20 de marzo de 2017 -
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Gente de taberna
Con semejante plantilla, era imposible que se escapara el partido. Digo esto, porque el nuevo embajador es un consumado futbolero que ponía la pelota donde ponía el ojo, según comentaron por allí, en sus tiempos mozos. Y doy fe de que así fue. Detalles hubo muchos, pero el que más me llamó la atención, es que los embajadores veteranos deambulan por la sede como si figuraran en el censo bracanero. Vamos, como Pedro por su casa, que dice el refranero. Además, con más tablas que el Ikea, acudieron surtidos de comestibles y bebestibles, para hacer frente a un invierno nuclear. De hecho hacía tiempo que el Ministro de alimentación no tenía un jueves tan plácido. Salvo unas croquetas que se marcó para justificar el sueldo, el resto de la jatería fue aportada por los embajadores. Además, no se quedaron cortos: alcachofas al Montilla y costillas. Todo ello fue pertinentemente regado con Fino El Sastre, del cual ya hubo una cata a finales del año 2015, durante la primera visita a Brácana de los Puretas. El que sí se quejó de lo lindo a lo largo de toda la noche fue mi amo, al que le tocó el turno de pinche semanal. Además coincidió que en la anterior visita de los dos cuñados -los pepes- también tuvo que limpiar las perolas y los platos. Fue el primer motivo de lamentos, el segundo que había pringue en los cacharros pa rabiar, y el último, no por ello menos importante, que no le dejaron hilar más de dos rimas seguidas durante la presentación del nuevo embajador.
Podría contar muchas cosas pero ya sabéis que me ampara el secreto de sumario. No obstante, sí que diré que se retomó la sana costumbre de enganchar un par de rondas al estilo Pasapalabra, de porteros míticos de fútbol y de chisnacles y tugurios de Montilla. Eso sí, como cada respuesta fue acompañada de las explicaciones oportunas, aquello se desmadró más de la cuenta. Mientras tanto, tuvieron que echar mano del Fino C.B., que siempre está cuando se le necesita. Como el personal iba ya en quinta a la hora de los digestivos, aprecié un detalle que me llamó la atención. El Silencioso suele aguantar, pero casi nunca echa la llave. No obstante, esta vez se hizo fuerte en la barra, acompañado de el Paquito Michel, el Paticorto y el Ministro de Alimentación, que doblaron ronda de digestivos...
Si es que no tienen jartura...
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