15 de julio de 2017

15 de julio de 2017 - Sin comentarios

75.000 visitas después

Hace casi ocho años que mi amo comenzó a escribir la historia bracanera, aunque después he sido yo el que ha cogido el relevo, narrando semana a semana las andanzas de la República. Me ha dado por echar un vistazo a las estadísticas del blog y me he llevado una gratísima sorpresa.
¡Joder! Desde que se publicaron las primeras letras hasta ahora, más de 75.000 personas han visitado la Tertulia de vino fino, vía cibernética.
El 10 de enero del año 2010, mi amo publicaba lo siguiente:

Este blog es una rendición ante los tiempos modernos, ante las nuevas tecnologías. Hay veces en las que rendirse y afrontar los nuevos tiempos es la mejor manera de seguir resistiendo, de seguir viviendo a pesar de los pesares.
No soy un experto en vino, solo me gusta beberlo, ni tampoco en gastronomía, pero me gusta comer, y por eso quiero desde este blog contaros mis vivencias relacionadas con estos dos placeres de la vida.
La idea surge rodeado de buenos amigos, un jueves cualquiera, bebiendo y comiendo, oyendo buena música y charlando de lo divino y de lo humano.
Espero que disfrutéis con nosotros, tanto como nosotros lo hacemos cada jueves.




Pues sí. Esta fue la primera entrada, como digo hace casi ocho años, publicada en esta bitácora. Ufff..... se me han venido de golpe a la cabeza tantas cosas... El muro que separaba el salón de la cocina en el callejón; las espinacas del Ari; el manguerazo del patio con el Lin; la ginebra con pepino; el bebedero rebajado con fino al cincuenta por ciento; las calaítas que pillaba los jueves.... ¡Por el Cóndor Bendito de los Andes! Ahora que vuelvo a releer aquella declaración de intenciones, me doy cuenta de que esta historia ha cambiado mu poco. Ni mis compinches son expertos en vino, ni tampoco en gastronomía, pero tampoco pierden el sueño por ello. Donde sí son unos figuras, es en el arte del alterne. Si esto lo riegas con buen fino y lo aderezas con unas buenas vituallas, sale la tertulia de cada jueves.



Hoy he empezado en modo nostálgico, para dejar constancia de que más de 75.000 personas han pasado por aquí en todo este tiempo... y todo sigue casi igual. Con algunos cambios de cara, pero en esencia sigue siendo lo mismo. Para muestra, la Tertulia del pasado jueves. Ya sabéis que cuando llega el mes de julio la cosa comienza a despendolarse y, según pude ver y oir, este año no será una excepción. De entrada la semana que viene mis compinches pasan página en la sede, para dedicarse en cuerpo y alma a honrar con su presencia el recinto ferial de Montilla. Por ello, la última quedada ha servido para dejar claros aspectos de funcionamiento futuros que tendrán gran calado. Obviamente no puedo desvelar nada. Estando bajo secreto de sumario, lo que tenga que pasar más adelante, lo sabréis a su debido tiempo. Lo que sí puedo contar es que muchos meses después, volvió a la sede la fritura del Pepeluí y que, mi amo también volvió al redil. No sé si con pelusilla después de carias semanas o escaqueándose de sus nuevas labores paternales, pero el caso es que se pegó una escapá, dándose unos tientos con el personal.



Como digo, fue un jueves dedicado a las labores organizativas, de cara a la próxima temporada, en la que no personaron el manduquio. Regado por fino C.B. y tinto Xado Mas de Torubio, de Teruel, que aportó el Abertxale, se jalaron además de la fritura, unas tandas de solomillo a la placha, junto a una tarta helada.
Ya os contaré dentro de dos semanas, aunque después de la Feria de Montilla, comienza la diáspora vacacional. De hecho parece que el Paticorto y el Suerto se hacen con los mandos de la cocina, porque el ministro de alimentación pone pies en polvorosa.... A ver cómo sale todo esto.

5 de julio de 2017

5 de julio de 2017 - Sin comentarios

Entre mecánicos anda el juego

Para cerrar el mes de junio, Brácana ha modificado sus costumbres. No es la primera vez que cambian horarios y demás aunque, esta vez, la cosa está más que justificada. La quedada semanal comenzó fuera de la sede, en concreto en la vivienda en la que mi amo reside, en la vecina localidad de Montilla. El motivo era conocer a la pequeña Julia y felicitar a los nuevos padres por el nacimiento de la criatura. Como ya estaba al tanto de la jugada, tiré detrás de el Silencioso hasta reunirme con el resto del personal. Fue una visita de cortesía, esto es, besitos, latigasso, regalito y pa casa. A eso de las 22:00 horas ya estaban en la sede preparado para recibir nuevos embajadores, no obstante, antes de entrar en materia, me detendré en un detalle que no habréis pasado por alto.
Me he estado informando y el nombre Julia proviene del latín. Es la variante del nombre de origen latino Juliana, qué al parecer, se daba a las mujeres más hermosas. Coño, pues mola el nombre ¿no? Aún así, los más avispados habréis apreciado que es un nombre femenino. ¿Cómo cojones van a averiguar ahora la línea de sucesión bracanera? Se admiten apuestas.... ¿se pasarán por el forro el reglamento? ¿Claudicarán admitiendo a Julia como bracanera de pleno derecho...?


