30 de enero de 2013

30 de enero de 2013 - 1 comentario

Hermanamiento con San Miguel


Si no fuera porque mis amigos de abajo se reinventan cada siete días, sería complicado escribir cada semana. Digo esto porque parece complicado que después de 150 quedadas (entre tertulias, cónclaves, veladas o como leche lo llamen) cada historia sea diferente. Más difícil aún es que haya grupos de locos, enamorados del vino y la charla, como mis compadres los bracaneros. Pues bien, los hay y muchos por cierto. Vamos a hacer memoria para entender mejor la última crónica del mes de enero.
Hace algunas semanas visitaban Brácana Center tres personajillos curiosos, no cabe calificarlos de otra manera. Si no me falla la memori,a fue a finales del mes de noviembre. Entonces, el Chechu, el Paco Raya y el Gaspar juraban fidelidad a la República, abriendo de paso la puerta al hermanamiento bracanero con la Bodega San Miguel. Es este un espacio en el que los dos últimos sanan heridas junto a amigos, como en esta ocasión los fueron los Bracaneros. Vamos, que igual que los jueves son obligados en Brácana, ellos, sin darle mucho bombo, se ponen también tiernos en su cubil. Para mi fue un jueves complicado porque, fiel a la costumbre, me planté en la puerta de la sede institucional a las 21:00 horas. Mi sorpresa fue mayúscula cuando la puerta estaba cerrada sin que se apreciara señal alguna de vida. Me filtré por uno de los muros y como la oscuridad reinaba en el interior opté por darme una vuelta por los alrededores buscando a mis compinches.

Después de rodear los Montes Bracaneros tres veces seguidas decidí abandonar y volver para el limbo, no obstante cuando llegaba a los cuatro caminos vi salir a los figuras del Bar Hisa. Intrigado, decidí seguirlos tras meterse en un subterráneo y cual fue mi sorpresa cuando llegue a un vergel aderezado de botas, albero y objetos tradicionales de la cultura de la vecina localidad de Montilla. Es la mejor manera de definir la Bodega San Miguel, un templo del vino que pocos conocen, pero cuyos muros destilan historias, amistad y vino, sobre todo mucho vino. Durante toda la noche no faltó el líquido elemento, auténtico motor de cada reunión semanal. De jatería la cosa tampoco estuvo mal. Se afilaron los colmillos con un salchichoncito ibérico de Covap, para dar paso a unos frutos del mar, con denominación de origen de Huelva, con el que vuelven a equilibrar el nivel de ácido úrico alcanzado tras la Navidad. El plato fuerte de velada fueron unas migas, acompañadas de naranjas y rabanitas, que se marcaron entre el Chechu y el Paticorto de las ondas el día anterior.
Le pegaron un calentón sobre la marcha y entre anécdotas, chistes e historias, casi llegaron al fondo del perol. Otro día que se acostaron sin comer. El caso es que mientras falagaban las migas, el Gaspar hizo una propuesta que lleva pinta de prosperar. El caso es que a partir de ahora, el primer jueves en torno al 29 de septiembre, día de San Miguel, los bracaneros peregrinarán hasta la bodega.



La cosa promete porque al ritmo que llevan, van a tener que doblar cada semana para atender los numerosos actos sociales en los que son requeridos. Alea jacta est.

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