevos embajadores escurrieron el bulto. Eso no fue óbice que la noche se cerrara con la tradicional tanda de digestivos que se prolongó más allá de las fronteras bracaneras. De hecho, según he oído después, el José Juan, el Kichi y el Paticorto acabaron en La Noche, mítico lugar de la vecina ciudad de Montilla. Mal empiezan el año... o bien, porque pa' vivir así de bien es mejor no morirse.


7 de enero de 2020

7 de enero de 2020 - 1 comentario

Tertulia para tomar aire

Pues ya está. Ya estamos en el nuevo año. Aunque en Brácana el calendario es ligeramente diferente para despistar. Hoy tengo menos ganas de trabajar que el que le puso el nombre a la Caja Roja de Nestlé. Tampoco están ya para muchos achuchones mis compis. Por ello la primera Tertulia del 2020 ha sido de relax.


Fijaos si la cosa está complicada que comieron pechuga de pavo a la plancha (previa perola de chorizo con vino). Hoy no voy a extenderme más porque ta tendré tiempo de hacerlo. Pero ya que estamos en el 2020, quería al menos que supierais que seguiré aquí, al pie del cañón, pase lo que pase


Al carajo el 2019

Llegado el último jueves del año, como ya viene siendo costumbre en la República, no tienen otra cosa que celebrar la Nochevieja Bracanera.  Digamos que es una forma más legítima aún de beber vino, comer y reír, aunque con el toque especial de hacer el balance del año bracanero. Es cuando el Morito Güeno aparece en la sede cargado de regalos y les recuerda a cada uno de ellos su comportamiento a lo largo del duro año que termina. También recuerda, a modo informativo, las actividades desarrolladas, la asistencia de cada individuo y el número de invitados que han pasado por la sede, así como el número de personas que entraron como invitados y salieron como embajadores bracaneros de por vida. Como podéis imaginar una noche muy animada.


Pero para poneros un poco en la onda os diré que, como novedad este año, antes de comenzar con la noche de fin de año, lo bracaneros hicieron una pequeña peregrinación a casa de el Nuevo para conocer en primera persona a su último retoño, nacido un mes atrás. El pequeño Hugo recibió la consagración como bracanero  por el sequito que encabezaba mi amo, Presidente actual de la Republica, que en nombre del resto de bracaneros hizo entrega de unos presentes al pequeño Hugo y a su hermano Antonio. Del mismo modo, como no podía ser de otra manera, felicitaron a la madre de ambas criaturas.


Una vez cumplida escrupulosamente  la parafernalia y con el estomaguito lleno de las viandas y vino que gustosamente ofrecieron el Nuevo y su señora, pusieron rumbo a la sede institucional para disfrutar del último jueves bracanero del 2019. Pero las novedades continuaron a lo largo de la jornada, de tal manera que en esta ocasión compartió la magna velada bracanera el Kichi, embajador honorífico y aventajado. Lo de el Kichi merece un tratamiento particular y, como en Brácana son tan espléndidos, así lo hicieron. Tiempos atrás y siguiendo las tradiciones republicanas, Mario Alférez juro como invitado para dejar de serlo y convertirse en embajador. Muchas tertulias después, muchos más litros de vino (más bien arrobas) y jatería de primer nivel compartida con los bracaneros, entró el último jueves del 2019 como embajador y salió como el bracanero número doce.


Es algo inimaginable tiempo atrás, pero su dedicación llevando el nombre de Bracana allende los mares, así como  sus continuas muestras de bracanable, han hecho que sea un bracanero más con el nombre de guerrra de el Kichi de Brácana. Tanto trajín no me dejaba concentrarme en lo que sonaba en la emisora oficial, Onda Brácana Antena Pirenaica, donde también las novedades ocuparon un lugar importante. A lo largo de la noche, alternando con las  tradicionales melodías, se sucedieron los mensajes de felicitación de Punselito, es decir yo mismo, y la de el Americano o Rubito de Brácana. Desde el limbo mandó unas palabritas que me puso las plumas de gallina y a los de abajo ni os cuento.