Dicho esto, que no es sino una paja mental para hacer bulto en la crónica, me centro en la quedada del pasado jueves. Como digo comenzó más tarde lo habitual. No obstante, puntuales, allí estaban los dos invitados de la noche: uno veterano como el Isi y otro novel como el Paco, tío del primero. Menudo personaje como contaré más adelante. La presencia de el Isi, mecánico de profesion, hizo que buena parte de la charla inicial derivara en el tema de los motores. Entre la Pantera, el Ahijao, el Isi y el Paco, que también entiende de estas cosas, dieron una clase magistral de trócolas, cojinetes, chasis, centralitas, frenos, rodamientos, sistemas eléctronicos... Coño, aprendí tanto que me están dando ganas de pillarme un coche de esos de los playmobil para montarlo y desmontarlo a mi antojo. Aún así, la tertulia de la noche fue variada, saltando del espectacular papel de la Sub 21 en el europeo al tema de los contratos profesionales del deporte. Aquí el personal se encendió, obligando al Ministro de Alimentación en varias ocasiones para apaciguar los ánimos. Mientras todo esto sucedía, ya habían dado cuenta de un quesito y una tortilla de patatas, regadas pertinentemente por Fino ISAUTO aportado por el Isi. Cuando dieron cuenta de él, echaron mano del Fino Pedraza, mientras pelaban con ansia las gambas traídas por los embajadores.


Hasta aquí todo más o menos normal. Vamos, lo de todos los jueves, sólo que esta vez la Tertulia tenía un componente impredecible: el Ligre. Ha vuelto al redil después de su periplo profesional en la Costa del Sol, así que llegó con ganas. Estuvo comedido hasta bien entrada la velada. No obstante, coincidiendo con el cambio de tercio de el Ahijao -léase leñassos- y la apertura de la hora mancha, la cosa dio un giro de 180 grados. Por aclamación popular, se preparaba ya para interpretar un jueves más el Café Negrito, escoba en mano. Ahí anduvo fino el nuevo embajador, que aprovechó un descuido de el Ligre para apropiarse del improvisado micrófono y marcarse un temita de Queen. No contento con ello, solicitó al DJ Viejuno -léase el Suerto- un segundo tema de Michael Jackson, marcándose los pasos made in rey del pop, tocamientos incluidos.


El Ligre se sintió dolido y quiso dejar a el Paco a la altura de los teloneros, así que se pegó un Café Negrito con la misma intensidad con la que se pide una cerveza en pleno mes de agosto a las tres de la tarde. Así terminó la cosa, como el rosario de la Aurora, pero a lo bestia. Por ciento, cuando ya me iba vi como los embajadores echaban el ancla en la Avenida, buscando un tugurio abierto, como decía Sabina en su Trata de impaciencia. Si es que no tienen jartura.....

Un coloquio sin coloquio

Después del follón de la pasada semana, esperaba que la tertulia fuera tranquila el pasado jueves. Más que todo porque la intención inicial era abrir las puertas a los amigos de la Asociación Cultural El Coloquio de los Perros y hacer un intercambio de ideas en torno a los populismos, tan de moda en el vecino país. Ya sabéis, que si Trump, que si Podemos.... Según pude escuchar, ese es uno de os objetivos con los que nació hace ya un buen puñado de años este colectivo cultural montillano. Entre sus señas de identidad tienen la charla, el bebercio y, sobre todo, la cultura. De hecho, desde hace años alternan saraos con concursos literarios, catas de cerveza y de vino, y hace ya algunos años con monólogos de humor y otras hierbas.


La verdad es que la idea de hacer un coloquio en Brácana me parecía sugerente, porque no todo va a ser ponerse tiernos a comer y beber. Si recordáis, con la idea de darle forma a ese debate, semanas atrás estuvo en la sede el Gran Perro, José Alfonso Rueda. Entonces, a modo de estructura de la quedada, se limitó a decir el día, la hora y como organizar al avituallamiento sólido y líquido. Ante tamaño despliegue logístico y organizativo, sólo cabía esperar que el debate fuera un desastre, pero que la comida y la bebida fueran un éxito. Efectivamente, los dos aspectos se cumplieron. No hubo debate, al menos sobre el tema propuesto inicialmente, pero el despliegue en cuanto a comestibles y bebestibles no defraudó.


Dicho así, parece que aquello fue un caos, pero nada más lejos de la realidad. De populismos no hablaron, pero sí que le dieron vuelta a la situación actual del mundo y de la vecina localidad de Montilla, arreglando varias veces la sanidad, la educación, las tabernas y todo tema de conversación que salió a la palestra. A ello contribuyeron los dos invitados, desde el pasado jueves nuevos embajadores, que pasaron por la sede el jueves. El primero en llegar fue el Ángel Márquez. Me resultó un tipo curioso porque llegó antes incluso que muchos de los bracaneros. Desapareció unos minutos tras dejar en depósito un cacho de queso, y volvió a aparecer después para deambular por la sede como Pedro por su casa. El segundo nuevo embajador estuvo mucho más comedido. No sé si abrumado por la caterva bracanera, o sorprendido porque iba a un debate y se encontró en medio de un sarao, el caso es que tardó un poquito en entrar en temperatura. Aún así, anduvo a la par que el resto en tema líquido, sin descuidar el aspecto sólido de la supervivencia.


Allí le dieron repaso un poco a todo. Desde la política a la educación, pasando como no por el fútbol y el baloncesto y, esto sí que me sorprendió, en menor medida por el recurrente tema del follangueo.
Mientras todos estos ingredientes se iban cocinando a fuego lento, el fino C.B. iba pasando del barril a la jarra, de la jarra a las copas, y de las copas a las panzas. El líquido elemento sirvió para refrescar al personal, porque no quiero pasar por alto el calor que estamos pasando estos días. ¡Alerta naranja, por el Cóndor Bendito de los Andes! Menuda calor estamos pasando.
Pero bueno, entre latigasso  y latigasso, platos de tomate, gambas y otros manjares, llegaron al plato fuerte de la noche, solomillo en salsa para más señas, del que no dejaron huella alguna. Tampoco perdonaron los digestivos, aunque eso ya no es ni noticia.

