24 de febrero de 2017

24 de febrero de 2017 - Sin comentarios

La Merina, La Cabella y La Rafalita



La historia está llena de mujeres luchadoras. Personas que se dejaron la vida en la lucha por sus derechos y que han sido maltratadas sistemáticamente. Es por ello, que hoy me propongo romper una lanza en su favor, reconociendo un antes y un después en la historia bracanera. Porque, aunque cueste trabajo creerlo, la lucha femenina también ha llegado a la República con nombre propio: La Merina, La Cabella y La Rafalita. Dicho así parece el nombre de un relato de brujería de la Edad Media, pero nada más lejos de la realidad. Las tres se han convertido en pioneras del femeninismo bracanero, pasando a ser las primeras embajadoras que juran lealtad a la República. Es difícil de explicar porque Brácana, como ya sabéis, sólo cuenta con diez habitantes censados, y todos son hombres. Es por ello, que la manifestación vivida el pasado jueves en la República, coincidiendo además con la fecha del 23F, todavía tiene más valor. Pedían voz, voto y presencia en la República, en igualdad de condiciones que el resto de habitantes. Consignas del estilo Somos sufragistas y bracaneras, 100 años luchando por la igualdad o derecho de admisión para la mujer, se oían en las puertas de la sede, mientras mis compinches se pegaban los primeros golpes de la noche. Ante tal tumulto, fue el Silencioso el que acudió movido por la curiosidad, encontrándose con una horda descontrolada de mujeres, que atropellaban a los cuerpos de seguridad, mientras trataban de poner orden.


No hubo manera, las cabecillas de la revuelta -La Merina, La Cabella y La Rafalita-  entraron como un ciclón y antes de que nadie pudiera impedirlo habían tomado el estrado, dirigiéndose de la siguiente manera al personal:

Buenas noches a todos.
Menudo día el 23 de febrero, con hechos como el Golpe de Estado, la expropiación de Rumasa y hoy, lo que venga. Qué mejor momento para este teatrillo que las fechas de carnaval que ahora llegan.
En primer lugar, os pedimos que controléis vuestros impulsos masculinos. Entendemos la dificultad que entraña ante esos exuberantes cuerpos femeninos, pero, una vez terminado este acto, nos entregaremos en cuerpo y alma a todos vosotros.
La historia comienza con 100 años de lucha de la mujer, por conseguir la igualdad con el hombre. 100 años de lucha y su primer fruto fue el derecho de la mujer al sufragio. Por ello quedaron para la historia con el sobrenombre de sufragistas. Tal y como iban en aquella época, hoy nos veis a nosotras vestidas y ataviadas con estos trajes, atuendos y abalorios. Ese derecho al voto femenino, ya conseguido casi en todos los países civilizados, con algunas llamativas excepciones, llámese República de Brácana, entre otros, fue el principio, pero queda aún un largo camino por recorrer y por el que luchar.
Dicha esta introducción, no hay que olvidar lo necesario de lo femenino para con lo masculino. Valga hoy este ilustrativo ejemplo: la viña, la vid, la uva, la vendimia, la bota, la botella, la copa... todas femeninas y con un único fin: el vino. Ese gran masculino que tanto nos hace disfrutar.
Aunque sea tirar piedras a nuestro tejado, reconocemos el maldito acierto de no incorporar a las mujeres a esta República bracanera, porque quizás, o más bien seguro, no tendría la solera que existe en este rincón vinatero donde, jueves tras jueves, desde hace años y años, se viven momentos inolvidables.
Y para concluir os decimos:
La Chaparrona, la Lirio, La Pirula, la Víbora, la Bella Rosa... grandes conocedoras del vino y sus beneficios, quedaron en el camino sin reconocimiento de la República de Brácana. Seguro que, en compañía de Punselito, estarán pendientes de este acto.
Ahora sí, nosotras lo hemos conseguido. Somos las primeras mujeres que esta República va a nombras embajadoras.
Para la posteridad seremos La Merina, La Cabella y La Rafalita.
Vivan las mujeres, viva el carnaval y viva Brácana.

Qué ¿cómo se os ha quedado el cuerpo? Porque a mi todavía me tiemblan las patitas de emoción cuando recuerdo el mensaje cargado de sentimiento, rabia e impotencia. Estaba yo ensimismado en mis pensamientos, cuando de pronto las tres protagonistas de esta historia empezaron a quitarse la ropa. Me temí lo peor, porque allí el personal arranca a cuarto de vuelta. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que debajo de aquellos ropajes de mujer se encontraban el Paco Jiménez, el Cabello y el Rafa Villar. Aprovechando las fiestas de carnaval, habían liado a sus respectivas para pegarse una fiestecilla a costa de Brácana, y de paso ponerle los cataplines de corbata al personal ¡La madre que los parió! No tienen vergüenza ni para pegar un sello. Eso sí, como señores, arrimaron vino de la bodega de el Paco y sendas bandejas con costillas y patatas fritas, para rematar los entrantes del día -jamón, queso y mejillones-.



Por cierto, que el policía en cuestión que sujetaba el empuje femenino desde la puerta era el Luis Bujalance, uniéndose a la larga lista de embajadores que juran fidelidad a la República. Bueno, él y La Merina, La Cabella y La Rafalita, que también juraron como las primeras mujeres que pasan por el atril -excepción hecha de la Reina Madre-. Un capítulo más para la historia de Brácana, la semana pasada, reivindicativa como habéis leido, y también carnavalera.

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