Tertulias de vino fino

 Y ya por fin y a mediados de enero (jueves 18) la sede se vestía de gala. Bueno realmente llevaba casi un mes adornada. Para celebrar la Nochevieja del dos mil veintitrés. Con dos ausencias destacables, pero con la autorización y consentimiento de las mismas (Pantera y Abertxale), los bracaneros daban la despedida a un año para de la misma tacada dar la bienvenida a otro. Y como este año la cosita iba fuera de calendario pues el Morito Bueno hizo acto de presencia con su bolsa de regalos. Todo en uno, Nochevieja y Morito Bueno. Jamón y marisco, arroz con bogavante, y uvas, champán y dulces, vuelta cubana y baile, y por supuesto digestivos para “efalagar” lo que se habían metido entre pecho y espalda. Vamos que no falto de nada. Aunque al parecer los bogavantes eran de plástico y además del año pasado y lo que creían carne de los mismo, surimi de cangrejo (es decir palitos de océano). Como anécdota, otra más, contar que perdieron el hilo de la hora y celebraron las campanadas a eso de las cero horas y veinticinco minutos del viernes 19. Vamos una puta locura.