26 de agosto de 2015

26 de agosto de 2015 - Sin comentarios

Allons enfant de la patrie...


Como quien no quiere la cosa, ya hemos llegado a la mitad del mes de agosto, con las mismas rutinas que en las semanas anteriores. Esto es, ausencias bracaneras por merecido descanso y charlita de jueves para los que no pueden disfrutar en estos días de un remojón en la playa, un pateo por el campo o simplemente unas horas de siesta y piscina. Bueno, en realidad una cosa sí que ha cambiado. Para romper el ritmo de las Tertulias anteriores, en esta ocasión mis compinches recibieron el pasado jueves a dos nuevos embajadores y a uno veterano que vuelve al redil un año después. Fue una quedada eminentemente republicana ya que todos ellos comparten junto a mis colegas fidelidad a la tricolor, aunque por motivos diferentes. En seguida os cuento los detalles, pero antes significar la ausencia de la Pantera, que este año ha decidido salir de la península rumbo a las islas afortunadas, aparcando los coches, nunca mejor dicho, durante unos días. También causó baja el Niño, que tiene previsto ausentarse de Tierra Santa durante un par de semanas, para dedicarse única y exclusivamente a la fiesta con sus colegas montillanos.


El resto del personal sí estuvo presente en la sede el jueves, para recibir con todos los honores a tres invitados llegados desde más allá de los Pirineos. Estas visitas siguen justificando el carácter internacional de la República de Brácana, gracias al documento acreditativo de la ONU como territorio independiente, escindido de la piel de toro. El caso es que el Pierre Nègre y el Laurent Lagunas, llegaron de la mano de el Paticorto de las Ondas, acompañados de el Guillaume Nègre, que ya estuvo en Brácana el verano pasado. Todos ellos son parientes de la Marina, de ahí que la invitación haya coincidido durante la estancia de los tres por Montilla, para comprobar, en primera persona, la veracidad de la canícula andaluza, de la que tanto se habla en las galias.
La visita de los tres, trajo consigo otra novedad importante: el relevo en la cocina como maestro de fogones. El Ministro de alimentación cedió los mandos del sancta sactorum de Brácana a el Paticorto, que se esmeró aportando unos pinchos de champiñón, calamar y langostino, además de una sepia al ajillo, para rematar la faena culinaria.


Como os podéis imaginar, el intercambio lingüístico fue interesante. Aunque los tres personajes en cuestión se desevuelven con soltura en español, mis compinches patinan al intentar comunicarse en la lengua de Astérix. Por ello, los intentos de llevarlo a cabo provocaron más de una carcajada. Aún así, la charla fue más o menos fluida, derivando desde los tópicos semanales hasta el socorrido tema de los deportes. A este último apartado le dedicaron bastante minutos, aprovechando que el Pierre y el Guillaume son consumados deportistas y que el primero ha jugado al rugby en el mítico equipo de Saint Affrique. Esta circunstancia no fue pasada por alto por el Ahijao y el Abertxale, que aprovecharon para compartir experiencias sobre esta disciplina deportiva. El Laurent por su parte tuvo más problemas de comunicación que, casualmente, fueron disminuyendo según fue aumentando el número de copas de vino vaciadas. Por cierto que el líquido elemento fue aportado en esta ocasión por el Rafa el Mantecas, además de unos litracos de fino Pompeyo, dejando ambos muy buen sabor de boca.
La noche estaba emboquillada en torno al bebercio y el comercio, de modo que aprovechando la presencia de nuevos embajadores, se procedió a los juramentos. Estos se llevaron a cabo en un correcto español, con algún que otro atranque, pero con un notable alto en líneas generales. Precisamente, este momento mítico en Brácana dio rienda suelta al personal que, a esas horas de la noche, ya no se cortaba ni un pelo. De hecho, con la lengua más suelta de lo normal, ya fuera en español o en francés, echaron mano de las dos botellas de tinto aportadas por los nuevos embajadores: un Château Leret de Cahors del año 1999 y un vino elaborado en Saint Guilhem le Désert del 2011, cuyo nombre no alcance a ver. .


Ambos vinos, sobre todo el primero levantaron la admiración del personal, a pesar de que se lo bebieron al estilo cromagnon. A ver si me explico, porque la cosa arrancó tempranito. Como se encargaron de explicar los nuevos embajadores, la botella de Cahor precisaba de un tiempo de aireación para apreciar toda su magnitud. No obstante, nada más empezar la noche, mi amo, que ejercía de pinche, tuvo a bien comprobar el poderío de la ley de la gravedad, dando con el decantador en el suelo, en un acto de auténtica mala suerte. Sin decantador, y ya con una pocas copas de fino en el cuerpo, mis compinches cayeron sobre la botella en cuestión como lo haría una panda de tiranosaurus sobre una manada de diplodocus. Todo esto sucedía ante la atenta mirada de los embajadores que, con ojos desorbitados, no alcanzaban a comprender el frenesí vinatero en el que estaban metidos. Después de un intercambio de opiniones sobre la iodenidad de meterle mano al Cahor, atacaron primero al vino de la Languedoc, mientras que la primera de las botellas reposaba un tiempo prudencial en el frigorifico. Tal era el ansia de probar el vino en cuestión, que el Silencioso tuvo que improvisar un sistema de seguridad para que las hordas de orcos no asaltaran el refrigerador antes de tiempo.


El caso es que es que la prudencia no es una de las cualidades entre los bracaneros, de modo que en un breve periodo de tiempo ya habían dado buena cuenta de las dos botellas, encarando la recta final de la noche. Mientras se jalaban el postre, una tarta helada para más señas, el Mojito's Team (leáse el Ahijao y el Paticorto) se afanaban en prepara una tanda del citado brebaje, con el que se cierra las tertulias desde hace semanas. Una vez preparados, con la certeza de que para el jueves próximo es necesario adquirir un kit de mortero, exprimidor y medidor, para facilitar el trabajo, volvieron de nuevo a la charla, entre sorbo y sorbo.
A grandes rasgos, aunque me dejo cosas en el tintero como la intervención cada vez más conjuntada de la Orquesta Filarmónica de Brácana o el ímpetu en el juramento de los nuevos embajadores, así pasó la noche. La próxima semana más, con nuevos embajadores, nuevos vinos y más comida, para encarar la penúltima tertulia del mes de agosto.


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