El Morito Güeno llegó un poco tarde, como suele ser habitual, y lo hizo un poco desorientado, con un gran bulto a las espaldas y preguntando por la frontera del Tarajal. Pero rápidamente y al ver a todos los bracaneros saludándolo y agasajándolo, tomó posesión en el atril y saludo al personal. Compaginando vino, viandas navideñas, charlita más buena todavía y mucho cachondeo, el Morito Güeno repartió los regalitos a lo bracaneros, el Kichi incluido. Este año optó por igualar la cosa con un kit de emergencia sexual, compuesto por un cortaúñas; una pastilla de jabón Oya; un anillo abridor de cervezas; un paquete de clínex; dos ositos de gominola; un par de maderos dentales; y dos globitos con motivos navideños. Ahí lo dejo y cada uno que lo interprete como quiera.


La nota negativilla de la noche la dio el Paticorto de las Ondas que tuvo que abandonar la sede tras una llamada de su madre, que andaba la mujer un poco pachuchilla. La criatura se marchó con cara de circunstancias y sin gambitas para pasar la noche en el hospital. Pero como buen boina verde, tras cumplir con sus obligaciones familiares y dejar a su madre en sus aposentos, se pegó una vuelta por la sede para brindar a toro pasado y recoger su regalito.


De jatería, que os puedo contar. Chacinas gourmet, marisco en su punto, pulpo de Pulpí, ágapes varios y un arroz con bogavante que quitaba el sentío. Las pasas de la potra y Champannnn. En fin que con esta Noche Vieja ya suman nueve, y dan el pistoletazo para un 2020 prometedor a no poder más.
Feliz año nuevo cabrones.


Calentando motores para Nochevieja

Dentro de poco menos de tres semanas el año bracanero estará liquidado. Por ello parece que mis compinches han levantado el pie del acelerador, previendo lo que está por venir. Cierto es que llevan prácticamente sin parar desde mediados de octubre y, la verdad sea dicho, eso es ya mucha tela hasta para ellos.


Así que la antepenúltima tertulia del año fue tranquilita, con la presencia de dos embajadores veteranos como el cuñado de el Ahijao y el Tanque -que no se pierde ni una-. Esta vez no hubo cartas ni trucos, a pesar de la insistencia del personal. Lo que no faltó fue la lectura del Kamasutra que el bueno de el Tanque realiza cada vez que aparece por aquellos pagos.


A la semana siguiente -ya aprovecho y mato dos de un tiro- no hubo invitados porque aprovecharon el jueves para poner los adornos navideños ¡Qué cabrones! Un poco más y lo ponen en Semana Santa. Todo para que Brácana luzca como se merece para la Nochevieja, que llegará el 26 de diciembre. Ahí voy, preparando la sesión de DJ junto a el América, que este año me va a echar una mano desde el control de Onda Brácana Antena Pirenaica.


Tertulia de Boinas Verdes

Sé que cada jueves es diferente. Posiblemente me repita demasiado, pero es una verdad como la copa de un buen amontillado. Los invitados aportan cada jueves un toque diferente, con temas conversación distintos, especialidades culinarias variadas y vinos de elaboración artesanal, para probar otras cosas distintas a las que ofrece el mercado vinatero. Pues bien, de todo ello, hubo una pequeña muestra el jueves último. Normalmente cada grupo de invitados, lleva el sello del bracanero que ejerce de anfitrión y, la semana pasada fueron de el Suerto. Lo que viene a ser que tienen más peligro que una piraña en un bidet. A esto contribuyó también el número de nuevos embajadores con los que cuenta la República desde este inicio de diciembre: nada menos que seis más. Todos pisaron por primera vez Tierra Santa y dejaron su impronta dejando a más de un bracanero a la altura del betún.


Comenzaron amagando con un presente, por cierto muy chulo. Unos platos y unas jarras de barro personalizadas, para lástima de los pinches venideros. Porque ahora que se aproxima del Cumbre del Clima de Madrid, en Brácana se ponen ecologistas y prescinden del plástico, para colaborar con el mantenimiento del Medio Ambiente.


