6 de agosto de 2015

6 de agosto de 2015 - Sin comentarios

Los Mejias toman Bracana

Con tres bajas significativas como las de el Maestro, el Paticorto de las ondas y el Ministro de Alimentación, la última tertulia de Julio, o lo que es lo mismo, la veintiocho del año, y a la par la trescientos trece desde los inicios, se presentaba, a priori, tranquila. Además, las calores de este largo verano siguen haciendo estragos y como la calor y el vino no hacen buena miga, pues tampoco esperaba algo fuera de lo común.
Pero como bien sabéis en Bracana todo es diferente, y los dichos se los pasan por el forro. En esta ocasión, asesorados una vez más por la Eladia, la de Durán, que últimamente les marca las pautas, se enfilaron al paso un box de Fino Pompeyo, que les supo a poco, teniendo que que echar mano de un restillo de Fino El Pato. Pero si el Fino Pompeyo marcó la noche vinícola, en el apartado cocinilla los Mejías dieron la nota positiva con unas cositas muy finas y delicadas.
Pepe Mejías, el patriarca del clan, ilustre veterano y boina verde, pescadero del Rinconcito en las Casas Nuevas y con mando en plaza en el Mercado de Abastos de la vecina localidad montillana, coció dos kilitos de gamba blanca, que hizo que a más de un comensal se le saltaran dos lagrimones más grandes que los habicholones del barco de Ávila. Y claro, si el pureta se creció, su Manolo, sí, el Manolo Mejias y sus caballitos pony y sus enanitos forcados, se presentó con otro manjar, una latica grande de anchoas del cantabrico Hoya. Mi amo, que por segunda semana consecutiva sustituía al Ministro de Alimentación, presentó los peces cupleiformes en varios pinchos diferentes:en cama de tomates de Montilla o en rebanaditas de pan tostado aportado por el Abertxale de ca Bellío. El remate a tan fantástica tertulia culinaria lo puso la Isabel, la matriarca del clan. Dudando de su Manolo, que por cierto estuvo a la altura de las circunstancias, realizó con cariño y esmero un salpicón fresquito, que hizo que lo lagrimones de los bracaneros brotasen de nuevo, casi inundando la sede presidencial. Entendéis ahora, el por qué de la rapidez en ventilarse el box de Fino Pompeyo. Ah, y de postre contesa…
Pero si la comida estuvo genial, mejor aún, estuvo el ratito que los bracaneros pudieron compartir con Don Jose Mejias, casi secuestrado del Paseo de los Monos, donde el hombre buscaba desesperadamente un poquito de aire fresco. El viejo Lobo de Mar deleitó al personal con sus anécdotas e historias de sus muchos años de pescaero. También le sacó la pinta a los bracaneros y localizó rápidamente a sus familiares, retrocediendo en el tiempo a los años en los que regentaba la pescadería de la Calle Medico Varo donde,  junto a el Francisco el de la Carne, el Vílchez el de la droguería, la encarna la de la tienda de comestibles y la peluquería de la Mari Eva, dieron pie, sin saberlo, al primer centro comercial abierto de Montilla, El Rinconcito. Yo en esa época ni tan siquiera era aún un huevo, pero todo esto que os cuento me lo ha hecho saber el Loro de la Benita, que se autoproclama el auténtico cronista volador del Barrio de Las Casas Nuevas.
Cuando el ya veterano bracanero Pepe Mejías (84 años le contemplan) abandonó las sede, su Manolo tomó el relevo, embelesando al personal y haciendo del último del mes de Julio, una inesperada pero agradable tertulia.


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