12 de febrero de 2016

12 de febrero de 2016 - Sin comentarios

Una noche de jueves en cinco actos

Pues no. No me había equivocado ni un ápice cuando la semana pasada os adelantaba que la tertulia del jueves se presentaba interesante por las previsión de embajadores. Contar con gente de vinos y magia, produce una simbiosis diferente porque el vino es magia y la magia sin vino, al menos en Brácana, no tiene ni chicha ni limoná.
La última quedada ha sido de las buenas. Comida, vino, charla e ilusión, se dieron la mano en un espectáculo que he llamado Una noche de jueves en cinco actos.

Acto primero - Los protagonistas

Llegaron prontito a la sede. Armados con botellas de vino y barajas de naipes, dispuestos a liar la trace. Todos ellos son veteranos de guerra en la República. El Fernando Giménez como máximo representante del Estado vecino de Alvear; el Miguel Cruz como voz autorizada en el mundo del vino: el Manuel Jiménez como portavoz de las lejanas tierras vinícolas de la Sierra de Montilla; el Tanque como Ministro de Ilusión de la localidad aneja de Montilla.
Han sido los primeros embajadores, aunque ya veterenos del mes de febrero. Mes de carnaval, mes de cuaresma y desde ahora, fechas instaurada en la joven República de Brácana como el mes de la fusión entre el vino y la magia.

Acto segundo - El alterne

Con tamaños personaje, era cuestión de poco tiempo que el personal pasara de cero a cien. Apenas si destaparon las primera botellas, los corrillos y las charlas más diversas, ocuparon la totalidad de la sede. Decía Homero, según me cuenta el bueno de Labordeta, que el vino es un mago que suelta la lengua y libera buenas historias. De todo ello hubo cumplida cuenta el jueves porque las historias, casi todas en torno al vino, fueron buenas y, además, el líquido elemento desató la magia más agradecida. Esto es, aquella que se hace por el mero hecho de disfrutar y agradar al personal... sin mayores pretensiones.

Acto tercero - El vino

Capítulo aparte merece esta semana el vino servido, a la vez que catado e ingerido, el pasado jueves. El Fernando Giménez se plantó en Brácana con cuatro botellas de Fino Viejísimo Capataz, solera de la casa de Alvear. En semanas anteriores ya había oido campanas sobre este nuevo vino que la bodega montillana lleva embotellando y lanzando al mercado desde finales del pasado año. La primera sensación del personal fue la expectación ante la profundidad del texto escrito en la etiqueta (fino viejísimo). La segunda fue la sorpresa por la complejidad del vino en cuestión. La tercera y última, la certeza de que ninguna de las cuatro botellas acabaría la noche dando cobijo a tan preciado líquido. Tanto agradó y tales fueron los halagos que, por aclamación popular, tanto el Fernando Giménez como el Miguel Cruz, acabaron aportando sendas disertaciones sobre el Fino Capataz en cuestión. Pude escuchar palabras del estilo complejidad, carácter, joya... pero lo que más me llamó la atención, fue cuando el Fernando comentó que este vino no han hecho ellos en Alvear sino sus abuelos. Hablamos de años de solera, prácticamente sin refrescar con nuevos mostos. Años y años de lento proceso y esmero, para acabar deleitando al paladar más exquisito. A esto hay que unir que el ministro de alimentación estuvo más fino que de costumbre preparando para la ocasión uno de los platos estrella de Lavergy como Soupe et coupe, un preparado de frutos del mar para hacer cuerpo, a la altura del vino que acompañó el plato estrella de la noche.

Acto cuarto - La magia

Andaban ya apurando la sopa, cuando vi trajinar al ministro de alimentación, con unos dulcecitos de Manolito Aguilar, aportados por los embajadores. Hubo incluso quien alternó el Fino Capataz Viejísimo con los postres -quién dijo que el vino fino no pega con todo- aunque también los hubo que esperaron apurando la copa antes de endulzarse le paladar. En estas andaban, cuando el Jose tiró de barajas para engatusar el personal ¡Vaya caritas! Cada truco de magia era correspondido con aplausos, y algún que otro insulto, que también los hubo. Los treboles, las picas, los corazones y los rombos desparecían y aparecían en el ambiente para aparecer unas veces en el fondo del mazo, otras la principios y, en algunas ocasiones, en la mismísima boca del mago Tanque. Harry Houdini pasará a la historia como uno de los mejores magos pero, en Brácana, el puto amo es el Tanque.

Acto quinto - El desenlace

Desgraciadamente todas las noches, incluso las impregnadas de magia y vino, tienen un final. No obstante, todos los magos se guardan un as en la manga y en esta ocasión, fue el Abertxale el que se guardó para el final una grata sorpresa. El jueves cumplía años, cuántos no lo sé ni me interesa. Por ello, aunque el personal ya iba hasta arriba,  remató la afena con un chocolate y unos hojaldres. Como dijo el ministro de alimentación en la tande de brindis:
- No nos mató el hambre y no va a matar la comida.
La madre que los parió ¡Qué saque! Algunos repirieron. Otros tripitieron y, por supuesto, casi todos pidieron al Ahijao unos digestivos para falagar, antes de marcharse al catre. Como siempre digo, otra noche que se acostaron sin comer y sin beber.
Benditas noches de jueves, esta vez con magia y vino con mayúsculas aunque, ¿hay alguna semana que no sea así?

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