17 de marzo de 2016

17 de marzo de 2016 - Sin comentarios

Vuelta a los orígenes

Aunque en Brácana no es normal recibir embajadores el primer jueves del mes, en el caso de marzo, y una vez más, ha habido una excepción. Tres bracaneros de nuevo cuño visitaron la sede para alternar con el personal, a base de vino, viandas y anécdotas. La última quedada estuvo marcada sobre todo por esto último, sobre todo por el pelaje de los nuevos embajadores. Fue además una vuelta a los orígenes, un revival que diría un piquituerto escocés amigo mio, porque se retomaron costumbres olvidadas como cantar el himno a pleno pulmón, o corear las estrofas del mítico Café Negrito. Con estos dos apuntes, ya os podéis hacer una idea de cómo fue la cosa.


Protagonistas fueron el Antonio Luque, Jaro Molleja para el que no lo conozca, el José Mari Rubio y el Paco Chacón. Además de muchos otros berengenales en los que están metidos, llevan años empujando a la asociación La Abuela Rock, de la vecina ciudad de Montilla, aportando cultura y música a espuertas. Sobre este colectivo hubo sus raticos de charla el jueves, aunque la gama de tertulias fue variada. Desde el pasado viaje de mi amo a Amsterdam, con anécdotas con nombre y apellidos que no revelará por el secreto de sumario, hasta las andazas de los embajadores por Barcelona visitando los locales más exclusivos de la Ciudad Condal. Insisto en que esta semana no puedo extenderme mucho porque allí juraron y perjuraron que lo que pasa y se dice en Brácana, se queda en Brácana. No voy a ser yo el que rompa con el acuerdo.


En el capítulo de la jatería, aduvieron bien repaldados. Utilizando un símil taurino, que ahora está en boga por las polémicas entre taurinos y antitaurinos -que a mi me la trae al fresco- queso, salchichón y morcilla srivieron de capote. Los lances del picador y las banderillas, estuvieron cubiertos a base de aceitunas, jamón y unas asaduras de pollo. Para terminar, entraron a matar en la suerte suprema con uonas alcachofas con carne, que siempre es un plato recurrente de Brácana. La plaza, nunca mejor dicho, estuvo regada con Fino Pata Hierro y Fino C.B. literalmente aspirados de las botas que hay en la sede y que, a mitad de noche, ha habían menguado de manera importante, gracias a la intensidad con la que el personal vivió la noche. Andaban metidos en conversaciones que no puedo trasmitir, cuando sucedió el único detalle de la noche que no me gustó. Ya sabéis que, de manera simbólica, mis cenizas reposan en la sede y presiden los juramentos de los nuevos embajadores. Pues bien, si en vida rebajaban el agua del bebedero con vino, para que no me pusiera malo, en muerte me dan tabaco, o al menos eso creo que era. Sí, como lo estáis leyendo. El jueves metieron en el tarro un colillón, por si me apetecía echar una caladita:
- Animalito, dijo el Jaro Molleja.
¡ Serán cabrones ! No sé lo que tenía aquello pero oye, no me sentó nada mal y me quedé la mar de relajadito.


En medio de todo este follón, al Ahijao se le ocurrió ejercer de DJ, poniendo el himno a todo trapo. Por el Cóndor Bendito de los Andes que se vinieron de golpe a la cabeza todos los recuerdos de estos años de locura. Por si no fuera suficiente con ver a nueve satélites, no se me ocurre un adjetivo más adecuado, cantando con la mano en el pecho, me falta por ver al Ligre agarrado al palo de la escoba, mientras hacía vibrar al personal con las coreadas estrofas del Café Negrito ¡Ya quisieran los Rolling!
Como no habían tenido suficiente con la sesión de risas, anécdotas y conciertos, no perdonaron los digestivos de rigor, mientras se jalaban unos platos de piña y de meloctón en almíbar, antes de poner rumbo a sus nidos respectivos.


Eso sí, se me olvidaba. Entre tanta coña marinera, hubo tiempo para hablar del premio gastronómico que entregará el jueves que viene. Al igual que los temas de conversación, el nombre del premiado se mantiene bajo secreto de sumario. Tendréis que leerme la semana próxima para conocerlo.

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