Los invitados en cuestión fueron el Javi Ponferrada, el Pepe Marqués, alias el Gase, el Antonio Carrasquillla, el Rafa Merino, el Javi Mesa y el Lolo Berral. Seis embajadores, seis, para una noche complicada. Sobre todo porque a nivel gastronómico, la tertulia fue una Master Class de jatería autóctona montillana. Me explico. El Lolo Berral se crió a pie de barra en el mítico bar de El Niño Los Cabos. Tenía una deuda pendiente con Brácana desde hace tiempo, para llegar a la República con unos crispines y unos sipotillos, marca de la casa. Y así fue. Hubo que explicar de dónde salieron aquellas recetas y, la más curiosa es sin duda alguna la de los sipotillos. Al parecer, según pude escuchar, el nombre llegó cuando un parroquiano despistado pisó el bar, ya con la cocina bajo mínimos. El padre de el Lolo, el Antonio Berral, tuvo que improvisar sobre la marcha, como buen tabernero, echando mano de uno chorizos, unos pimenticos y un tocinito. Pinchados con un palillo de dientes, sobre un trozo de pan fueron bautizados como un sipotillo de esos... y hasta ahora.



No menos resultón fue el rabo de toro que también se jalaron los tíos, cocinado por la madre de el Javi Ponferrada. Bueno, el rabo de toro y el surtido de ibéricos que llevaron los invitados, y las gambas de el Carrasquilla. Pa' habernos matao, vamos. Porque cualquier día van a necesitar un desatascador en vez de Almax.



A todo esto, retomo ahora el título de esta entrada: TERTULIA DE BOINAS VERDES. Porque una cosa es el sentido figurado de la frase, y otra bien distinta que se torne en realidad. El caso es que el Lolo Berral es un Boina Verde de verdad. Vamos, que el tío formó parte en sus años mozos del Grupo de Operaciones Especiales del Ejército. Como sabía que el término en cuestión es algo recurrente en Brácana, cuando sacó la gorra en cuestión, a la peña se le pusieron los ojos como platos. Especialmente a mi amo y a el Suerto, que se transformaron en una especie de Rambo, mezclado con Chuck Norris, que acojonaba nada más verlo.


No contentos con todo eso, los embajadores permanecieron en la sede hasta bien entrada la madrugada, escoltados por el Suerto. Cuentan las malas lenguas que no les pilló el amanecer de milagro. Conociendo el pelaje del personal, me lo creo.



Hermanos de jueves

No sé si fue antes el huevo o la gallina y, la verdad, tampoco me importa mucho, a pesar de que es algo que me incumbe directamente si tenemos en cuenta mi condición de ave, pequeña pero ave al fin y al cabo, mientras vivía. Digo esto porque el pasado jueves llegó hasta la sede bracanera una charpa que, casualidades de la vida, también se reúne en jueves. Creo que aquí Brácana tiene más ROA (Riguroso orden de antiguedad), aunque buscar el origen de todas estas cosas es un dilema metafísico, con un planteamiento metafórico, que ahora no viene al caso.


Sí, me estoy liando una semana más pero, al parecer el grupete en cuestión tiene fijado en el almanaque, que no en el calendario, reunión semanal en un uno de los garitos que hay en la Plaza de la Rosa, por cierto, con muchas similitudes con el pueblo bracanero. Esto es, honrar el vino, previo pie de cuba de cerveza, y la comida. Dicho así, tiene buena pinta y, la verdad, doy fe de que así es.
Bajo estas premias, para cerrar el mes de noviembre, el jueves llegaron hasta cinco nuevo invitados, ya embajadores, y uno veterano como el Pepe Moyano, que hizo de anfitrión. Recuerdo que la última vez que el susodicho pisó la sede, acabó ligeramente perjudicado aunque esta vez traía la lección aprendida. Junto a él aterrizaron en Brácana el Manolo del Árbol, el Paco Arroyo, el Pepe Espejo, el Manolo Luque-Romero y el Joaquín Ortega. Seis toros, seis, que se diría en el argot taurino, aunque la noche no iba de capote y muletas sino de vino y jatería.


Tengo que destacar dos ausencias. Por un lado la de mi amo que una temporada más, acusa la llegada del frio y causa baja por enfermedad. La otra está más justificada por motivos familiares. La semana pasada os contaba que se el Nuevo esperaba un retoño. Pues bien, ya se encuentra entre nosotros, con el nombre de Hugo, y esperando un bautizo vinatero como se merece un nuevo miembro de la República.


