5 de diciembre de 2019

5 de diciembre de 2019 - Sin comentarios

Bracaneros reincidentes

Para la penúltima semana del mes de mayo, Brácana ha tirado de viejos amigos, bien conocidos por estos lares. En realidad me costó reconocer de entrada al Paco Jiménez, el Cabello y el Rafa Villar, porque siempre han acudido a la República para dar un golpe de estado, reivindicar los derechos de la mujer en Brácana, o adorar a los dioses más paganos. Por ello, cuando cruzaron la puerta me sorprendió un poco y me temí lo peor. Pero no, para una vez que pienso mal, voy y me equivoco. Esta vez el personal venía tranquilo, no sé si atenazados por la presencia de el Fran Gallego, autoridad competente en la vecina ciudad de Montilla, por el vástago de el Paco Jiménez, el Paquito Jiménez o por el acompañamiento de el Salva Córdoba, un tipo tranquilo según pude ver, pero que si sigue con esas compañías, habrá que ver dónde acaba. Estos dos últimos, por cierto, pisaban Tierra Santa por primera vez.


A pesar de la tranquilidad con la que el personal cruzó el umbral bracanero, la noche comenzó con sobresaltos. El Paco Jiménez se sintió indispuesto, obligando a una rápida evacuación al hospital que según pude saber después, quedó en un sustillo. Aún así, en Brácana todo el mundo se adapta rápidamente a las circunstancias, así que incluso hubo quien dijo aquello de "a más cabemos". No quiere decir esto que no se preocuparan por el chungo que el dio al Paco. Simplemente que como no podían hacer nada más, pasaron al bebercio y el comercio, para hacer más llevadera la espera de noticias. Por cierto, que me gustó mucho la cestita en la que los Jiménez, padre e hijo, llevaron su vino. Ya quedan pocos trabajos artesanos como ese, por lo que cada vez que alguien aparece por la sede con un chisme tan particular, recibe las mayores alabanzas.



Mediada la noche, apareció una noche más el gurú de los fogones bracanero, el América. Sigue aprovechando el final de su jornada laboral para pegarse unos tientos de tinto con casera y supervisar personalmente la jatería que llega a la República. Por cierto, que la cosa estuvo más que bien el jueves: caracoles en salsa de tomate, carrillada en salsa y alcachofas al limón.



A pesar del riesgo que conllevan los elementos anteriormente citados, la noche fue tranquilita. En parte porque el Cabello abandonó pronto la sede por motivos laborales, y porque el Paquito Jiménez vovió dando el parte de novedades tras el sustillo de su padre. No tengo mucho más que contar porque todo estuvo tan apaciguado que incluso yo partí antes de tiempo. No es lo habitual, pero un día es un día. Repongamos fuerzas que cualquiera sabe lo que pasa en la última tertulia del mes.


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