6 de febrero de 2013

6 de febrero de 2013 - Sin comentarios

Otro mes a la buchaca

Si pudiéramos contar el tiempo en arrobas de vino, podríamos decir que ya hemos trasegado algo más de una en cargarnos el mes de enero. Más o menos es el líquido elemento (el fino sustituye al agua en Brácana) que ha caído desde el tres de enero hasta ahora. Entre copa y copa, el primer mes del cuarto año tertuliano, tercero de la época bracanera, pasó a mejor vida. El último encuentro fue tranquilo, al menos así lo viví yo desde mi atalaya. Después de la escapá a la bodega San Miguel de la semana anterior, los acólitos de la joven República volvían de nuevo a la sede institucional para recibir tres nuevos embajadores.

El Pepe, el Raúl y el Migue son primos del Paticorto de las ondas y no se puede negar que por las venas de los cuatro corre sangre similar. Lo digo porque fieles a la costumbre del susodicho,todos llegaron tarde, poco antes de las 21:30 para ser exactos. Será una tradición familiar que en Brácana ya la dan por buena. Los tres nuevos embajadores hicieron gala de un tesón encomiable. Se apalancaron en la esquina de la barra y de allí apenas si se movieron para rellenar la copa, realizar el pertinente juramento y rendir pleitesía a los platos que fue sacando el ministro de alimentación durante la noche. Precisamente, la llegada de los embajadores coincidió con la resolución de un secreto que me tenía escamao. El jamón del que ha he hablado en alguna ocasión no es de madera.
El Pepelui hizo una vez más de flautista de Brácana, sacándole punta a la pata del gorrino para acabar sirviendo tapitas en barra tan exquisito manjar. Estuvo bien asistido por el Pijo del padel, pinche de la noche, que mantuvo el tipo al lado del ministro de alimentación. En esta tertulia se batió el récord del consejo de ministros más rápido de la historia de Brácana. Para no aburrir al personal, repasó la lista de embajadores del mes de febrero y poco más. No obstante, se apuntó que para la próximo reunión el debate sería tenso porque, según mi amo, hay tela que cortar y muchas cosas que tratar a puerta cerrada. Vamos, que según puedo concluir, habrá tirón de orejas este jueves. Cerrado el miniconsejo de ministros y tras realizar los pertinentes juramentos de los nuevos embajadores, se pasó a la sinfonía de tenedores en la formica.

Hasta cuatro veces hubo que repetir el intento, bajo amenaza de abstinencia culinaria por parte del Silencioso. La intimidación surtió efecto porque bracaneros e invitados se pusieron las pilas y clavaron con éxito el ritmo impuesto por el director de la peculiar orquesta, que cada jueves repite partitura en Brácana. Solventado el trámite llegaron los brindis que comienzan a ser una auténtica locura. Ahora la moda es invertir el orden para ver a quién se pilla en un renuncio. Vamos, que en esta fase de la noche acumulan más estrés que Marco en el día de la madre. Aún así, los mendas van sobraos.

El plato fuerte de la noche fue un perol de costillas en salsa, una cosita ligera pa conciliar luego el sueño. Parece increíble que la reserva de Almax siga intacta con lo que jalan. Dieron buena cuenta de él y casi sin anestesia, pasaron a pegarse unos digestivos con los que cerrar una nueva noche de charla, vino y comida. Enero ha muerto, larga vida a febrero.

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