Pero bueno, a lo que iba. La del jueves fue la enésima comilona consecutiva que se pegan mis compinches. Anotad: surtido de ibéricos de los invtados, paté casero aportado por el Joaquín, asadura con huevos llevados por el Manolo Luque- Romero, costillas en salsa también de los invitados, y unas alcachofas con carne, receta de la República, para cerrar con una tanda de piña al natural. A esto es lo que yo llamo otra noche de ardores y Almax. Entre tanta gente me perdí con los temas de conversación, aunque sí sé que hablaron mucho de educación, por la profesión de algunos de los invitados y del siempre recurrente tema del fútbol y el baloncesto.


Me quedo de todas maneras con un feo detalle de el Paticorto. Ocupó el atril para agradecer la visita a los invitados, ante la ausencia injustificada del Presidente. Y claro, como el Pepe Moyano 'sólo' llevó una cuartilla de vino, lleno de alabanzas por su calidad, como Ministro de Comunicación afeó la escasez de tal maravilla, dejando al personal con ganas de pegarse un par de tientos más.
Anécdotas aparte, buena noche de charla, comida y vino, sin perdonar los digestivos, porque hubo quien ya tenía la chaqueta puesta y se la quitó para seguir contando anécdotas. Una muesca más para la historia bracanera.


Brácana... como en Venecia

Penúltimo jueves del mes y nuevo Estado de Excepción en Brácana. La historia de la República está repleta de altibajos, buenos de más altos que bajos, aunque de estos últimos también ha habido unos pocos: Golpes de Estado, Bancarrota, crisis emocionales... De los primeros, la verdad, muchos más. No obstante, hasta ahora nunca se había registrado el rigor de la meteorología en el interior de la sede. Como mucho en el exterior, al paso del Huracan Tenedor. Pero dentro, jamás. Por ello, las inundaciones vividas el pasado jueves han provocado que el Presidente, con buen criterio, haya decretado el Estado de Excepción (aplicable a partir del viernes siguiente a la Tertulia). Todo viene por el temporal que está azotando desde mediados de noviembre buena parte de Europa. Ha provocado inundaciones en Venecia (allí ya llueve sobre mojado, aunque no deja de tener gracia que haya inundaciones en un sitio de pos sí inundado) y Brácana no iba a ser menos. Aquí ha llovido apenas tres días, pero han sido suficientes para que acabaran achicando aguas en plena reunión. Aún así, se las saben todas. El Estado de Excepción se anuncia, pero se aplica cuando ya no queda nadie en la sede. Dicho más clarito, que no perdonaron la quedada del jueves, ni con los pies mojados.


Pero, quitemos dramatismo al asunto y vayamos al grano. Todavía nos queda una semana más de noviembre y mis compis están llegando al final de año con un ritmo infernal. Veníamos de Santa Amalia, de la cena, de la comilona de el Kichi y el Diego... y llegó Juan Castillero, un clásico de Brácana. Ya sabéis, como siempre con sus acelgas y verduritas debajo del brazo. Lo que viene a ser otra noche de Almax y Omeprazol. Llegó acompañado de su fiel escudero, el Pichichi, y compartió noche con el Bombi, otro veterano de Brácana, y dos nuevos embajadores el José Carlos Arrabal y el Andrés Ramírez, apodado desde el jueves pasado como El Vasco de Arrasate.


Estos tres últimos llegaron de la mano de El Ligre y dieron un recital de beber vino capitaneados por el Vasco de Arrasate. Como buen chicarrón del norte, no le tembló el pulso a la hora de ponerse a la par que mis compinches. Y eso que bebieron a ritmo de una cuartilla de mosto de La Primilla y del bag in box a bebe ratón, de Fino Aldolfo Suárez, que aportó el Juan Castillero. El nivel enológico se notó sobremanera tras el Consejo de Ministros, con una tanda de poesía colaborativa en la que participó el personal a cojón vivo (esto es, partiéndose de risa).


