1 de diciembre de 2013

1 de diciembre de 2013 - Sin comentarios

Tertulia de Champions League en la Barraca

Se aproxima la Navidad y, como no quiero que me coja el toro, en el momento que he tenido un ratito libre, me he sentado para meterle mano a la crónica de la última TERTULIA. Escribo con mayúsculas porque lo del jueves fue de traca. Encuentros como el de esta semana justifican que mis once colegas sigan reuniéndose, contra viento y marea, cada siete días. Desde la llegada a la sede de la República, los pequeños detalles auguraban una noche movidita. El primero de ellos es que poco después de las nueve de la noche ya estaban todos en capilla, con los cuatro embajadores que han cerrado el mes de noviembre. Los primeros en pisar la tierra prometida fueron el Pepe Márquez, el Gamba y el Garrote. Yo ya había escuchado algo sobre este trío pero, después de cómo se fue desarrollando la noche, tengo que reconocer que la realidad supera a la ficción. A ellos se unió más adelante el cuñado del Ministro de Alimentación, el Ramón Casado y, a partir de ahí.... el despiporre. Los tres primeros forman parte de la historia futbolística de Montilla y, como os podéis imaginar, muchos de los corrillos de la tertulia giraron en torno al balón. El ascenso a tercera división del Montilla, los bollos que llevan la firma de el Gamba en la uralita de la alcoholera o el trato navajero de el Garrote con los rivales, fueron algunas de las perlas sobre las que giró la conversación. Yo, que en mi condición de pájaro apenas si me siento identificado con el fútbol, flipé. Vaya cuadrilla. Dieron repaso como digo al fútbol, pero también a las tabernas desaparecidas de la vecina ciudad de Montilla y como no, al vino y a la gastronomía. Por cierto, hablando ya de jatería, el Gamba, que regenta la Taberna Imperial, a pocos metros de Brácana, se presentó con un papelón de pescaíto frito bajo el brazo.
Pescaito frito de ca el gamba.
Fue la primera tapita en barra de la noche, a la que siguió un nuevo repaso al jamón de pata negra (pintada con Canfor) y un platico de tocinito de veta. Todo esto estuvo regado de manera pertinente con el Fino Pata Hierro y, ya calentitos, comenzó la ronda de chistes y anécdotas varias. Alguna vez habían comentado en Brácana que la costumbre de los chascarillos se está olvidando pero vamos, después del jueves, doy fe de que no es verdad. El Pepe Márquez se despachó a gusto y, si no desvelo aquí el contenido, es por mantener el secreto de sumario que marca el reglamento bracanero. Ya con algo de materia entre pecho y espalda, y con gasolina para aguantar la noche, llegó el Consejo de Ministros.
Embajadores de la ciento noventa y dos tertulia.
Posiblemente haya sido el más corto y organizado de las últimas semanas: repaso a los próximos embajadores e información sobre el barril que llegará en breve a la sede, cedido gentilmente por el Particorto de las ondas. La conversación iba ganado peso y, entre risas, llegó la sinfonía de tenedores en la mesa de formica. Aquí intentaron explicar a duras penas cómo funciona la filarmónica de Brácana pero claro, no contaban con la presencia de el Gamba. Primero bautizó a el Silencioso como el tenor de la orquesta y luego no paró de chinchar al personal hasta que por fin, a la tercera, fue la vencida, y consiguieron la conjunción perfecta. Los brindis no fueron menos accidentados. El Gamba volvió a tomar protagonismo, con una nueva incorporación en mitad de todo el barrullo: Si os gustan las gambas, venid mañana que las estoy cociendo. Se veía venir que el follón se iba a armar.... efectivamente. Se saltaron los turnos y todo salió como mandan los cánones bracaneros. Esto es, como a nadie le importa. El plato estrella de la noche llegó en forma de carne de aguja con frutos de la huerta (de la Malena) aderezados con champiñones. Fue como si una banda de estorninos hubiera entrado en Brácana. Se acabaron la perola en un pis pas y, con el jocico caliente, se pegaron una nueva ronda de anécdotas de vestuarios futboleros, de las que mejor no hablar.
A todo esto, el Gamba ya amagó al principio de la tertulia, intentando acertar con el nombre de la República. A estas horas de la noche, buscando ya la primera hora más temprana del día, seguía empeñado en llamarla La Barraca. Sin anestesia pasaron a los digestivos, buscando el cierre de una nuevo jueves. Cuando todos estaban ya en la puerta, dispuestos para salir, los embajadores preguntaron que para qué servía la pata de gorrino que había en la mesa. El Ministro de Alimentación cogió el guante y, varios gin-tonics después, estaban zampándose unos platicos de jamón. La madre que los parió. Si ponen una vaca rellena de pajaritos, se la comen. Después del jamón, ahora sí, echaron la llave a la sede, pero si alguien hubiera dicho de rellenar....

Foto de grupo.




 Por cierto y antes de marcharme quiero haceros llegar la grata noticia de que la República esta de fiesta, y en esta ocasión con una inmejorable excusa. Y es que el Ministro de Comunicaciones y su esposa la Marina han vuelto a ser padres. El alumbramiento del pequeño bracanero Hugo tuvo lugar el pasado sabado por la mañana. Desde el limbo queremos felicitar al pequeño Ivan por la suerte que ha tenido al tocarle un hermano. A su padre el gran Paticorto de las Ondas, por afrontar tan gran reto y a la Marina por lo güenas que hace las gachas. Buenoooo y por el nacimiento del pequeño Hugo.






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