10 de diciembre de 2014

10 de diciembre de 2014 - Sin comentarios

Brácana es un lugar mágico



No me cansaré de decir que cada jueves es diferente en Brácana. En alguna ocasión ya he tirado de esta afirmación pero, coño, es que es verdad. Además, lo de la pasada semana fue verdaderamente espectacular. El personal alucinó con la sesión de magia ofrecida por uno de los invitados, Tanque el Tahur, que dejó boquiabierto a más de uno y, en especial, a mi compadre el Silencioso. Todo esto pasó en los postres, como dicen los entendidos, pero antes no quiero dejar pasar un par de apuntes que me tienen escamado desde hace semanas. Os podéis imaginar que estoy hablando de los hechos que motivaron el golpe de estado hace algunas semanas y sobre todo, de quién mueve los hilos. Estoy emperrado en encontrar al elefante blanco de la operación. En la última crónica comentaba que hay tentáculos en todo este tinglado y, desde el pasado jueves, veo la luz al final del túnel.


El caso es que sabía que los invitados para la noche eran el Rafa Raya, hermano del ministro de alimentación, además de dos colegas del Niño y el Ahijao: el ya citado Tanque y el Mochu, que ya tiene más muescas en Brácana que las pistolas de Billy El Niño. El caso es que no esperaba encontrarme por allí al Luis Rubio, hermano de la Reina Madre, y uno de los cabecillas de la primera revuelta que trató de hacerse con el poder en Brácana, a mediados de marzo del año 2012. Durante toda la noche lo vi muy observador, pendiente de cualquier movimiento, como claro sospechoso de la trama asturiana del golpe. No le perdí la pista en ningún momento y pude ver cómo iba torciendo el gesto cuando pudo comprobar que la República vuelve a funcionar según los cánones establecidos, estos es, bajo el rigor del vino y la jatería.


Por cierto, por primera vez desde hace semanas el homenaje gastronómico semanal bajó el nivel, porque el Pepelui tiró de despensa para abastecer a las huestes bracaneras. Así, el menú estuvo compuesto fundamentalmente de empanadas, perritos calientes, de la marca Oldenhäuser para más señas, además de un chorizo de León, aportado por el cabecilla de la trama asturiana. En ello andaban, cuando apareció por la sede el Charlie, otro colega de los niños, que se sumó a la fiesta en pleno festín. Esto me hizo caer en las numerosas bajas de la noche. La Pantera andaba metido en algún curso de formación y no pudo asistir. El Ligre ha puesto pies en polvorosa volviendo a Almería, mientras que el Pijo del pádel presentó sus excusas. vía telefónica, aquejado por fiebres bracaneras.


Estaban ya preparando los digestivos de rigor, cuando el Tanque llamó la atención del personal. Sacó una baraja de póker y comenzó su espectáculo. Cartas que aparecían y desaparecían, naipes que aparecían en sus bolsillos cuando segundos antes estaban en la mano de algún bracanero y algún que otro milagro, al estilo de los peces, multipliando monedas de un euro ante la atónita mirada del personal. El que más lo flipó fue el Silencioso, que se fue para casa dándole vueltas al momento en el que el as de picas pasó de la mesa al montón de cartas que tenía el Tanque en la mano.


Picado en su orgullo, el Luis Rubio también propuso algunos trucos de cartas, imagino que para ganarse la confianza bracanera. Metió un par de trucos que también dejaron pasmado al personal y, en especial, uno con unos palillos de dientes, en los que aparecían y desaparecían unas rayas con un leve movimientos de muñeca.
Como digo, Brácana es un lugar mágico. No sólo se trata de beber y de comer, aunque, después del espectáculo ofrecido por el Tanque, hubo quien dejó caer que si era capaz de multiplicar el vino y la comida, pasaba a ser, en ese mismo instante, el duodécimo bracanero.

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