21 de abril de 2014

21 de abril de 2014 - Sin comentarios

La noche de los catavinos rotos

Una vez más, aún a riesgo de repetirme, aquí, en el limbo, hemos vivido otra semana frenética. La llegada de Gabo ha provocado un auténtico alboroto, motivo por el que no he tenido un ratito para sentarme a escribir hasta ahora. Lo cierto es que me ha cogido el toro. Aunque apenas si ha pasado poco más de una semana desde la última reunión bracanera, muchas han sido las cosas que han pasado desde entonces. Por ello, mejor ir paso a paso, narrando lo acontecido el pasado diez de abril en la sede.


Como suele suceder cuando los embajadores son jóvenes, quiero decir, más aún que mis compiches, la noche fue un auténtico despiporre. Ya me olía a mi a chamusquina cuando vi entrar a uno de ellos con una guitarra bajo el brazo, que sólo anunciaba fiesta de la gorda. Hay que decir, que los nuevos embajadores llegaron de la mano de un veterano de guerra, al que sólo le falta la imposición de la Cruz de Hierro de Brácana, como el Dieguito. Junto a él, aterrizaron en Tierra Santa (nunca mejor dicho y ya veréis por qué) su hermano el José Antonio Luque, el José Manuel Zafra y el José Marcelo García. Este póker de ases llegó con la venia del Niño y el Ahijao, con ganas de pasar una noche agradable, olvidando de paso la Cuaresma, que ha estado cargadita de actos cofrades en la vecina localidad de Montilla. La sede de Brácana era hasta ahora un lugar irreductible, como la aldea de Astérix, en asuntos religiosos aunque, como demostraré más adelante, están bordeando el alambre de manera peligrosa, flirteando con los asuntos de la fe. Pero volvamos a la noche de marras, que he llamado La noche de los catavinos rotos. El motivo es que la Pantera de la ITV tuvo otra de sus veladas espectaculares, esta vez rompiendo hasta cuatro copas de vino. Este dato puede servir de ejemplo e ilustrar el desarrollo de una noche más de locura y fervor, aunque sea  vinícola.



Por supuesto, el líquido elemento estuvo pertinentemente acompañado de jatería de la güena. Para comenzar, como tapita en barra, se encalomaron unos tomaticos enanos con anchoas del Cantábrico, seguidas de un plato nuevo, que el Ministro de Alimentación ha denominado Diputados a la salsa de brácana, esto es, chorizo al vino fijo con ajo de Montalbán. Aplacadas las primeras ansias culinarias, comenzaron los corrillos de rigor, que una vez más discurrieron con tertulias de lo más variado.



Así llegaron a la tercera tapita de la noche, que más que tapa parecía un primer plato. Bacalo frito, del que deshueva en la Carchena, fue el sugerente plato que presentó el Pepeluí, provocando una vez más la admiración del personal. En este preciso instante hubo quien propuso la nominación del Ministro de alimentación para la próxima edición del programa Master Chef, con la condición de que vaya acompañado por los diez bracaneros restantes. Se iban a enterar en Televisión Española de lo que vale un peine. Ya con el hambre aplacada, mi amo dio paso al consejo de ministros, en el que se abordaron dos temas de máximo interés. Por un lado, se planificó la inminente peregrinación a la Bodega La Fundi, donde el Juan Castillero prepara otra encerrona a base de colesterol y vino. Por otro, también quedó cerrada la próxima visita a la Bodega del Camará, que servirá para cerrar el mes de abril. La cosa andaba ya suficientemente subida de tono, gracias a la calidad del Fino Pata Hierro, que sigue evolucionando de manera correcta. Así que los juramentos de los tres embajadores siguieron al consejo de ministros, sin dar pie a que el sector peligroso de la noche, encabezado sobre todo por la Pantera, se viniera más arriba aún. Me gustaría destacar la reseña que los embajadores dejaron en el libro e visitas de Brácana, porque tiene su miga. Cito textualmente dos trozos del texto:
- Jesús le dijo a Jeremías: Lleva tu tu cruz, que yo llevaré la mía.
- Salud, que diría un buen medio.
A esto hay que unir el poema recitado por el Jose Marcelo García que, pido disculpas, no fui capaz de retener en mi pequeña memoria de pájaro.



