13 de diciembre de 2019

13 de diciembre de 2019 - Sin comentarios

Un torneo desigual

Ya sé que hace varias semanas que no escribo nada, pero es que las dos primeras tertulias de junio han sido de transición. Bueno, en realidad han servido para preparar uno de los grandes eventos que quedan señalados en el Calendario Perpetuo de Brácana: El Open de Pádel. En los dos jueves anteriores pasaron por la sede de manera testimonial el Carlitos Gracias, el Chechu y el Antonio el Buchaco. Este último porque pasaba por allí y no desaprovechó el lance para pegarse un golpe rápido antes de dirigirse a su templo. Los otros dos sí que están relacionados directamente con el citado torneo deportivo, al que me voy a referir en esta entrada.


Como digo en el título, el Open de Brácana se ha devaluado de manera importante. Sería más correcto decir que este año ha subido tanto el nivel que aquello hasta parece ya una competición seria. Aún así, fue un torneo marcado por la ausencia de algunos cabeza de serie destacados en ediciones anteriores.


El Paticorto y el Silencioso no participaron por lesión, aunque este último sí estuvo siguiendo el Open desde la grada. Tampoco fue el Maestro por su idas y venidas al estilo Easy Rider. Y también faltó el Pijo del Magreb por causas personales. Un desastre vamos. Por este motivo el Campeonato de palas de Brácana, contó con participantes poco habituales que jugaron mejor que los citados, pero dieron menos espectáculo, vosotros ya me entendéis.


Eso sí, el Juli Cabanillas y el Chechu, sobre todo el primero, mostraron buenas maneras. También lo hizo la dupla favorita para este año, formada por una pareja desigual como el Kichi y el América (espectáculo puro en la red) aunque cayeron a las primeras de cambio.
Visto lo visto, casi todo estaba destinado a una final entre el Ahijao y el Carlitos Gracias, contra el Pijo de los Balcanes y el Juli. Fueron los segundos los que se llevaron el gato al agua, tras un torneo descafeinado en el que se echó en falta el juego agresivo en la red de el Pijo del Magreb, la falta de aliento del Paticorto en cada movimiento y, sobre todo, el escaqueo del Maestro y el Silencioso en mitad de los partidos, para reponer líquidos.


Eso sí, lo que ya es una tradición en Brácana son las sardinas a la brasa y, sobre todo, la candela de la Noche de San Juan. Este año no hubo votaciones porque tanta ausencia hacía que no hubiera quorum suficiente para establecer un nuevo gobierno para la República. Lo dejan para más adelante porque, ya se acerca el verano y la cosa irá perdiendo intensidad.



Por hoy es todo. La semana que viene más y aviso, me voy de vacaciones justo después antes de que esta gente empiece a emigrar por eses mundos del Cóndor Bendito de los Andes. Para la última tertulia de antes del verano hay alguna sorpresa porque, según he podido escuchar, viene un boina verde de Brácana con sorpresas culinarias. Los detalles, la semana que viene.

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