10 de noviembre de 2015

10 de noviembre de 2015 - Sin comentarios

A nadie le amarga un dulce

Bueno, pues aquí estoy de nuevo, dispuestos a contar las andanzas de mis colegas bracaneros, esta vez lejos de la sede institucional y ojo, sin que sirva de precedente, obviando el vino como líquido elemento. El pasado jueves peregrinaron, y nunca mejor dicho, hasta las instalaciones de la firma montillana Cabbeer, especializada en la fabricación de cervezas artesanales. Digo que peregrinaron porque el traslado hasta el Polígono de Jarata, donde se encuentra esta fábrica, fue denominado como la diáspora bracanera. Como me olía el percal, me fui tempranito para no perder detalle. De hecho, a eso de las 20:45, andaba ya por los montes bracaneros expectante, esperando la llegada de mis colegas. Mientras hacía algo de estómago con unos gusanos que andaban despistados por el árbol, vi cómo comenzaban a llegar poco a poco, con algunas ausencias que me despistaron un poco. El caso es que cogieron unas pocas bolsas con víveres para sobrevivir a un apocalipsis zombi, se echaron al hombro el jamón estrenado la semana anterior, y pusieron rumbo hasta Jarata a pie.


Yo iba saltando de rama en rama, acompañándoles durante el trayecto, hasta que se fueron incorporando la Pantera de la ITV, que llegaba rezagado, y el Ahijao, que esperaba a los peregrinos, jamón incluido, en la frontera que marca el Barrio de Casas Nuevas con La Toba. Vamos, junto a la carretera. Llegaron más quemados que la moto de un hippie, todo hay que decirlo pero, como hambre que espera jartura no es hambre, entraron en la fábrica con el gesto sereno, aunque deseando meterse entre pecho y espalda la primera de las cervezas de la noche.
Mientras el ministro de alimentación deambulaba por la cocina, preparando la jatería para lo que estaba por venir, ya le metieron mano a la primera de las siete cervezas que cataron durante la noche, la Pilsen Extra, elaborada con maltas de Moravia. Tengo que reconocer que alguno se tomó en serio el asunto, oliendo y paladeando esta cerveza, mientras otros, no voy a mentar nombres, saciaron la sed como posesos, tras la larga caminata de la diáspora.


A partir de ahí, ya con el ánimo, y sobre todo el gaznate, mucho más calmados, procedieron a la visita a la fábrica, guiados por las explicaciones de el Paco y la Inma, responsables de Cabbeer: que si el malteado, que si el lúpulo, que si la decantación, que si las etiquetas... uff demasiados datos para mi pequeña cabecita. Eso sí, el personal estuvo más que aplicado e interesado, porque hay cosas de la cerveza que no sabían, más allá de metersela entre pecho y espalda, bien fresquita. Entre lo que más llamó la atención fue la experimentación que llevan a cabo en la fábrica, metiendo cerveza en barriles que previamente han criado Pedro Ximénez u otros tipos de vino. Ya se sabe, renovarse o.....


Pero como de lo que se trataba, más allá de conocer el proceso de fabricación, era de catar cervezas, el Gaspar fue el que hizo de cicerone en esta parte, sacando birras a destajo. Cerveza Bock Ale, fermentada con levadura Saccharomyces  cerevisiae para aportarle un toque diferente; Trigo Extra, mezcla de malta de trigo y cebada; Dorada, elaborada con maltas de cebada tostadas; Excite, con maltas tostadas de cebada y un toque de ajo negro; y, por supuesto Envejecida, hecha con maltas tostadas de cebada y, como ya he dicho antes, envejecida durante más de seis meses en barricas de roble que previamente han servido para la crianza de Pedro Ximénez. A estas seis cervezas, hay que unir la IPA (India pale ale), característica por su alto nivel de lúpulo, que se encuentra en proceso de experimentación y que en breve saldrá al mercado. En total, siete cervezas, siete, que dirían los taurinos.



Pues así, entre cerveza y cerveza, alternando charlas de lo más diverso, pero sobre todo relacionadas con la birra, pasaron la noche, acompañados por más amigos que se pegaron a esta visita didáctica, como los compinches de la Bodega San Miguel, que no se pierden una.
A eso de la hora de las brujas, iniciaron la peregrinación de vuelta, esta vez sin el jamón, porque la jatería la llevó el Gaspar en su coche. Lo que no perdonaron, al menos el Paticorto y el ministro de alimentación, fueron los digestivos de rigor, mientras supervisaban una pequeña avería, ya de vuelta en la sede, que va a obligar a algunas intervenciones de urgencia, en la zona de cocina.
La próxima semana más, no sé si mejor, porque está prevista la vuelta a Brácana del líder espiritual, el Gordo Urbano, acompañado esta vez de un bracanero sanguíneo, según pude escuchar, como el Tele -hasta la semana que viene no sé que carajo quiere decir esto-.
¡Miedo me da!


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