5 de marzo de 2014

5 de marzo de 2014 - Sin comentarios

Un cuarteto peligroso

La verdad es que esta semana no sé si estoy contento o triste. Al final, lo que comenzó como un rumor se ha convertido en realidad y Paco de Lucía ya es uno más aquí arriba. Seguramente deja un hueco insustituible ahí abajo aunque, como nunca llueve a gusto de todos, aquí tenemos ya al mejor guitarrista del mundo. Sólo un apunte de su llegada, porque hoy tengo tela que contar del jueves bracanero. El tío llegó con la guitarra debajo del brazo preguntándole del tirón al portero por el infierno. Claro, el hombre está acostumbrado a que la gente pregunte la dirección hacia el cielo, así que se quedó a cuadros y sólo acertó a preguntar que si buscaba a alguien en concreto.
- Busco un sitio pa tocar la guitarra sin que nadie me toque los cojones. En plata, que no me calienten la cabeza diciendo que molesto a los vecinos.
Así que el portero lo mandó del tirón para el Flamenlimbo. Allí andábamos con los preparativos cuando llegó a la puerta. Vio al personal trajinando y sólo dijo una cosa:
- El Camarón y el Morente que se vayan aclarando la voz, que ya he llegao.
El resto sólo puedo calificarlo de una manera: DE TRACA.



También estuvieron finos el pasado jueves en Brácana. Como al día siguiente se festejaba el Día de Andalucía en la vecina ciudad de Montilla, mis compinches levantaron el freno de mano y, claro se pasaron de frenada. A ello contribuyeron los cuatro embajadores de la noche que plantaron pie en Tierra Santa para convertir la sede en el festival del humor. Lo explico después de presentarlos. Por un lado llegaron tres hermanos, el Mariano Cruz, el Tifa y el Chocolate llegaron de la mano de el Niño, hijo de éste último. Junto a ellos estuvo el José Cobos, padre de el Mochu, embajador veterano de la República y, entre los cuatro, reventaron más de una quijá a base de chascarillos. Hacía tiempo que no veía tanta carcajada en Brácana y lamento no recordar ninguno de los chistes que allí se contaron pero claro, entre tanta comida, tanto vino y tantas voces, cualquiera retiene en la memoria la retahila de comentarios que allí soltaron.



El caso es que el ambiente comenzó calentito desde primera hora. Para picar al personal, el Ministro de Alimentación le quitó otro par de centímetros largos al jamón, a modo de primera tapita en barra. Por cierto, que el Pijo del pádel se va a dejar la mano un día en la barra con los avisos, o algún día simplemente se rompe la mano. Como ya contaba la semana anterior, de remanente vinateros andan sobrados y, para colmo, el Mariano se presentó con unos litricos de fino El Chache, ya degustado en Brácana con anterioridad, que por las caras de satisfacción debía estar de muerte. Entre copas, miajones de aceite y jamón, llegaron las primeras anécdotas de la noche, no en balde el Chocolate es colega de trabajo e mi amo, el Silencioso y el Pepeluí. Un tipo sin pelos en la lengua por lo que pude apreciar, porque tarda en cagarse en to lo que se menea lo mismo que un cura loco en persignarse.



Ya calenticos, con el Chocolate empujando al personal hacia un punto sin retorno, llegó la segunda tapita en barra, traída por los embajadores. La tortilla tenía una pinta de huevos, nunca mejor dicho,  así que desapareció como Houdini en el espectáculo La metamorfósis. Entre pincho y pincho, cayeron algunas copas de vino, dando tiempo a la siguiente tapita en barra, un cóctel de mariscos, también traído por los embajadores con una pinta... joer, no se me ocurre nada, pero los tenedores entraban y salían de la bandeja que daba gusto, así que también debía estar de huevos. En este punto hubo gente que entregó la cuchara. Bueno, mejor dicho, el tenedor. Así que se dieron un leve respiro para volver a la charlita tertuliana, donde cayeron los primeros chistes. Para evitar que la cosa se despendolara, mi amo dio comienzo al Consejo de Ministros donde se repasó de manera rápida los embajadores que visitarán la República durante el mes de marzo y apuntaron algunos detalles sobre la inminente entrega del IV Premio al Mérito Gastronómico. Tras el Consejo llegaron los juramentos pertinentes, con unos embajadores entregados a la causa, que juraron fidelidad a la República, como corresponde, a pesar de que algunos dudaron a la hora de estampar su firma, temiendo que se la estuvieron colando con alguna hipoteca o algo parecido.
Como no habían tenido suficiente trabajo en la mandíbula, casi sin respiro llegó el plato fuerte de la noche, una carrillada en salsa con patatas fritas, ante la que hubo reverencias. Los que habían entregado el tenedor volvieron a cogerlo, imaginando una noche de ardores. No obstante, en Brácana no hay dolor, así que dieron buena cuenta del citado plato. De postre cayó una cosa ligerita, unos platicos de piña y melocotón en almíbar, con los que cerrar el apartado gastronómico. Con el estómago lleno comenzó el repertorio de chistes, donde el José Cobos y el Chocolate se licenciaron con Cum Laude ¡Vaya repertorio! Chascarrillos viejos, nuevos, de curas, de la guardia civil, de estudiantes, de animales y sobre todo, verdes como los prados de Asturias. No creo que nadie se sorprenda a estas alturas ¿no? Todo esto estuvo acompañado de los digestivos de rigor, una suerte que el Chocolate había inaugurado una hora antes.



Justo en este momento extendí las alas y di por cerrada la noche, que ya llevo bastante en las dos últimas semanas. Un jueves más, el mundo se detuvo durante unas horas y ni el conflicto de Ucrania, ni el caso de las preferentes, ni la trama Gurtel, enturbiaron un buen ratico de tertulia con un cuartero de emabajadores más que peligroso.


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