Pdt. Se me pasaba lo más importante, y es la ausencia de mi amo en la tertulia. La razón no es otra que el nacimiento de Julia. Ahí ha estado fina la Carmen, no esperando hasta el jueves. Desde el limbo un abrazo bracanero para el churumbel, la mamá y el papá. Una visitica pronto ¿no?

Una noche completica



Hoy tengo muchas cosas que contar porque la última quedada, que por cierto fue en viernes, dio mucho de sí. De entrada diré que el motivo del cambio de fecha responde a la decisión adoptada en Consejo de Ministros, para permitir que el Ligre se pegue al menos un homenaje al mes junto al resto del personal. Hecha esta aclaración, vamos a los hechos. Aprovechando el previsible quorum, se programaron dos eventos de máxima trascendencia en Brácana, como son la celebración del Open de Pádel y de las Elecciones Presidenciales que, una vez más, se llevó el Maestro de calle.


Os podéis imaginar la expectación levantada, sobre todo para el segundo de estos eventos. Por cierto, que al final no hubo pleno porque el Suerto justificó su ausencia por motivos laborales, ejerciendo su derecho al voto como ciudadano bracanero vía telefónica. Primero voy a centrarme en lo ocurrido durante la celebración del torneo de pádel, que estuvo de lo más movidito pero, como no tengo ganas de escribir, me marco un Ctrl+c y un Ctrl+v de la web de El Heraldo de Brácana. Total, si ya está hecho para que vamos a duplicar esfuerzos.


Paseo triunfal para el Pijo de los Balcanes y el Carlitos

Un año más, no hubo color en el Open de Pádel de Brácana, cuya victoria se llevó la dupla formada por el Pijo de los Balcanes y el Carlitos Gracia. Bajos unas condiciones infernales, marcadas por el intenso calor y la aparición de la lluvia en algunos momentos del torneo, sus rivales no supieron aprovechar las adversidades meteorológicas y fueron un peluche en las manos de estos dos depredadores de la raqueta. Tan sólo se salva de la quema la pareja formada por el Silencioso y el Paticorto de las Ondas que aguantaron el tipo hasta llegar a la final. Llegaron a empatar a uno en el partido final, pero se desfondaron ante la mayor fortaleza mental y física de sus rivales.


Como gran novedad, el Open se disputó este año por el innovador sistema competitivo de 'tós contra tós'. De esta manera se disputaron un total de diez enfrentamientos, habida cuenta de que el Maestro se borró del torneo por una misteriosa lesión, denominada en el argot bracanero como 'acojone escénico'. Tampoco apareció el Suerto, por motivos laborales, mientras que la Pantera de la ITV se retiró en el calentamiento por un leñasso en el codo.
La pareja que a la postre resultaría ganadora del torneo no tuvo rival en la ronda clasificatoria, adjudicándose tres victorias, sin ceder ni un solo punto. Como segundos se clasificaron el Paticorto y el Silencioso con un balance favorable 2-1, mientras que el Pijo del Magreb y el Abertxale lo hicieron como terceros, con un balance desfavorable 1-2. Mucho peor papel hizo la dupla Ahijao-Ligre, que no lograron ninguna victoria, alcanzando la final en cuarto lugar.


Los emparejamientos de semifinales depararon un duelo desigual entre el primero y el cuarto, en el que no hubo sorpresas. Aunque el Ahijao y el Ligre dejaron destellos, fueron de cara a la galería. Aplastante resultó el juego desde atrás de el Pijo de los Balcanes, que se bastó con una derecha demoledora, para destrozar a la pareja rival. La otra semifinal estuvo más disputada aunque fueron el Silencioso y el Paticorto los que mostraron más oficio, aprovechando el lastimoso estado de forma con el que sus rivales, el Abertxale y el Pijo del Magreb, comparecieron en la pista. Aún así hicieron sudar a sus contrincantes, remando para acabar muriendo en la orilla por un claro 2-0, cuando las primeras gotas hacían acto de presencia, poniendo en peligro la gran final.


Al término de las semifinales hubo cónclave. Con amenaza de tormenta y goterones cayendo sobre la cancha, el comité de competición decidió que la final tenía que jugarse, ante las protestas de ambas parejas que ya se veían metiéndose unos tientos de vino por la suspensión del torneo. Cuando ya se habían metidos dos golpes, llegó el resultado de la deliberación, obligando a ambos a salir a la pista. La dupla que encajó peor el parón fue la formada por el Silencioso y el Paticorto, con la mente puesta en los medios de vino y la jatería. Aún así, tras ceder el primer punto, forzaron el empate con una fortaleza mental digna de elogio, para superar el juego preciso de el Carlitos y el Pijo del Magreb. Fueron los mejores momentos de la final porque ahí se rompió el partido. Con empate a uno el Paticorto y el Silencioso de borraron, entregando la raqueta a la dupla ganadora, que brilló a pesar de las infames condiciones meteorológicas que marcaron el V Open de Pádel de Brácana.



Mención aparte merece la celebración de las elecciones presidenciales del año 2017. Con la incorporación de una nueva formación, el Partido Anarkista de Brácana, encabezado por el Suerto, hasta diez formaciones concurrían en estos comicios. Afortunadamente, estuvieron supervisados por el Carlitos Gracia, como ojeador de la ONU, ya que la organización fue un completo desastre. Esta no hubo urnas, así que las papeletas se tuvieron que depositar en un cubo de plástico.