Parecía que la cosa comenzaba a tranquilizarse, pero al final será verdad que tras la calma llega la tempestad. Primero llegaron los brindis de rigor y después se metieron entre pecho y espalda unos medallones de solomillo a la pimienta. Justo después, el José Antonio, médico de profesión y artista de vocación, se pilló la guitarra para arrancarse por Estopa, con los coros del personal que estaba completamente entregado. A esta escena, sólo apta para profesionales, siguió la no menos espectacular de mi amo cantando y bailando flamenco. El duo formado por el Pijo del Magreb al cante y el Niño del Ibuprofeno a la guitarra, no tuvo desperdicio, la verdad sea dicha. En pleno frenesí flamenco, se dio repaso también a los aspectos más típicos de la Semana Santa, entre otros el legendario establecimiento de las Hermanas garcía, conocido como Cá Las Chapetas. Una cosa es presumir de laicidad y otra bien distinta renunciar a las tradiciones.

Poco más que contar de esa noche aunque, si pensáis que la Semana Santa ha impedido que Brácana abra sus puertas, os equivocáis. El pasado Jueves Santo ocurrió en la Sede un hecho sin precedentes, con la salida en desfile procesional del Santísimo Bag in Box Bendito de la Copa llena a Bebe Ratón. Como lo estáis leyendo. El Ligre, el Abertxale, el Pijo del pádel, el Niño, el Ahijao y el Puli, como embajador veterano, montaron una quedada clandestina en la que no faltó el ambiente cofrade. Como no podía ser de otra manera, el elemento al que adorar no fue otro que el vino, el paso improvisado sobre la marcha, la mesa de formica y la iluminación pertinente llegó de un cirio que de vez en cuando alumbra a las almas perdidas en Brácana. Pa mear y no echar gota. En fin, doctores tienen la Iglesia y, en esta sacristía en particular, más todavía.

7 de abril de 2014

7 de abril de 2014 - Sin comentarios

Entre vino y libros


Aunque no soy muy dado a leer, esta semana han caído en mis manos unas estadísticas que me han hecho reflexionar sobre la importancia que tiene Brácana en la economía de España. Dicho así, suena a chulería. No obstante, se puede demostrar con cifras, que no con discursos, que esto es verdad. Vamos a ver. Según los datos que maneja la OIV, Organización Mundial del Vino, el consumo medio que presenta España en relación al elixir de los dioses, viene a rondar los 20 litros por persona y año. Según estos mismos datos, la vetusta piel de toro es uno de los países que presenta menor índice de vino per cápita a nivel mundial. Si estas cifras las trasladamos a la República, es evidente que Brácana es el principal Estado consumidor de vino del planeta, y además... de largo. Haciendo cuentas por lo alto con Labordeta, hemos calculado que el año bracanero tiene 52 días, y que en cada jornada de estas caen aproximadamente unos seis litros de vino, por supuesto sin contar cuando se les va la cabeza y suben la media hasta límites insospechados. Esto nos da unos 312 litros al año, vamos casi 20 arrobas. Si esta cantidad la dividimos entre los once habitantes censados de Brácana, además de añadir un embajador de media en las 52 semanas, nos da una media de consumo, sólo en la sede de Brácana, de 26 litros por cabeza y año. Vamos, muy superior a la media del país, y eso que la OIV hace sus números sobre 365 días. Teniendo en cuenta que la producción de vino en Brácana es muy reducida, debido a la escasa dimensión de los viñedos de Villa Locura, mis colegas no tienen más remedio que importar la mayor parte del vino que llega hasta la República. Pagando el género, los impuestos, derechos aduaneros y transporte, hemos deducido que Brácana se gasta una pasta gansa al cabo de año, que repercute directamente en el PIB español. Por lo tanto no es descabellado afirmar que el sector del vino fino depende directamente de la estabilidad de Brácana, al tratarse del principal consumidor mundial de este producto. Más claro... el vino.


