4 de diciembre de 2018

4 de diciembre de 2018 - Sin comentarios

Hasta El Mocho de 'venao'

A lo mejor me pongo un poco pesado semana a semana con lo de la comida en Brácana, aunque esta vez entenderéis que mis exposiciones están más que justificadas. Seguramente muchos de vosotros estaréis acostumbrados a cenar una tortillita francesa, una ensaladita o un tomatico antes de reposar un poco en el sofá y desparramarse por la cama. Pues bien, aquí el personal es capaz de meterse un tapeo como la copa en vino, un venao en salsa y unas fabes para cenar, sin despeinarse. Vale, de acuerdo que no es lo habitual, pero sí mucho más de lo que podéis imaginar. En ese nivel gastronómico estuvieron mis compinches el jueves. Bueno, gastronómico y enológico también porque le atacaron a muerte al Fino María del Valle que trajo el Mario Alférez. Ya que he nombrado a este personajillo curioso, hay que hablar también de su acompañante, responsable de los ardores de madrugada de más de uno.


Si recordáis, hace un par de semanas el Mario estuvo por Brácana preparando la llegada de un nuevo embajador, el Manuel Cano. Los dos se sobraron para mantener a raya al personal bracanero, a base de comida. El Manolo Cano es un personaje con todas las letras. Es uno de los colegas profesionales que el Mario tiene en la zona oeste de la provincia de Córdoba, para más señas en Los Mochos. Le pega al vino que no veas y además, es aficionado a la caza de monte. Entenderéis por tanto lo del venado en salsa. Lo de las fabes también tiene una explicación. Es que la criatura, para disimular, le echó alubias al compango descomunal que llevaba el puchero en  cuestión.


Vamos, sin conocimiento ninguno para una noche cualquiera entre semana. En ellas estaban, cuando entró mi amó encontrándose con el percal. Tal era el descontrol que cuando ya llevaba allí algún tiempo le dijo al Mario: "Eres el Kichi de Brácana" con la que estás liando hoy. Fijaos en el pelaje de el Manolo Cano, que en el juramento bracanero al tercer grito volvió a pedir vino cuando se dio cuenta de que tenía la copa vacía. Lo dicho, un elemento de cuidado.
En el consejo de ministros volvió a salir el tema de Medina Azahara, advirtiendo al Mario, perdón al Kichi, de que hiciera lo propio con su consorte para controlar al personal. Luego, la verdad, no son tan malos de comportamiento aunque, en Brácana, se les suelta el pelo y eso que muchos ya están calvos.


Al menos me tranquilizó saber que el Manolo no tenía que volver a casa. En Brácana son unos inconscientes para muchas cosas pero al menos no para la seguridad. Y claro, como todos iban a pie, se pararon un ratito a darse unos latigassos.... como el Rosario de la Aurora acabó aquello.

En miércoles, pero con la misma intensidad

Hoy vuelvo dos semanas después de la última Tertulia. Tras la visita de los maestros se dieron, bueno nos dimos, una semanita de respiro sin invitados, para preparar futuros saraos. En realidad fue una semana también de preparación, porque el Mario Alférez visitó una vez más la República para preparar la visita de un embajador de más allá del Portichuelo, que según parece llegará en breve a la República con un menú de lo más contundente.


No perdonan una los mu cabrones. Baste como ejemplo que el Paticorto y el Suerto aterrizaron en Brácana recién bajados del AVE, después de un día intenso de contactos en Madrid, participando en nombre de la República un año más, en la Feria Internacional del Turismo. Vamos, que lo único que les hace falta a esta gente es promoción.
El caso es que con esa tertulia de transición, en la que no faltó el vino y la jatería, se han plantado ya en la última quedada del mes de enero (otro a la talega, que diría mi amo). No tuvieron más remedio que pasar la quedada al miércoles por problemas de abastecimiento eléctrico a la jornada siguiente en Alvear.


Pero como los principios en Brácana son relativos, del jueves al miércoles y bebo porque me toca. Tres nuevos embajadores tiene la República desde entonces: el Miguel Gómez, el Juan Muñoz y el Francisco Villar. Todos ellos son colegas de el Silencioso que ha enmendado sus estadísticas de invitados. Ahora sí que responden pero claro, allí en Brácana, siguen llamándole matagatos. El caso es que fue una charla amena, esta vez sin borricadas dignas de mención, porque los cuerpecitos todavía están resentidos tras las navidades. Aún así, todavía tienen estómago para seguir comiendo y bebiendo, que eso sí que no lo perdonan. Los nuevos embajadores llegaron con un jatillo importante bajo el brazo, integrado por queso, salchichón, caña de lomo y aceitunas. No contentos con ello, prepararon de manera paralela unos mejillones de 'la mer' y un arroz con churrasco de pollo (esto no acabo de entenderlo, la verdad). Vamos, para que les dé algo malo un día de estos.


Yo también estoy sufriendo los efluvios de la Navidad y no me quedé con todos los temas de conversación, que fueron muchos y variados. Sí recuerdo que la nostalgia de épocas pasadas predominó en el ambiente, contando batallitas de lo más peculiar. También se habló de fútbol porque el Real Madrid ha caído eliminado de la Copa del Rey ante el Leganés. Evidentemente son cosas que no son pasadas por alto por un alto porcentaje de bracaneros entre culés, palanganas, colchoneros y béticos. Dicho de otra manera, que pusieron a los merengues de vuelta y media.
Otro aspecto destacado de la noche es que están preparando la diáspora hasta Medina Azahara, prevista para abril.


Ahí andan dándole vueltas a ver cómo pueden meter una bombona, un perol, el sofrito del arroz y un bag in box de vino en el yacimiento. Si es que son muy bestias. La pobre Inma, consorte de el Kichi, será la guía de la visita cultural y no sabe lo que se le viene encima. Ya os contaré.