4 de marzo de 2019

4 de marzo de 2019 - Sin comentarios

Noches de vino y blues

Ya os contaba la semana pasada que para esta Tertulia, la última, había preparada traca de la gorda. Pues bien, todos los augurios se cumplieron, e incluso yo diría que se quedaron cortos. Diseccionemos la noche comenzando por una pregunta. Si normalmente un jueves víspera de día laborable la lían parda ¿qué puede pasar si al día siguiente es festivo? La respuesta es tan simple como precisa: un colocón como un piano y un resacón del quince al día siguiente.


Sirva esto a modo de anticipo y resumen porque hoy, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que mis compinches cada vez son más inconscientes. Se creen pipiolos y el que menos pinta canas y supera los cuarenta. Pero bueno, nada nuevo en la oficina. El caso es que el jueves hubo invitados al por mayor, con ganar de fiesta como llevaba tiempo sin ver por la sede. Cuatro de ellos son desde el jueves nuevos embajadores: el Pepe Baños, el Miguel Morales, el Agustín Gallardo y el Fran Alcalá; los otros dos ya son veteranos: el Manolo Urbano y el Machaco. Un cartel como en los toros, y que no se me enfade nadie: seis embajadores, seis. El último de ellos, además, no vive ni en la vecina localidad de Montilla, pero acudió a la República ávido de conocer nuevas sensaciones vinateras y de animar el cotarro, como contaré más adelante.


La cosa comenzó calentita, aprovechando el repaso culé al Madrid en el Bernabeu (0-3) que hizo que se hablara poco de fútbol -allí hay mucho merengue suelto-. También se dio un repaso importante a las razones del premio al mérito gastronómico. Uno de los invitados, el Agustín Gallardo para más señas, ha desarrollado buena parte de su labor profesional entre fogones, en establecimientos como El Quijote, Gambrinus o el Bar La Estación. Por ello, se presentó en la sede con unos riñones con champiñón y unas brochetas ibéricas. Dolido en lo más profundo, el Ministro de Alimentación trató de amortiguar el envite culinario con un bacalao con patatas paja pero, al menos esta vez, tengo que reconocer que fue superado. Ojo, que a la mejor p...., como diría el mismo, se le escapa un pedo.
Pues eso, lo que digo que se pusieron como a nadie le importa.


Todo iba más o menos según el guión, hasta que el Fran fue poseído por alguna alma perdida del Misisipi, mientras los digestivos, enigmáticos o pelotassos, rulaban por la sede como si no hubiera mañana. El blues volvió a ser la banda sonora de Brácana, años después de que el Santi -aún lo recuerdo- hiciera lo propio liando el pifostio padre. Ya calentitos, como si de una batalla de gallos se tratara, aunque en versión blusera, el Suerto y el Pijo del Magreb improvisaron unas rimas que encendieron al personal, fijando nueva visita musical para mayo. Digo encendieron porque la cosa no quedó en la sede. Ya sin conocimiento ninguno, instigados por el Ahijao, el Ligre, el Paticorto y el Suerto, prolongaron la noche hasta terminar a base de chupitos en el Dos Gardenias. Imagino que ahora entenderéis lo de la falta de conocimiento y, sobre todo la resaca. Qué queréis que os diga que la semana que viene ya están montando otra buena porque el Nuevo salda deudas gastronómicas con la República. Principio de mes y otra más....



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