Pues así me he tirado toda la semana, dándole vueltas a mi pequeña cabeza, para demostrar que los tíos tienen un saque brutal y luego, que las estadísticas se pueden amoldar según le interese a cada uno. Lo mejor de todo esto es que en las cifras mostradas anteriormente no he contabilizado el vino que cae fuera de las fronteras bracaneras. Si lo hubiera hecho la gráfica se sale de la pizarra. Valga como ejemplo la salida realizada el pasado jueves. Es la segunda vez que ponen como excusa entregar algún ejemplar de la Historia Ilustrada de Brácana, para que las generaciones futuras conozcan la historia de esta peculiar República. Con este pretexto, se plantaron en la Casa de las Aguas, donde esperaban el Manolín Ruquel y el José Antonio Cerezo. Ya lo dije la otra vez ¡Vaya par de pájaros! Lo mismo te cuentan la historia del Inca Garcilaso que se arrancan con las anécdotas locales o comarcales más inverosímiles.


No voy a detenerme en estas anécdotas, porque el secreto de sumario también alcanza estas reuniones, que rozan la clandestinidad. No obstante sí puedo contar que los tres primeros volúmenes ya forman parte de los fondos bibliográficos de la biblioteca de la Fundación Manuel Ruiz Luque y otros tres ejemplares obran en poder del bibliófilo montillano que da nombre a la Fundación.
El caso es que alrededor de las nueve de la noche, mis colegas fueron llegando a este templo de la cultura, que alberga en su interior la pinacoteca de José Garnelo y la biblioteca de la Fundación Manuel Ruiz Luque. Por cierto que esta vez se pegaron dos embajadores veteranos, el Pepín Carbonero y el Rafa Jiménez, que no sé como llegaron hasta allí, aunque acabaron como dos bracaneros más. Para abrir boca, porque todo no va a ser comer y beber, la visita a la Casa de las Aguas comenzó con un recorrido por la exposición cartográfica que puede verse allí en estos días: una auténtica maravilla. Pero claro, tanta cultura y tantas explicaciones acaba por despertar la sed y el apetito más voraz. Por ello apenas si tardaron un cuarto de hora en adentrarse en las entrañas del edificio para atacar sin piedad al Fino las Letras.


Cuando el líquido elemento comenzó a correr de copa en copa, desde la ventana en la que me instalé pude ver más de un gesto torcido: evidentemente el vino no estaba tan sobresaliente como en la última visita. Según pude escuchar, a aquellas botas les falta tiro, así que rápidamente, mis colegas, que son más vivos que un ascua, se ofrecieron para repetir visita en breve, con el único objetivo de garantizar la calidad del caldo. Para empapar el trasiego constante de la bota a la copa, el crack de Brácana, esto es, el Ministro de Alimentación, sacó unas bandejitas a base de tocino de veta, cabeza de cerdo y queso, además de las ya tradicionales pataticas salaíllas.


Con el vino y la comida cualquier reunión se torna en taberna y esta vez tampoco fue una excepción. Como es lógico se habló de vinos, de libros y de muchas más conversaciones que no soy capaz de recordar. La charlita fue ganando enteros según se iban vaciando las jarras, de manera que ya han quedado para que el Ruquel y el Cerezo vayan en breve a la sede institucional, antes de volver de nuevo a la Casa de las Aguas, una vez que se imprima la cuarta entrega de la Historia Ilustrada de Brácana.
No creáis que la noche acabó aquí. Ahora que esta cerca la Semana Santa, se fueron marchando en procesión hasta la sede institucional, donde se dieron otro golpe de sulfato, apurando restos culinarios de jornadas anteriores, aunque no por ello menos exquisitos. Allí hicieron los brindis de rigor, echados en falta por el Ruquel y el Cerezo en la Casa de las Aguas, y se pegaron un digestivo para cerrar un nuevo jueves bracanero. En esta semana no han roto las estadísticas, por lo que Brácana sigue siendo el Estado con mayor consumo de vino por habitante del mundo mundial.
SALUD.


5 de abril de 2014

5 de abril de 2014 - Sin comentarios

Despidiendo Marzo a todo trapo.

