19 de diciembre de 2019

19 de diciembre de 2019 - Sin comentarios

Proyecto de bodegueros

Hace ya algún tiempo escribía un artículo en esta misma bitácora, titulada La fauna de Alvear. Fue allá por enero del año 2017, cuando un grupete de jóvenes trabajadores de la bodega, pasaban por Alvear para continuar con el largo ritual que supone obtener una matrícula de honor en el mundo de la enología. Superada con éxito esa prueba, aunque con algunas secuelas de las que no sé si llegarán a recuperarse, la historia volvió a repetirse el pasado jueves. En esta ocasión la bandada, permitidme la expresión, fue de seis, porque algunos de ellos ya son reincidentes y buscan subir nota con esta pruebas: el Alejandro Villatoro y el Miguel Portero, además de el Manolo Ordóñez que ya juega en una división superior.


Debutaban en la sede el Andrés Galisteo, el Antonio Pérez y el Javi Algaba, buscando al menos un cinco raspado en la Tertulia, para no ser objeto de burla por parte de sus compañeros de curro. No sólo lo consiguieron, sino que el sanedrín bracanero les otorgó una nota alta por el aguante y el temple con el que encararon y aguantaron una noche para boinas verdes. Porque allí en Brácana se sabe como se entra, pero se desconoce como se sale. Por lo general bien aunque todo se tuerce cuando la cosa se desmadra.


Ya sabéis que no soy mucho de personalizar lo que pasa en la Tertulia, pero esta vez tengo que hacer una mención especial con el Andrés Galisteo, aguilarense de nacimiento y ya bracanero de adopción. A lo largo de la noche estuvo al quite del personal, venenciando vino como alma que lleva el diablo. Y entre copa y copa servida, copa bebida. Yo, que en esto de las parrandas enológicas ya tengo unos pocos tiros pegados, me veía venir un jardalasso de categoría. Pero claro, un tío con casi dos metros de altura, tiene aguante para rato, no como yo que con un bebedero rebajado al 50 por ciento arranco a cuarto de vuelta.


El caso es que se pegaron un jinchón de vino que, por lo que me cuentan, pasó factura al día siguiente durante la jornada labora, que pasaron a duras penas. Más o menos como el resto del personal, que no vayáis a pensar que por muy doctores honoris causa que sean, no sufren el rigor de los duros jueves bracaneros.


Contribuyó durante la noche a aguantar el tirón la jatería, rematada como un arroz de media noche que levantó el espíritu a más de uno. Como digo fue una noche de intercambio generacional, ahora que tanto se llevan esas frases hechas. El presente y el futuro de los hacedores y bebedores de vino reunidos a la misma hora y en el mismo sitio con el mismo objetivo de pasarlo a cojón partío.
Se me olvidaba que aprovechando la Tertulia del jueves, el Suerto y el Paticorto, hicieron entrega a la República del primer premio del concurso de microcine Amontíllate60, con el que el personal se va a dar un homenaje, a costa del Ayuntamiento de Montilla, como pagador. Pues, a su casa viene, como diría el otro. No tienen bastante todas las semanas y se buscan horas extra para prolongar la fiesta.


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