Tampoco se pidieron identificaciones personales para realizar el voto. Para colmo, como el candidato del PAB (Partido Anarkista de Brácana) no acudió a su primera cita electoral, tuvo que votar vía telefónica atendida por el ojeador de la ONU. Vamos, lo que digo, un puto desastre. Aún así, el personal dio validez a los votos emitidos que permitieron a el Maestro revalidar la presidencia, con el siguiente recuento:


Al final, la JEB -Junta electoral de Brácana- no tuvo más remedio que proclamar como ¿nuevo? presidente al Maestro. Como veis, sigue aplicando el rodillo. Tal es su grado de confianza en la ausencia de un rival, que esta vez no aportó ni jatería para convencer al personal. Hubo incluso quien lo acusó de ser el Rajoy de Brácana. No obstante, ante tan grave acusación, la JEB tuvo que intervenir obligando a retirar las acusaciones bajo pena de hacer el turno de pinche durante un año entero.


Lo que sí eché en falta esta vez, fue la hoguera de San Juan. Pero claro, con el tormentón que caía justo en el momento de las votaciones -no sé si será un vaticinio para este nuevo mandato- quién era el guapo que capeaba el temporal. Lo dicho, que hay presidente para rato y, por tanto, Brácana para un año más, como mínimo.

Al borde del caos

Los cimientos bracaneros se tambalearon el pasado jueves. En todos estos años he soportado huracanes, golpes de estado, revueltas, manteos, el Café Negrito... Con la de cosas gordas que han pasado entre aquellas cuatro paredes, deberían saber que lo único que puede hundir la República es la ausencia del Ministro de Alimentación. Pues pasó. ¡Coño, que con la comida no se juega!


Yo, que periódicamente me pego un vuelo durante la semana, para ver cómo va la organización del cotarro, ya me di cuenta a principios de semana de que la cosa no iba fina. El Ministro de Alimentación advirtió de su ausencia, delegando el cargo.  Ya sabéis que la primera bala en la recámara es mi amo cuando el Pepeluí se ausenta. Pues esta resultó de fogueo porque también presentó sus excusas alegando motivos personales. Al final el mamonasso fue, pero tuvo en jaque al personal, que al menos va sobrado de cintura gastronómica, y recurrió a la tercera vía, que fue la buena. El Suerto, haciendo honor a su nombre, dio un paso al frente asumiendo galones a la hora de preparar la comida, con el apoyo de el Paticorto de las Ondas, desde su turno de pinche, manteniendo el tipo hasta que las aguas vuelvan a su cauce.


Pero bueno, a lo que vamos. Solventado el tema logístico, hay que hablar de los embajadores. Fueron tres, invitados precisamente por el Suerto: el Fran Alguacil, el José Antonio Salido y el José Manuel Ruz, alias Vini. Los tres forman parte de la cuadrilla de costaleros de la Virgen de los Dolores, y forman un grupo heterogéneo, pero con muy buen rollo. De hecho, a lo largo de anoche no tuvieron problema en participar activamente en todas las conversaciones: desde los saraos de jet en la costa, hasta la Semana Santa, pasando por el debate político de cada semana. De lo que no se privaron, ni ellos ni los bracaneros, es del jinchón de comer que se pegaron, a pesar de la ausencia del Ministro de Alimentación. Como el Paticorto y el Suerto son noveles en el noble arte de cebar al personal, quisieron quedarse largos, y doy fé de que lo consiguieron. A ello contribuyeron también los nuevos embajadores acudieron a la sede cargaditos de regalos gastronómicos, al más puro estilo de los Reyes Magos. Para que veáis que no exagero os detallo. Comenzaron por unos surtiditos de jamón, queso y caña de lomo. Continuaron con unos tomaticos con anchoas y cerraron la tanda de entrantes - por llamarlo de alguna manera- con un rollo de bacon. Todo ello fue pertinentemente regado por Fino El Muni, aportado por el Vini y Fino La Levantá con el que se dejó caer el José Antonio Salido. No contentos con eso, cerraron filas en torno a una perola de albóndigas con tomate, en la que acabaron mojando sopas. A todo esto, el Suerto cuchicheaba por lo bajo que el personal andaba con hambre. Por ello, aprovechó el reciente afilado de los cuchillos para rebanar una hermosa sandía. Tal fue el empeño que le puso el hombre al asunto, que se pegó un tajo de los que hacen época.
Como digo se pusieron tiernos a comer y beber, por supuesto sin perdonar los digestivos pa falagar. Sería ya la segunda hora más temprana del día, cuando algún insensato propuso darse un último latigasso por algún antro de la vecina localidad de Montilla. Todos decllinaron la oferta... menos el Suerto y los embajadores, que no fueron cegados por el sol al llegar a sus casas de milagro.


Por cierto, que se me olvidaba un asunto importante. El elenco de presentes con los que los embajadores agasajan la República, sigue creciendo. El Fran Alguacil se plantó en la sede con una pequeña escultura, esta vez de corte arquitectónico, que ya luce en la sede. Gente con detalles, sí señor.


El vado de el Gamba

Jamás en mi vida pensé que mis compinches bracaneros tenían una vertiente rociera. Imagino que a vosotros, al menos los que seguís semanalmente las andanzas de la República, os sorprenderá también. Aunque bueno, también es verdad, que de vez en cuando les entra el fervor rociero y peregrinan a otros lugares como La Fundi, la Bodega San Miguel... Todo esto viene a cuento porque la pasada semana, mis compis terrenales decidieron hacer el camino, sin botos ni trajes de corto, pero camino al fin y al cabo.