Y pasan y pasan las semanas y los bracaneros siguen con las mismas ganas. A veces me sorprendo, pero para sorpresa la que se llevan los embajadores que van pasando por la sede. En esta ocasión eran tre y un invitado que ya sabía de que iba la cosa.
Pero como ando un poco saturado y más tras contar con pelos y señales los detalles del Premio Gastronomico, me váis a permitir que la última tertulia la cuente apoyandome en unas foticos. Eso sí, foticos que no tiene desperdicio.
Bueno, a lo que voy, que ahí llevási la primera.

A simple vista, no dejan de ser tres bracaneros y uno de los embajadores "pepito castilla". Bueno pués nada que ver con la realidad. En el momento de la istantanea, lo chavales estaban cantando uno de sus temas favoritos de cuarteto. Si un cuarteto que de vez en cuando y mientras curran animan a sus congeneres con temas como "La faimlia unida"


Otra, y esta va con algo de morbo.

Si señor, alcachofas al montilla. Y es que cada vez que aparece este plato en la tertulia, se disparan los recuerdos, de aquellas míticas alcachofas que averiguó "el volti", y lluego "el pepeluis"... Y claro entre recuerdo y recuerdo apareció "el solanillo" y e"el gordo urbano" y su primera experiencia... con las alcachofas o mejor dicho con los mejillones. En fin "Alcachofas al Montilla"


La siguiente no podía faltar.

Embajadores e invitado. De derechas a izquierdas (como los moros) "pepito castilla", "el pepe mesa", "el hoche" y "el paulo". Como no podia ser de otra manera tres de ellos debutaban, y lo hicieron cumpliendo con los juramentos y firmando en el libro de actas.

Y la última.

Otro clásico. Foto de grupo. En la que se puede observar, a "el ligre" descojonandose minutos antes de realizar por primera vez la doble vuelta cubana.

 Y como me sabe mal despedirme así, de forma tan seca. Recordaré que en los brindis hubo novedades, ya que "el pepe mesa" aprovecahndo la ocasión hizó publicidad de su puesto de frutas en la recien reformada plaza de abastos. También en los brindis hubo mención especial para Adolfo Suarez, que llevaba fiambre tan solo unos dias.
¿Que más, que más?. Ah, que el vino fue de restos de terulias anteriores así como el plato central, o que los digestivos cerrraron la noche, o que ya están preparando la visita a La Casa de Las aguas, para hacer entrega de los volumenes dos y tres de la Enciclopedía Ilustrada de la Historia de la República.

En fin que otro gato a la talega, como dirái el otro...


2 de abril de 2014

2 de abril de 2014 - Sin comentarios

IV Premio al Mérito Gastronómico

Después de dos semanas sin escribir ni una sola letra sobre las andanzas de mi familia terrenal, hoy me siento en la obligación de hacerlo, sobre todo tras el importante evento celebrado días atrás. El mes de marzo volverá a quedar escrito con letras de oro en la historia de la joven, aunque sobradamente veterana, República Independiente, Anárquica y Laica, por la gracia de Dios, de Brácana. Como estaba fijado en el calendario perpetuo, el 17 de marzo se celebró la entrega de un nuevo premio al mérito gastronómico que esta vez, ahora sí que puedo contarlo, ha recaído en la figura de Álvaro López, ilustre cocinero del Restaurante El Quijote, de la vecina localidad de Montilla. En realidad, más que la entrega de un nuevo precio gastronómico, el cuarto desde que se instauró esta tradición, el lunes la sede de Brácana parecía el lugar elegido para la celebración del I Simposium de Cocina de Montilla. Junto al galardonado, aparecieron por la sede todos los cocineros que han tenido en su poder el Cucharón de Palo. Esto es, el América, el Paco Comino y el Manolo Martínez. Los tres arroparon a el Alvarito, como popularmente se le conoce en Montilla, reconociendo durante toda la noche su trayectoria profesional, así como la calidad de los platos que fueron saliendo desde la zona de fogones.
Dicho esto, me toca hacer una crónica, breve aunque precisa, de cómo se desarrolló la noche. El nuevo premio al mérito gastronómico llegó más que puntual, acompañado de el Agustín y el Rafa Villar, de igual manera que el hijo de el Comino estuvo con su padre y el Pedro Martínez con su hermano. Hay que destacar que los bracaneros se mostraron esta vez relativamente puntuales para unevento tan importante, a pesar de los despistes que llevaron a no meter la bebida en el frigorífico el día de antes. Esto provocó que se improvisara un barreño con hielo, a modo de congelador campestre, para tratar de aguantar las embestidas del personal.



