3 de diciembre de 2014

3 de diciembre de 2014 - Sin comentarios

Segundo golpe de Estado... esta vez con acierto

Hijos de la Gran Urraca, todavía me estoy recuperando del susto ¡Seréis mamones! Me he tirado una semana en la UCI del Hospital recuperándome del paro cardíaco que sufrí el pasado jueves.
¡Joder, vaya susto que me lleve! Mucho Ministerio de Defensa y muchas gaitas pero luego, a la primera de cambio, se os cuelan tres papanatas con una pistola y se os sale el mojón por el pernil del pantalón. Bueno, la verdad es que dicho así acojona bastante, al verdad. Pero, por el Cóndor Bendito de los Andes, si es que aquello fue un coladero.
Los asiduos de esta bitácora habréis apreciado que desde hace días el blog ha estado literalmente clausurado y Brácana en estado de excepción tras la imposición de la Ley Marcial. El motivo no ha sido otro que el Golpe de Estado que sufrió la República el pasado 20 de noviembre. Sí, como lo estáis oyendo. Por segunda vez, los golpistas intentaban hacerse con el control de la sede, sólo que esta vez sí lo consiguieron.
Yo llegué a la reunión a eso de las 21:00 horas. Todo parecía más o menos normal, con la única excepción de que esta vez hubo pleno casi desde el principio, además de el Carlitos Gracia, que se apunta a un bombardeo, sin llevar casco. Esto me escamó un poco, aunque con los antecedentes que aseguraban fiesta de la gorda para la noche, tampoco me extrañó. Se preveía la llegada de una horda de embajadores compuestos por personas noveles, como el Manolo Feria, el Luis Cantero o el Enrique Sánchez, además de veteranos de guerra como el Rafa Villar, el Cabello, el Paco Jiménez o el Ramón Jurado.


Con estas previsiones era de esperar que se liara la traca y, vaya si se formó. A eso de las 21:30, Onda Brácana Antena Pirenaica recordaba el fallecimiento de Franco, con una emisión especial en la que sonaba de fondo la voz de Gutiérrez Mellado y la canción Adivina, adivinanza, de Joaquín Sabina. Entre cerveza, vinos y aceitunitas andaba la cosa, cuando se oyó un fuerte estruendo en los montes Bracaneros. Parecía una explosión, de manera que varios bracaneros se acercaron a la puerta para comprobar qué pasaba. Nada más descolgar el pestillo, entró un Guardia Civil, pistola en mano, pegando tiros y acompañado de un requeté, instando al personal a tirarse al suelo bajo pena de muerte. La impresión fue brutal. El Abertxale tardó lo justo en besar el cemento, mientras que mi amo se arrodillaba junto al atril, rajando papeles e implorando que todo fuese una broma. El resto del personal andaba boquiabierto, con una expresión entre el miedo y la incredulidad. Tras unos minutos de descontrol, el requeté en cuestión se dirigió al atril, entonando el siguiente discurso:


    El lamentable estado en el que se encuentra sumido este gran pueblo bracanero, causado por el desgobierno ejercido durante tantos años, donde dirigentes convertidos en malandrines y borrachines, sin fe en Dios, entregados a la lujuria, el vicio, las fiestas y sobre todo a la canilla del vino, donde ignorando los estamentos y valores civiles que todo gran país honra y enalterce, como son el ejército, la Iglesia, los Poderes económicos y financieros, etc, etc. Habéis encendido y motivado a los aquí presentes a ejecutar este valiente asalto al gobierno, con el único fin de establecer un orden social, militar y católico. Para tan gran desafío, contamos con el beneplácito de organismo internacionales, así como de la bendición de la Santa Sede. Y lo más importante, contamos con el respaldo de una población, cansada de ver como los consejos de ministros de cada jueves, sus representantes sólo los emplean en comer y beber y beber, hasta salir a altas horas de la madrugada con enormes borracheras. En breve llegará la persona que se haga cargo del gobierno, quien marcará los patrones que guiarán a esta Gran y Libre, por el camino que le permita retomar el rumbo perdido, y de la que sólo puedo decir FRANCO HA VUELTO.




Después de esta parrafada, se me quedaron las patitas colgando. Coño, que auqello era un golpe de Estado en toda regla, aderezado con tiros al techo que, por suerte, no causaron ningún desperfecto en la Sede. Entre la incredulidad y el acojone, de nuevo se abrieron las puertas de Brácana y apareció un tipo, mezcla de Franco, Hitler y Gambrinus, acompañado de unos pocos secuaces, que portaban carteras de ministerios. Entonces caí en la cuenta de que algunos de ellos eran los embajadores que se esperaban para la noche. Mis colegas habían caído en la trampa y, haciendo gala de generosidad, habían abierto las puertas a los que pensaban acabar con las idílicas reuniones de los jueves. De todo esto me di cuenta, cuando el cabecilla de la revuelta tomó el atril, dirigiéndose al pueblo bracanero en los siguientes términos:


   BRACANEROS
   Es un motivo de orgullo y satisfacción, hacerme cargo de esta Nación. Mi larga y dilatada experiencia en anteriores dictaduras, antes en España y ahora en el Limbo, me avalan como el único capaz de imponer los valores perdidos. Con la ayuda de Dios, los poderes eclesiásticos y el apoyo de Punselito, no me temblará la mano para tomar las decisiones necesarias para que permitan conseguir estos objetivos. Para ello, vengo acompañado de mis fieles colaboradores que ocuparán sus ministerios.
   Seguidme con paso firme y marcial, cara al sol, con la camisa nueva, y no os levantaréis sabiendo lo que vais a comer mañana. Seguidme y conmemoraremos los grandes momentos de antaño. Ah, Punselito me ha dado recuerdos para todos, que Dios os pille confesados.
   VIVA BRÁCANA
   ARRIBA BRÁCANA
   Dicho esto, sólo me queda decir, vino para todos y FIESTAAAAAA


¡Lo que me faltaba por oir! Es cierto que hace algunos días un tipo con un bigote extraño me preguntó qué sabía acerca de Brácana. Pero, carajo, lo que no me esperaba era que se tomara las justicia por su mano. El caso es que, al menos, las primeras horas en estado de excepción no fueron malas del todo. Habrá qué ver cómo evoluciona, porque de entrada se metieron entre pecho y espalda morcilla de la Paticorta y una empanada Mariana, traídas por los golpistas. Estos también llegaron bajo el brazo con un lebrillo de migas, además de un perolón de lengua en salsa. Todo ellos estuvo pertinentemente regado por vino de la Cañada Navarro y de la Fundi, además de unos litracos de Fino el Golpe, especialmente sacado para la ocasión. Para terminar, se jalaron unos mantecados de ca Cabello y celebraron el Golpe (es que son unos chaqueteros) metiéndose entre pecho y espalda unos digestivos.
Ver para creer. Ya os contaré la semana que viene cómo evoluciona la cosa.



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