Yo, que no veía nada claro el punto rociero del que hacían gala la pasada semana, me aposté prontito, a eso de las 20:45, junto al nido de Mustafá, ya sabéis, el búho que vivía en Villa Locura y que tuvo que emigrar por el proceso de deforestación natural que asoló la parcela. De esta forma, vi como el personal iba llegando a la sede, con numerosas bajas, y sin echar raíces. Apenas tardaron media hora en ponerse en marcha. Yo, que no tenía ni idea del destino final, porque esas cosas las llevan en el secreto más absoluto, fui avanzando en paralelo a la fila romera, por los Montes Bracaneros. Se adentraron por la República de las Casas Nuevas, hasta alcanzar la Plaza de la Aurora, donde tuvo que hacer un pequeño descanso. En esas estaba cuando vi como el Paticorto y el Suelto andaban con sus labores diarias, micrófono y cámara en ristre. Aquello me acabo de despistar por completo, mas aún cuando vi que el personal echaba el ancla en un chisnacle llamado Taberna Imperial. Pensé que era cuestión de echar gasolina para el largo peregrinar, pero me equivocaba. Se hicieron fuertes en la plaza tomando asiento y hablando de que aquello era como el Vado del Quema, pero en versión bracanera. Vamos que allí había que mamar y punto. No hubo bautizos ni ceremonias similares, aunque no perdieron tiempo en proclamar el vino como rito iniciático de tan peculiar peregrinación. El caso es que el nombre del antro me sonaba. Además, al poco tiempo se unieron el Paticorto y el Suelto al redil. Fue entonces cuando vi claro que la romería no pasaba de allí.


Cuando llegó el camarero es cuando lo vi todo claro ¡Claro, cojones, Isidoro el Gamba! Uno de los embajadores ilustres de Brácana que regenta junto a su hermano Antonio la Taberna del Barrio.
En ese momento fue cuando comencé a preocuparme, haciendo memoria del pifostio que lió cuando estuvo en la sede, acompañado de el Garrote y de el Pepe Márquez. El caso es que como la cosa iba de romería, he bautizado aquel lugar como el Vado del Gamba, aunque bien podrían llamarlo también el Gambasso, en honor al mítico Bolerasso. Ya sabéis, como el Vado del Quema que atraviesa el río Guadiamar, cita obligada para los rocieros que hacen el camino, pero en laico y en plan de pescaito y vino.


Poco tardaron en comenzar con el comercio y el bebercio. Los papelones con fritura de pescado y choco, salían a pares, haciendo del trabajo de el Gamba, un entrenamiento de ultra trail, al obligarle a cruzar la calle con cada pedido. El sitio en cuestión es tan peculiar, que una de las medias de vino, llegó en un envase al estilo Agua de rosas, con sus florecitas y todo. Esto provocó más de un comentario al respecto aunque, como del continente no vive el personal, sino del contenido, aquello no pasó de la anécdota. Por cierto, que las anécdotas ocuparon la mayor parte de la noche, con el Gamba, el Isi,como protagonista. Su pasado futbolero, como uno de los mejores carrileros que se recuerdan por estos pagos, dio de sí. Que si el estadio de Alvear, que si las plantillas con las que jugó, que si los entrenadores, que si las primas por ganar, que si los sueldos.... Claro, cuando el fútbol local tenía otra dimensión y la regional preferente era como la Segunda B actual.


Aquello se prolongó hasta bien entrada la noche. Hubo revolcón para el Suelto, que todavía no ha pagado la prima resultante de la expedición de su pasaporte bracanero y, aunque parezca increible, casi diez botellas de vino después, hubo latigasso en la sede. Ni cortos ni perezosos, volvieron a cruzar los Montes Bracaneros, pasada la hora de las brujas, con el Ahijao como maestro de ceremonias. Y es que hay cosas que no cambian, como la visita de nuevos embajadores, la semana viene. Ya os contaré.

El Gran Perro y la Pantera

Sé que es un título un poco enigmático para la crónica de este jueves, pero es que el eje central de la última tertulia fueron precisamente el Gran Perro y la Pantera. El segundo volvió de nuevo a compartir vino y jatería con mis colegas, después de semanas de ausencia, en las que ha vivido momentos delicados en el plano emocional. No voy a extenderme en este asunto porque tampoco procede. Pero lo que no quiero pasar por alto es la emoción contenida del personal cuando cruzó la puerta de Brácana. Abrazos, sensaciones... ¡Coño! es que son un montón de años. Hasta yo les tengo un cariño especial, y eso que apenas si comparto con ellos unas horas cada semana. Durante todo el día el whatsapp bracanero echó humo previendo la posibilidad de contar de nuevo con la Pantera y, aunque llegó un poco tarde, el momento fue de esos en los que se nota que el buen rollo está por encima de las malas noticias.


Respecto al Gran Perro, éste no es otro que el José Alfonso Rueda. Presidente de la Asociación cultural El Coloquio de los Perros, desde hace años hay feeling entre el colectivo y Brácana. De hecho su presencia el pasado jueves, responde a un evento en el que perros y bracaneros compartirán charla, vino y jatería. El caso es que el Coloquio suele organizar una vez al año un debate abierto al público, aunque especialmente para sus socios. Este año se han acordado de mis colegas y se va a celebrar en la sede de la República, previa aprobación unánime en Consejo de Ministros, a finales del próximo mes de junio. Hablarán de los populismos, tan de moda ahora por todo el mundo, con la irrupción de el Trump, el susto que ha dado la Le Pen en Francia y otros ejemplos que invitan a reflexionar sobre las razones que llevan a la peña a votar a esta gente, que tiene más peligro que un mono con dos pistolas.


No deja de ser curioso que se hayan acordado de Brácana, para que sus miembros también ofrezcan su opinión al respecto. Aunque claro, en el momento que establecieron el reparto organizativo, en el plano gastronómico, todo fueron okeis. Por cierto, hablando de jatería, tampoco anduvo mal la cosa el jueves, comenzando por las tapitas en barra -jamón y salchichón-, siguiendo con unas tortillitas de camarones y cerrando la tanda de vituallas con una longaniza criolla, que según parece prepara el cuñado de mi amo.