De esta forma tan artesanal como práctica, salvaron con honra el marrón, con algún que otro suspiro apagado por el lapsus cometido. Solventado el tema de la bebida, tocaba emplearse a fondo en atender a los invitados, así que tardaron poco en meterse hasta las cejas en las tertulias más variadas, mientras que el Alvarito comenzaba con la preparación de la exhibición gastronómica de la noche. Estuvo acompañado tras la barra por el Ministro de Alimentación, al que no se les escapa ningún detalle y de el Ligre, pinche de la noche, que tuvo la cocina más limpia que el jocico de un perro, como suele ser habitual en él.



Acompañando las heladas cervezas del barreño, se sirvieron unas aceitunitas y unas patatas salaíllas, con el objetivo de aplacar la boa constrictor, que no el gusanillo, que mis compinches tienen dentro. De hecho, los ojos comenzaron a hacer chiribitas cuando el Alvarito apareció en la mesa central con un salteado de pulpo con langostinos al ajillo que tenía una pinta acojonante. Una vez zanjada la pelea con el pulpo, que por cierto, ganaron los comensales por goleada, se tomaron un leve respiro, dando paso a todo tipo de anécdotas y chascarrillos, dividiendo la charla por corrillos, algo habitual en Brácana. Se esperaba el segundo plato con ansiedad y este no se hizo esperar demasiado. Alguien debió equivocarse a la hora de aconsejar a el Alvarito sobre las cantidades, porque el cocinero se marcó un perolón de salmón a la crema de espárragos espectacular. El caso es que allí todo el mundo decía que parecía mucho, pero hubo quien hizo kilómetros entre el ir y venir hacia la mesa. Ya con las ansias mucho más calmadas, la boa constrictor parecía una culebra de herradura, tras el pulpo y el salmón. Por ello, aprovecharon el momento para dar paso al consejo de ministros, que será recordado como el más breve de la historia. Apenas cinco minutos duró la puesta en común, que mi amo aprovechó, como no, para dar las gracias a los invitados y, en especial, a el Alvarito por aceptar la invitación.



Posiblemente uno de los momentos más emotivos de la noche fue el relevo del Cucharón de Palo. El Manolo Martínez, después de todo un año guardando la herramienta que simboliza el trabajo entre fogones, cedió el relevo a el Alvarito, que ahora tendrá que velar por él, hasta el próximo año. Por supuesto, el nuevo premio al mérito gastronómico se llevó su diploma acreditativo y aquí sí toca ponerse serios. Alguna vez he escrito que mis compinches tienen la cara más dura que el cemento por embaucar a un cocinero para que les haga de comer. No obstante, me consta que la intención de este simbólico galardón es noble. Una cosa es decir que la comida de tal o cual restaurante es estupenda, y otra muy distinta reconocer que para que unos estén comiendo los mejores manjares, otros tienen que estar apurados en la cocina, pendientes de que se lo pasen bien los que están fuera.
Ya con el cucharón y el diploma en su poder, el Alvarito volvió a hacer gala de profesionalidad acudiendo a su hábitat natural para cerrar las bocas que aún pedían algo de vituallas. Para cerrarlas, hasta la mesa llegaron unos medallones de solomillo a la pimienta. Levantaron algún que otro murmullo porque hubo quien no se sentía preparado para meterse otro golpe entre pecho y espalda. Fue sólo un momento porque el ruido de los tenedores chocando contra el plato hizo desaparecer cualquier conato de desprecio al plato.



Como no tienen jartura, para falagar le metieron mano a una frutica que preparó el Ministro de Alimentación, antes de dar paso a los digestivos de rigor que cada semana cierran las quedadas bracaneras. Justo antes abandonaron el lugar el Paco Comino y su hijo, además de el Alvarito, el Agustín y el Rafa Villar. El resto se pegaron un cancanasso, valorando la comida de la noche y pensando ya en cuál será el V premio gastronómico, que será entregado en el año 2015.