5 de noviembre de 2016

5 de noviembre de 2016 - Sin comentarios

Al carajo las tradiciones

Comenzó el mes de noviembre en Brácana y lo ha hecho por todo lo alto, por varios motivos: por el talante de los invitados, la calidad y cantidad de la jatería y el buen vino ingerido el pasado jueves. Tengo mucho que contar hoy, pero comenzaré por el último de los apartados citados. La última tertulia de vino fino ha hecho honor a su nombre, aunque con una novedad importante. Por primera vez se ha bebido vino de Jerez. En este sentido, el artículo 135 de la Constitución de Brácana, decía literalmente en su punto primero y único:
Art. 135

1. No beberás vino de Jerez.

Claro que esto era así hasta hace unos días. Emulando lo sucedido en España años atrás, se han pasado por el forro las leyes que rigen el Estado bracanero, modificando el citado artículo, que ahora queda de la siguiente manera:

Art. 135

1. No beberás vino de Jerez.
2. En el supuesto de que alguien traiga hasta Brácana vino de Jerez y esté de cojones, el punto primero no se aplicará, procediendo al apurado de la botella, garrafa o cualquier recipiente que pueda contenerlo.

Así que ya veis, se rinden una vez más al vino, independientemente de su procedencia. De la noche a la mañana cambian las leyes a su antojo, demostrando una vez más el carácter independiente y anárquico, sobre todo éste último, de la joven República.


El responsable indirecto de este cambio constitucional, no es otro que el Mario Alférez, embajador ya veterano, que acudió a la sede junto a el Félix el de la Tele, atendiendo a su vez la llamada de el Carlos García, responsable directo de muchos de los colocones sufridos por la población bracanera el pasado verano en los Patios del Bolero, que había sido citado para jurar fidelidad a la República como nuevo embajador bracanero. Espero que vayáis siguiendo el hilo y sacando conclusiones del pelaje del personal. El caso es que el Mario acudió a la sede con sendas botellas de Fino Inocente de las Bodegas Maldespino de Jerez de la Frontera. Por motivos laborales, desde hace meses defiende los vinos de aquella zona y nada mejor que ofrecerlos para dar a conocer sus virtudes. La improvisada cata estuvo precedida de unas breves notas aportadas por el susodicho antes de entrar a matar. Que si uva palomino, que si diez años de crianza, que si el sabor es diferente... El caso es que no sé si convenció a mis colegas, pero estos atacaron sin piedad, con gestos ostensibles que valoraban alto el vino en cuestión.
Aunque el fino Inocente fue el centro de atención, en lo que a refrescar el gaznate se refiere, también se zamparon todo el fino Bolero que llevó el Carlos García, al grito unísomo de BOLERASSO, término acuñado durante el pasado verano, para cerrar los jueves en los Patios del Bolero. Tanto se metieron entre pecho y espalda, que a última hora tuvieron que echar mano del fino C.B. de la sede para calmar la sed. No me extraña, porque se pusieron tiernos de comer.


Para que os hagáis una idea, los entrantes fueron aceitunas regaladas por el Chocolate y el Félix, cecina de León con paté de perdiz, aportado por el Carlos, queso semicurado llevado por el Félix, además del jamón pertinente, que sigue bajando centímetros semana a semana. Entre vino y bocados, llegaron al plato principal de la noche, que esta vez fue asadura de pollo. No contentos con todo eso, el ministro de alimentación presentó dos cochuras de montaditos de presa ibérica, para rematar la faena y dejar una estampa casi inédita en Brácana: cadas dos por tres el personal acudía al frigorífico.... a beber agua ¡Ver para creer!
Otro aspecto que merece la pena resaltar del pasado jueves es la animada y variada charla que puede escuchar a lo largo de la noche. Desde el lastimoso empate del Real Madrid ante el Legia de Varsovia, hasta las diferencias existentes entre la forma de entender la gastronomía entre el norte y el sur de España, pasando por las características e idiosincracia de los vinos de Jerez y de Montilla Moriles. Ahora sí, donde el personal se explayó fue en el análisis pormenorizado de una especie en peligro de extinción como el parroquiano de las tabernas. He buscado en el diccionario de la RALEB -Real Academia de la Lengua de Brácana- encontrando el siguiente significado:

parroquiano, na
1. m. y f. Persona que pertenece a una parroquia de carácter religioso en el extranjero, ya que en Brácana no existen.

2. m. y f. Persona que acostumbra a ir siempre a una misma tienda o establecimiento público.

parroquiano de taberna

1. Persona fiel al establecimiento público de guardia, al que acude para saciar su sed, compartir charla con sus semejantes en la barra y solucionar el mundo en lo que tarda en beberse tres medios de vino.


Más o menos se asemeja bastante a lo que pude escuchar allí. El caso es que aprovechando la presencia de el Carlos, tabernero de profesión y psicólogo de vocación por el aguante que presenta tras la barra, enumeró con pelos y señales, algunos de los especímenes que frecuentan su local. De hecho, según contaron allí, algunos de estos parroquianos merecen llevar la precinta del Consejo Regulador de Montilla Moriles, a modo de méritos contraídos. Como ya he dicho, es una especie en peligro de extinción. De hecho en muchas localidades apenas si pueden verse, aunque en Montilla todavía queda un buen número, afortunadamente. Como se citaron nombres, me acojo al secreto de sumario, pero me tienta escribir una relación, al estilo del Catálogo de Solteras, editado en Montilla a principios de los 90, o del Catálogo de solteros que vio la luz en la misma localidad, en el año 2012.


Como podéis leer, el personal iba en sexta y apurando revoluciones, pero la traca llegó en la última hora de reunión. Ya con digestivos en la mano -una bomba de relojería tras el vino ingerido- y después de zamparse una gachas de la Marina, que tuvo a bien aportar el Particorto de ondas, visiblemente recuperado, pero todavía con a base de cervezas sin alcohol, recuperaron la hora mancha y la vuelta cubana. Es una señal inequívoca de que la cosa va justilla, como los habituales rondos. Esta vez dieron una vuelta de antros, tugurios y chisnacles, para cerrar con otra de porteros de fútbol. Lo gracioso es que esta vez lo hicieron al estilo Pasapalabra, es decir, con un portero para cada letra del abecedario.... y los cabrones lo terminaron ¡Lo que es la cultura futbolera!


En fin, poco me queda que contar, tras lo mucho relatado hoy. Bueno sí, que se me olvidaba con la caraja. Otro momento emotivo de la noche fue la imposición del babero al nuevo abuelo de Brácana. El Maestro, a la par que Presidente de la República, se ha transformado en un yayo chocho, igual que el Silencioso, después de que su retoña, la Mara, diera a luz a un precioso bebé llamado Leo. Bracanero sanguíneo, continúa la línea emprendida por su abuelo... y que dure. Un abrazo plumífero desde el limbo a la familia y un piquito para el churumbel.



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