Así transcurrió la noche, como siempre disfrutando del buen ambiente y, también como siempre, preparando saraos para el futuro ¡Si es que no paran! Bueno, sí que paran, porque esta semana debió celebrarse el V Open de Pádel de Brácana. Ha sido aplazado para fechas posteriores debido a una plaga de lesiones que asola al personal. En cualquier caso, el sorteo ya está realizado, con parejas con un nivel que asusta........ por la ingesta de vino per capita que atesoran:

Pijo del Magreb-Abertxale

Carlitos Gracia-Pijo de los Balcanes

Suerto-Pantera ITV

Silencioso-Paticorto de las Ondas
Ahijao-Ligre

Ante semejante plantel, huelga decir que es complicado hacer un pronóstico. Aunque lo contaré, que no os quepa la menor duda.

El fino rockero vuelve a Brácana

Después de los dos envites sufridos en Brácana en el mes de mayo, el tercero no se ha quedado corto. Tampoco ha sido una sorpresa, porque siempre que visitan Brácana el Pepín Carbonero y el Rafa J.J. la cosa suele prolongarse. Como digo, esta vez no fue una excepción, y eso que los dos embajadores noveles con los que llegaron a la sede estuvieron comedidos. Bueno, lo estuvo el Rafa Baños, porque el Manolo Urbano también está más suelto que la cabra de un gitano.


La verdad es que los cuatro camparon a sus anchas por la sede y en especial los dos embajadores veteranos. Sobre todo el Pepín, que le tiene la medida cogida a uno de los banquillos, y sólo lo abandona para rellenar. A veces ni eso, porque allí se riega la plaza bastante a menudo, para que no se levante polvo. Podría contar muchas cosas sobre la reunión del jueves, pero me detendré sólo en comentar algunos detalles.
El primero de ellos es el sorteo realizado de un pelaito en la peluquería de el Rafa Baños. Ya no saben que inventar, así que se montaron un sorteo en el mismo tiempo que tarda en persignarse un cursa loco. El cachondeo fue mayúsculo porque el premiado fue el Pepín. Hombre no es que sea Yul Brinner pero, tampoco el Sevilla, el de los Mojins Escozios. La verdad es que el Rafa iba a pasar más hambre en Brácana que un lagarto detrás de una pita porque pelos, lo que se dice pelos, allí no hay muchos, salvo contadas excepciones. ¡En la cabeza mal pensados!
El otro golpe de la noche también tuvo como protagonista al Pepín, que está en todas si os dais cuenta. Sabido es por los que seguís esta bitácora, que es un enamorado del Larios como ginebra, hasta tal punto que según parece siempre lleva una en el coche por si en el garito de turno el camarero se las da de esnob, con otras ginebras más exclusivas. Pues bien, coincidió que el tío cayó en el lugar y el momento, después de rellenar las bodegas bracaneras de destilados.


Lo otro que recuerdo es la surrealista conversación mantenida en la sede sobre los relojes. Al parecer, mi amo es un flipao de estos artilugios que dicen controlar el tiempo, contando con tipos y variedades por todas las habitaciones de su casa. No me preguntéis cómo, porque perdí el hilo al poco de comenzar la conversación, pero allí el personal se descojonaba. Yo particularmente no le vi el chiste al asunto. También hablaron de la Fiesta del Mosto Nuevo de Cabriñana, donde mis compis suelen dejarse caer asiduamente. Según parece este año habrá cambios, así que tendré que estar atento a la jugada para no quedarme en fuera de juego.


Destacar también que al margen de las tapitas en barra ya habituales, se metieron entre pecho y espalda unas papas a lo pobre y una merluza con papas que, según parece, está mejorando el Ministro de Alimentación para incorporarla a la carta de Lavergy. Ya con la anaconda matada, que no el gusanillo, tiraron de destilados para cerrar una nueva noche bracanera.

Tertulia de traca

Si la pasada semana se lió parda con la apertura de la temporada de concierto en Brácana, no menos movida fue la segunda tertulia de mayo. Imagino que estas cosas suceden porque la primavera la sangre altera, y por estos pagos el personal no necesita que le toquen las palmas para ponerse a bailar. Siempre digo que mis colegas ponen los ingredientes básicos para un buen sarao, pero las especias la aportan los invitados, que cada jueves salen de la sede como nuevos embajadores. Sirva esto como introducción para presentar a los últimos que rindieron tributo a la República: el Joaquín Cañete, el Manolo Martínez y el Antonio Pino. Estos son los que pisaron Tierra Santa por primera vez, porque a ellos hay que unir la presencia del Luichi López, que ya sabe bien de qué va la cosa.


Como digo, todos ellos de una u otra manera, son boinas verdes en el arte del comercio y el bebercio. Se tiran como pechitos rubios a la barra y cuesta despegarlos de ella. También contribuye a ello la jatería que se sirve a modo de tapitas. El jueves se abrió al veda de los caracoles, iniciando este ritual tan montillano y cordobés, como bracanero.  Es verdad que el tema de los caracoles es una religión. Cuesta que alguien reconozca que los caracoles están perfectos. Siempre les sobra o les falta pique, todavía no tienen suficiente sabor porque es muy pronto, están un poco sucios o, si ya son tardíos, se ha pasado la fecha y ya tienen gusanos. Pero la verdad, tal y como pasó el jueves, es que el personal no para se sorber como si le fuera la vida en ello.


Caracoles a parte, una noche más se pusieron tiernos a beber C.B. y a comer. Junto a los caracoles, el jamón sirvió de aperitivo, mientras que la carne al ajillo y una bandeja de alitas de pollo al horno, hicieron las veces de plato fuerte. Solventados con nota los pilares básicos de la República -comer y beber- sólo me que un apunte más: los embajadores. Ya he comentado que son profesionales de la taberna, que estuvieron divididos en tres grupos. El Cañete y el Manolo en la zona alta de la barra, el Luichi junto a la nevera de priva y el Pino... a su puta bola ¡Menudo personaje! Yo creía que mis compis eran escandalosos, pero qué va. Si contamos nueve bracaneros -sin el Ligre ausente- más cuatro embajadores, baste decir que al único que se le oía en toda la sede era a él.