De jatería tampoco anduvo mal la cosa: Jamón (que por cierto llegó al hueso el jueves pasado), chorizo y morcilla en rama, patatas alioli, chorizo al vino y lomo ibérico de orza. Creéis que esto es mucho ¿no? Pues fueron sólo los entrantes. Para comer de verdad, como se dice en aquellos pagos, sacaron un potaje de garbanzos, con su bacalao y sus acelgas, que con algo verde todo es más digestivo.


Un apunte importante, antes de que se me olvide, porque hoy voy cortando ya (aunque podría seguir con los digestivos) Tras el Consejo de Ministros, el Juan Castillero hizo una proposición decente, a la vez que inquietante. Primero lanzó la de rigor, en primavera, con la peregrinación a la Fundi. No contento de ello, lanzo al personal al reto de peregrinar cada seis meses, porque un año se hace muy largo.
Al que acierte la respuesta que dio el pueblo bracanero, lo invito a un medio de vino.


Alaaaa, que se me olvidaba. Casi llegando a los digestivos, el Nuevo tuvo que salir precipitadamente de la sede, entre gritos y vítores del personal. Al parecer su mujer se iba para el hospital, para que el pequeño Hugo pueda conocer el mundo. Estaré al tanto porque la población bracanera sigue creciendo... Cantera para el mundo del vino, que tiene el futuro -al menos en lo que a bebercio se refiere- asegurado.

Hermanamiento jarote-bracanero

Posiblemente el jueves pasado fue la noche soñada por mis colegas. Tú ves a parecer a un nota con coleta por la puerta (lo del pelo tampoco importa, pero es para que os hagáis una idea aproximada) con un jamón de pata negra bajo el brazo y varias bolsas en las que lleva carne de Los Pedroches a cascoporro y, simplemente, babeas. Si además sus acompañantes son el Kichi y su hermano el Manolo Alférez, portando sendos bag in box de vino para acompañar las viandas ya citadas, pues lo flipas.


Más o menos así transcurrió la última noche en Brácana: entre alabanzas al género y risas, muchas risas. Porque el Diego García -el Coletas- es un elemento de cuidado. Buena gente, como los chicarrones del norte de Córdoba. Amante del buen vino, de la buena comida y de echar un rato con los colegas, sin importar lo que espera al día siguiente. Los chistes fueron frecuentes porque entre el Kichi y el Coletas, aquello parecía un mitín de Podemos, pero sin tanta oratoria y con mucho más condimento, criado a base de bellota.


Los muy cabrones lo tuvieron a jornal, cortando jamón. Más que invitado parecía un profesional contratado para la ocasión. De vez en cuando, con la boca pequeña alguno le brindaba su ayuda, más para que le llenara otro plato de jamón, que para arrimar el hombro de verdad. Ahora sí, el que lo flipó de verdad fue el Ministro de Alimentación. Mira que a este buen hombre es difícil pillarlo en un renuncio. Pues creo que el jueves se vio sobrepasado.


Entre tanto abanico, presa, lagartillo y carrillada, no daba a vasto a saciar al personal, y eso que ya mataron el gusanillo a base de jamón del güeno. Y más jamón, y más vino. Y una tanda de abanico a la plancha, y más vino. Y entre medias, anécdotas pa' rabiar y buen rollo como si no hubiera mañana. Tanto que ya están pensando llevar a efecto un hermanamiento en toda regla entre Brácana y Villanueva, lugar de residencia de el Diego. Los veo en breve corriendo tras los cochinos por la dehesa, cuchillo en mano. No me lo pierdo por nada del mundo.


Adelantados en el tiempo

Después de la pasada Tertulia no escribí nada porque, siguiendo la buena costumbre de no apuntar detalles cuando no acuden invitados a la sede. Aún así, me veo en la obligación de poner unas letritas para dejar constancia de que la cena navideña de Brácana se ha adelantado todavía más. Lo habitual es hacerlo a final de noviembre, pero esta vez se ha hecho a mediados de mes para no poner en riesgo el avanzado estado de gestación de la parienta de el Nuevo. Poco que decir de la cena, salvo que se pusieron tiernos a comer en La Cepa Montillana, local que regenta el flamante Premio al Mérito Gastronómico de Brácana del 2019. Como no es cuestión de aportar detalles, mejor os dejo unas fotitos así, a lo loco, y la semana que viene os cuento algo más sobre la historia semanal de la República.