11 de noviembre de 2013

11 de noviembre de 2013 - Sin comentarios

Bracaneros por derecho.



Llevaba tiempo que no escribía, que no le arrebataba a Punselito un poquito de su espacio, de ese espacio también de los bracaneros. Esos locos seres que se inventan cada semana un mundo humanizado, distante a lo que se ha convertido esa sociedad de ahí afuera.
Casi doscientas semanas llevan los tíos dejándose embriagar por los aromas del vino fino. Semana a semana, pausadamente esperando, y a veces frenéticamente disfrutando.
Pronto hará cuatro años que empezaron con un ritual que los ha sobrepasado de forma inimaginable. Cuatro años en el a cada cual la vida le ha ido sonriendo de diferentes maneras, pero siempre afrontando cada jueves con la ilusión de un niño al que le espera una nueva sorpresa. A veces mirar atrás sirve de poco, otras de mucho. Pero en Bracana han tenido  la virtud de saber elegir cada mirada a cada momento. Cada vista atrás, cada mirada al frente.
Cientos de amigos que con el nombre de embajadores han compartido mesa y mantel al amparo de caldos en rama cuidados con todo el esmero del mundo, como el que arropa al niño deseado, como el que se funde entre las curvas de la mujer amada, como el que mese el cabello del padre ya mayor que le dio la vida.
Ahora que parece que el mundo del vino tiene un pequeño pero alentador rebrote… ahora que parece que las copas vuelven a tener protagonismo en las barras de las tabernas siempre acompañadas de tapas artesanales, los bracaneros parecen hacerse mayores al amparo de su República imaginaria. Cuatro años y las mismas ganas, pero con la  autoridad suficiente para discutir y entablar sabrosas tertulias del vino que se echan a la boca.
Creo que ni tan siquiera ellos son conscientes del calado que tiene su mundo de fantasía real en su entorno. Distantes de formalidades sociales, o administrativas han sido capaces de dar un tono de albero y oro a su entorno más cercano. Tan cercano como en tierras galas donde una de las revistas más importantes de divulgación científica y cultural, como es la Revista GEO,  ha recogido en su último número las andanzas de los bracaneros. Quizás este sea el último gran logro de Brácana City, de forma inconsciente, amable, cercana. Y digo mayor logro  por aquello de la trascendencia internacional. Pero no menos importantes y llenas de experiencias han sido las visitas Montalbán, a Bracana, a Alange, a los lagares de la sierra de Montilla. No menos importantes y llenas de sensaciones han sido las noches en la Bodega San Miguel, en La Casa de las Aguas, en los depósitos del agua… No menos satisfactorias han sido las visitas de tantos personajes a la sede republicana, donde cada cual ha entendido la fusión bendita de vino y amistad de forma prodigiosa.
Ahora que el vino vuelve a tomar las tertulias de las tabernas, parece como si los bracaneros se hubiesen venido arriba, de forma adulta, consciente. Sintiéndose parte fundamental de ese repunte. De la defensa de esa bendita cultura ancestral que a lo largo de los años ha aliviado las penas de las almas, y que de vez en cuando ha soltado la lengua de forma sincera al amparo de llanto y alegrías.

Brácana y los bracaneros están de enhorabuena, no solo por esos cuatro años que están a punto de cumplir, esa sería una escusa sencilla para celebrar. Bracana y los bracaneros están de enhorabuena simplemente por ser gente que disfruta de los placeres del vino, por desarrollar ese difícil arte de disfrutar con lo cotidiano, con ese simple y la vez mágico arte de beber y compartir. De enhorabuena por inculcar a la sabía nueva costumbres antiguas, disfrutes alejados de las drogas de diseño, de los malos vicios. De enhorabuena por el mero hecho de ser Bracaneros. ¡Que no es poco!

!Larga vida a Bracana!.

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