8 de enero de 2014

8 de enero de 2014 - Sin comentarios

A por el 2014

Pues sí. Ya estamos en el año 2014, así que toca sacarle punta a mis pequeñas garritas y escribir lo acontecido en el primer jueves del año bracanero. Ya sé que la pasada semana me puse un poco melancólico, pero es que estos tíos, los once habitantes de la República, forman ya parte de mi familia espiritual. Pero bueno, vamos al lío. A pesar de tratarse del primer jueves del mes, esta vez tocaba saltarse la tradición. De hecho, para empezar, la tertulia comenzó fuera de la sede. Aprovechando el año nuevo, hicieron una quedada breve aunque intensa, en la morada del Paticorto de las ondas. La incursión fue un auténtico desastre organizativo porque, aunque habían quedado a las 20:45 en Brácana, acabaron llegando en bandadas hasta el punto de destino. Hubo reproches, quejas y algún que otro insulto, que no anuló la verdadera razón de la visita: conocer en persona al pequeño Hugo, apodado Hugo Sánchez en honor al futbolista. Yo di con la casa como pude porque, entre tanto grupito, me despistaron. A pesar de ello, también pude ver al lindo retoño que, como afirmó mi amo, se ha ganado el derecho de acudir en el futuro a Brácana, por descendencia directa, al tratarse de un varón. Tuvieron el detalle de llegar a la casa con un lote de pañales completo bajo el brazo que causó gran alegría entre el personal de la casa, especialmente de la Marina. Aún así, el regalito que causó más traca, fue un balón de baloncesto para el pequeño Iván, que acabó firmado por todos los bracaneros, al más puro estilo baloncestero. Entregados los presentes, se metieron entre pecho y espalda el primer cancanasso de la noche, una copita de Fino Saavedra pa calentar motores y, con gasolina en el cuerpo, todos pusieron rumbo a Tierra Santa, llegando casi a la par que los primeros embajadores del año. Ya os contaba al principio de la crónica que en esta primera quedada del año se saltaron las normas.



Aunque el primer jueves de cada mes no hay embajadores, el pasado jueves llegaron hasta la sede los dos primeros invitados del año, uno debutante en la plaza como el Alberto y otro veterano de guerra como el Dani, que repetía junto a los bracaneros. Este último, bregado ya en los fregaos de mis compinches, se presentó bajo el brazo con unos litracos de Fino Soslayo que sirvieron de gasolina para pegarle fuego a la sede. No es que prendieran una fogata en el primer jueves del 2014 aunque, en verdad, fue casi lo único que faltó.



El caso es que si la semana anterior festejaron la noche vieja, este jueves celebraron el año nuevo. Como mi amo y el Silencioso no habían participado en la parranda anterior, entre el Paticorto y el ministro de Alimentación volvieron a montar otro sarao, pasas al brandy Presidente incluidas, en el que también participaron los embajadores.



Otra vez sacaron las pelucas, las serpentinas y los matasuegras y claro, se pusieron a bailar como posesos. El Dani y el Alberto estaban flipando, como para no estarlo, y aplicaron aquello de unirse al enemigo. De jatería la cosa tampoco estuvo del todo mal. Además de las tapitas de rigor, que esta vez fueron a base de chorizo vegetariano y gulas de la Carchena, el Pijo de los Balcanes se marcó un arroz con carrillada. Antes de plantarlo sobre la mesa, llegó la sinfonía de tenedores en la formica que fue más movidita que nunca. Mi amo y el Abertxale fallaron en los dos primeros intentos, yo creo que a propósito, y el Pijo del pádel acabó amenazando con estrellar el arroz contra la puerta si no salía a la tercera. Salió, vaya que si salió, pero el Abertxale no se libró de un copazo de vino en todos los ojos que lo tuvo llorando por lo menos un cuarto de hora, incluso abandonando la sede acompañado del agresor. Parece que la cosa no fue a mayores y la noche finalizó con los digestivos de rigor. Si todo sigue igual, que seguro que sí, este  jueves volverán a las andadas. Ya os contaré.


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