10 de marzo de 2010

10 de marzo de 2010 - 3 comentarios

Cavilaciones con una copa en la mano (III)


Hoy, hablaba con mi tío Frasquito, jubilado y en sus tiempos capataz de bodega, la cantidad de vino, que se ha metido él y sus amigotes, en el cuerpo mientras han podido. Entre esos amigotes se encontraba mi padre, que junto a “el perlo”, “el loco”, “el buchaco” o el “graciano” entre otros, formaban la peña “los cicutas”. Una escusa como otra cualquiera para pegarse el desmarque y disfrutar lo que más les gustaba; “jartarse” de vino.
Todo lo calmaban, quedando para beber vino. Los domingos el punto de partida, solía ser la misa de las doce del barrio. Haciendo un encaje perfecto entre las religión y el vino. Unidas de por vida en los mandamientos cristianos. Las dificultades económicas de aquellos difíciles tiempos de crisis de verdad, los berrinches que daban los hijos, o los que eran aún peor, los que daban el Real Madrid, quedaban aliviados a pie de barra con una copa de vino en la mano. Para tomar el bálsamo iban de taberna en taberna, alternando y charlando, tomandole la temperatura al pueblo. Eran tiempos complicados, muchas bodegas emblemáticas de montilla iban cayendo unas tras otras, causando una sangría en una población que vivía por y para el vino.
Ahora el vino es un placer, una medicina, que se ha caído de la caja mágica de las modas, y me temo que no volverá a subirse a ese miserable cajón. Prefiero pensar que será un goce, solo para privilegiados que disfrutando de una copa de vino sigan sintiendo el calor humano, como de forma majestuosa lo sentían esos puretas de la peña “los cicutas”

En mi último viaje a Barcelona pude comprar en una librería del barrio de Gracia, un libro titulado: Del vino y del hachís, el autor es Charles Baudelaire, de la editorial Verdehalago.
De el extraigo algunas perlas:

“El vino es semejante al hombre: nunca se ha de saber hasta qué punto es posible estimarlo o despreciarlo, amarlo u odiarlo, y de cuántas acciones excelsas o monstruosas fechorías es capaz de hacer”.

“Si el vino desapareciese de la existencia humana, pienso que en la salud y en el intelecto habría un vacío, una ausencia, una imperfección mucho más repulsiva que todos los excesos y desviaciones que se le atribuye”

3 comentarios:

es curioso, sueles estar ahí, pero no logro saber quién eres, seguiré rompiendome la cabeza para saberlo

Lo importante no es aparentar, sino estar. Por ello no dudes que seguiré degustando y paladeando tus vinos, tanto a través de tu bitácora, como en tu casa... o en la mía. Nos sigue uniendo el vino y el baloncesto entre otros asuntos. Las horas de micrófono compartidas, permanecen intactas en la memoria.

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