9 de agosto de 2014

9 de agosto de 2014 - Sin comentarios

Una fiesta en condiciones


Aún a riesgo de equivocarme, la tertulia del último jueves entrará en la historia de Brácana dentro del top 10 de fiestones. A lo mejor estoy exagerando un poco pero, su hubierais estado allí, los entenderíais perfectamente. La terna que apareció por la sede, atesora saraos en el cuerpo pa repellar la Tercia, que se dice en la vecina ciudad de Montilla. El Miguel Salas, el Agustín Raigón y el José Zafra no sólo encajaron a la perfección con los hábitos de vida bracaneros, sino que se encargaron de enriquecer la tertulia a base de anécdotas y buen rollo, empapadas en vino fino.


En medio de este clima, desde fogones fueron salieron de manera constante tapitas en barra, hasta que mi amo se preparó un chorizo a la sidra con el que apaciguar los ardores vinateros. Lejos de conseguirlo, el líquido elemento siguió corriendo de copa durante toda la noche, preparando un final de fiesta que ni los más optimistas esperaban. El caso es que el trío de ases del pasado jueves maneja los tiempos a la perfección. De hecho, cuando dieron con el plato estrella de la noche, un picaillo preparado por el ministro de alimentación, alguien preguntó a el Salas por la guitarra que casi siempre lo acompaña.


Como el personal estaba ya que arrancaba a cuarto de vuelta, tardó en acercarse al coche lo que tarde en persignarse un cura loco, para comenzar un recital particular, repasando desde la música de Triana hasta las sevillanas, haciendo especial hincapié en el flamenco. Entre fandangos, los vapores del vino siguieron creando un clima tan especial que el personal se convirtió en improvisado coro de palmeros, mientras que los más osados, incluso se atrevieron con algunos versos de El Cabrero:

Vengo de ronco tambor de la luna
en la memoria del puro animal
soy una astilla de tierra que vuelve
hacia su antigua raíz mineral.....
Vengo de adentro del hombre dormido
bajo la tierra gredosa y carnal
rama de sangre, florezco en el vino
y el amor bárbaro del carnaval.
Yo quiero luz de luna
para mi noche triste,
para pensar divina
la ilusión que me trajiste.
Para sentirte mía...
mía tú, como ninguna
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna.
Yo siento tus amarras
como garfios, como garras
que se ahogan en la playa
de la farra y el dolor,
y llevo mis cadenas a rastras
en la noche callada,
que sea plenilunada
azul como ninguna, 
pues desde que te fuiste
no he tenido luz de luna.


Entre verso y verso no faltaron las risas, los chascarrillos (que cada vez son más frecuentes en Brácana) ni tampoco los digestivos de rigor con los que cerraron la noche. Hoy no escribo más, pero la próxima semana.... más.

0 comentarios:

Publicar un comentario