No lo digo de mal rollo, ¡qué va! Al contrario. El pino se cascó una tanda de anécdotas y chistes que mantuvo al personal embelesado durante buena parte de la noche. Tanto que mientras se zampaban los digestivos de rigor, todavía seguía ere que erre con sus cosas. Otro fichaje para la Tertulia, y van.... ufff, ya he perdido la cuenta.

Temporada de conciertos

No es que se me haya ido la olla, no. Lo que avanzo en el título de esta entrada es pura verdad. Brácana ha abierto la temporada de conciertos un año más, con el Carlos y el Juan como cabeza de cartel. Bueno, a decir verdad, fueron cabeza y únicos integrantes del cartel porque la intervención de el Suelto a la percusión, no estaba prevista en el programa. El resto de 'artistas' previstos para el concierto -léase el Paticorto de la Ondas- hicieron mutis por el foro, dedicándose a apalpar la guitarra más que a tocarla, ante los abucheos del personal.


Os podéis hacer una idea, con esta introducción, de cómo fue la noche, y eso que la cosa empezó tranquilita. Yo, que ese jueves llegué un pelín tarde, ya me vi sorprendido justo en la puerta, cuando vi llegar a un tropel de personas cagados con bartulos, entre los que pude distinguir varias guitarras. Estos me hizo sospechar que se estaba preparando traca de la buena y no me equivoqué. Entre el grupo pude distinguir a dos embajadores veteranos como el Charlie y el Chema, colegas ambos de el Ahijao. A los que no tenía controlados es a los otros dos, que resultaron ser dos figuras de la guitarras y el saxofón, como contaré más adelante.


Como digo, entré en la sede con el plumón de la nuca erizado, pero la verdad es que me esperaba un ambiente cargado. Aún así, lo que me encontré es un ambiente de tertulia sosegado, en el que la música ganaba enteros entre los temas de conversación. Entre tanto, el personal ya se iba castigando el hígado y el estómago, con los entrantes en barra habituales, mientras mi amo aderezaba un lomo a la sal en el horno. Por cierto que, diga lo que diga, la cagó. Que si al horno no le tengo cogido el punto, que si el de mi casa da más caña que este.... Vamos, que se le quedó algo crudo. La suerte es que allí la gente se come a un cochino vivo, incluso sin quitarle la piel, mientras haya vino. Fue su salvación, porque veía como el ministro de alimentación exhibía una media sonrisa al estilo I'm the fucking master.


Pero bueno, por primera vez en la historia, al menos que yo recuerde, la jatería y el vino -C.B. por cierto- pasaron durante la tertulia a un segundo plano. Consumida la carne poco hecha, por ser benévolo, el Ahijao pasó a los hechos, con su habitual torre de refrescos y destilados, paseando por la sede. Fue la chispa que prendió la mecha. En menos de lo que tarda en persignarse un cura loco, el Carlos y el Juan habían montado el quiosco, amplificador incluido, preparándose para el recital. Tras calentar con algún temas más o menos conocido, el Carlos soltó el saxofón bluseando rimas improvisadas para deleite del personal.


En estas estaban cuando se vino arriba el Suelto, nunca un nombre de guerra fue tan acertado. Pilló por banda el cajón el flamenco y entró en trance. Como el personal iba ya en quinta, reclamó la presencia de el Paticorto, que hizo un Curro Romero, y me explico. Salió flamenco como un pavo hinchado. Pero no lo vio claro y, sin acertar una nota, se acomodó en la barra atacando su Larios-Cola, antes los gritos del respetable. Hubo incluso quien reclamó el precio de la entrada aunque, por fortuna, el Carlos y el Juan volvieron a retomar el protagonismo de la actuación, con el Suelto como invitado de excepción.


Así, entre improvisaciones, música y buen rollo, se cerró la noche en Brácana. Lo que no invente esta gente y a los embajadores que llegan semana a semana...

Viajar es un placer

Por fin llegó el día que un servidor tiene anotado en colorao en el calendario: la peregrinación anual a La Fundi. Qué queréis que os diga. Desde que este ritual comenzó en el 2013, son ya cinco años en los que la primavera no sería lo mismo sin este viaje a Montalbán. Podría argumentar muchas razones, pero la principal es que el entente Brácana-Juan Castillero, funciona a las mil maravillas.


Los que ya seguís esta bitácora como lectura de cabecera, ya sabréis de qué va la cosa. Fijada la fecha -normalmente el último jueves del mes de abril, aunque esta vez la cosa se ha pasado al viernes para posibilitar la presencia de el Ligre- durante la semana previa llegan los preparativos. Primero los conductores y los coches disponibles. Esta vez, como el Maestro ha causado baja, se necesitaban sólo nueve plazas. El Pichichi puso un carro, como todos los años, y el Ahijao el otro, bajo la condición de que lo llevara y trajera otro -este tío sí que ha espabilado desde que era un pipiolo y bebía coca-cola-. Una vez asignado el reparto de coches, entran en juego los presentes. Cada se va complicando este asunto. Ya han caído diplomas, catavinos, venencias, pavos castellanos... así que esta vez tocó una camiseta de Brácana. No es que sea gran cosa en el plano cuantitativo, pero sí en el emocional. Al Juan sólo le faltó que se le cayeran las lágrimas al verse equipado con el uniforme parrandero de mis colegas.


