6 de agosto de 2020

6 de agosto de 2020 - Sin comentarios

Porque el vino es un Tesoro

Lo prometido es deuda, así que vuelvo una semana más con las andanzas bracaneras. Como comentaba en la entrada anterior, la última quedada del jueves sirvió para preparar el viaje a Jerez que se pegaron el pasado fin de semana, para comenzar el mes de marzo. Ha servido para retomar una vieja costumbre de la República como las visitas culturales, que normalmente van ligadas al mundo del vino.
En esta ocasión, como ya he comentado, han optado por visitar la Bodegas Real Tesoro de Jerez, gracias a las gestiones realizadas por el Kichi, que ejerció de cicerone durante buena parte de la visita. Os dejo unas cuantas fotos del viaje porque, como dice el refranero, una imagen vale más que mil palabras.



Bueno, hasta aquí todo más o menos normal. Cachondeo, vino, algo de cultura, caballos... Podría haber sido un viaje más si no hubiera sido por el método de transporte. Lo he dejado para el final porque la cosa tiene guasa. Ya de vuelta, el autobús empezó a hacer un ruido raro, que resultó ser una avería de la suspensión. Ante esta situación el personal optó por pedir un cambio de autobús y, ya se sabe, cuando esta gente se queda tirada en algún sitio es cuando empieza la fiesta de verdad.


De hecho, en medio en uno de los restaurantes de la autovía A-4, montaron el campamento. Dieron con la birra de la estación de servicio y montaron una juerga en condiciones, que hubiera precisado la presencia de la Guardia Civil, de no ser porque en kilómetros a la redonda no había un alma, salvo la del personal de la gasolinera.



Podría entrar en detalles, pero el viajito de marras dio para un libro por sí solo. Creo que con las fotos es suficiente, sobre todo porque había ganas de pegarse un sarao -salvedad hecha de la anécdota del autobús- con el personal y las respectivas. El jueves que viene volvemos a la carga.

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