Por último, una vez solventados los trámites preliminares, sólo queda entrar a matar. En La Fundi se sabe cómo y cuándo se llega, pero nunca cómo ni cuándo se acaba. Sobre todo porque el trasiego de comida y vino es constante durante toda la noche. Para variar, el Juan había preparado jatería -ascuas incluidas- para los regimientos del General Patton, del Mariscal Rommel y de Charles de Gaulle... pero para toda la guerra. Es que no falla. Es hablar de Brácana y encarga del tirón un cochino en embutidos, una vaca en pedacitos y la fruta correspondiente a todas las exportaciones de Brasil. A esto contribuye el que mis colegas no le dicen que no a nada. De hecho, cuando el personal ya iba tierno, el ministro de alimentación empezó a meterle caña a las brasas, para meter la espuela a base de ternera. Con todo esto os podéis hacer una idea del líquido que necesitaron para trituras. Boina verde en estas guerras, el Juan indicó nada más empezar la noche dónde estaban la botas -como si no lo supieran ya- dónde la goma y... a chuparla. Efectivamente la peña se puso a gusto, bebiendo a demanda: que si este está más chiquito, que si está de cojones, que si ahora le damos al amontillado, que si al Pedro Ximénez.... Vamos, como a nadie le importa.


Los más avispados habréis notado que todavía no he hablado del otro personaje de la Fundi: el Negos. No lo he hecho porque no acudió a la llamada bracanera. Eso provocó que la peña ya prepare un nuevo juicio por desacato a la autoridad. Bueno no acudió en hora. Cuando el personal ya estaba en los coches, llegó el susodicho calentando al personal para meterse más tientos entre pecho y espalda. Mis compinches, que ya tienes más muescas que las pistolas de Billy el Niño, aguantaron el tipo, pero sin llegar a pisar de nuevo el escalón de La Fundi. De haberlo hecho, y ellos la saben bien, la noche se hubiera alargado de lo lindo.
Podría contar muchas más cosas pero bueno, que voy a decir ya que no haya narrado en estos cinco años de peregrinación. Os dejo con algunas afotillos que se marcó el Suerto, ante la ausencia de el Maestro. Nos leemos la semana que viene.








3 de julio de 2017

3 de julio de 2017 - Sin comentarios

De vuelta de las vacaciones

¡Me ha dejado! La muy garza me ha dejado en plenas vacaciones ¡Me cago en to lo que verdea! Yo que había planeado una semana a base de frutas y hueso de jibia, y me deja colgado por un puto tucán. Os lo tengo que contar porque si no, reviento. Además, me ha dicho Labordeta que mejor dejar salir el carácter agrio, como hizo él en el Congreso con el célebre ¡A la mierda! Os lo cuento rápido para haceros partícipes de mis penas.


El caso es que conseguí un vuelo baratico hasta Guatemala, colándome en la bodega de un avión turístico. Todo iba cojonudo. Ya me imaginaba yo en el hotel-nido que había reservado en la selva de Trikal, pero tuvo que entrometerse el hijo de buitre del que hablo. Claro, 50 centímetros de alas cortas y cola larga, y el puto pico naranja, es mucha tela para un pequeño diamante mandarín como yo. El caso es que nada más llegar al hotel, la garza de los cojones va y me dice:
- Mira Punselito, como amigos lo que quieras, pero puestos a pisar, el tucán empuja más que tú.
Y ahí se acabó la historia. Se dio media vuelta, cogió las llaves del hotel-nido y me dejó tirado en plena selva, entre pumas, ocelotes, mapaches boreales y murciélagos. Allí me las apañé como pude, compuesto y sin novia, sobreviviendo gracias a una pareja de loritos encapuchados que me acogieron y me acompañaron hasta el aeropuerto al día siguiente.
¡Vaya mojón de vacaciones! Encima vuelvo y hay semana blanca en Brácana y en el limbo, sin tener a quién contarle mis penas. Ya voy un poquito más recuperado, ahora que todo vuelve a la normalidad. Aunque no me quito de la cabeza a la garza de los cojones, voy tirando.
Entenderéis que no tenga muchas ganas de escribir, pero el compromiso es el compromiso ¡Yo no dejo a la gente tirada por un caprichito, copón! Así que ahí va la crónica de mi primer jueves de soltería, tras el affaire con la garcilla.


Dos nuevos embajadores llegaron hasta la sede, de la mano de mi amo, el Pepe Villegas y el Matías Casas. Ambos son compinches de el Pijo del Magreb en sus correrías por el mundo y hace semanas acordaron darse unos golpes en Brácana para conocer la República.Como siempre, le dieron vuelta a la actualidad mundial, como no haciendo escala especial en el fútbol y concretamente en N'Zonzi. Pero de lo que más se habló es de sucesos. El Villegas forma parte de los cuerpos de seguridad del vecino reino de España y mostró una batería de intervenciones y anécdotas interminable. Yo, que estaba desganadillo por lo que os he contado antes, no prestaba tampoco mucha atención, pero daba la sensación de que más allá de las fronteras bracaneras se había instaurado la Ley Marcial (como aquí hace algunos años, que todavía me tiemblan las patitas cuando lo pienso).


Entre anécdotas, risas y otras historias, fueron mojando la charla con fino C.B. ( y unas botellitas de Palacio Quemado que también cayeron) acompañado pertinentemente de jamón y queso, croquetas de roquefort y picadillo de naranja con bacalao.
Me vais a permitir que hoy no me extienda mucho más, pero es que no me llega el aliento al pico. Sí os digo que la próxima semana toca éxodo, viajando hasta la morada de el Juan Castillero.
Así que la próxima semana pa Montalbán, peregrinado hasta la Fundi. A ver si con un poco de suerte me encuentro a una jilguerita guapa en los limones que tiene el Juan, y alivio un poquito el tema.