12 de enero de 2010

12 de enero de 2010 - 1 comentario

Cavilaciones con una copa en la mano


Saber cuando comenzó el vinculo entre Montilla y el vino, es complicado, según dicen viene la cosa desde Los Tercios de Flandes, y la verdad es que de eso hace años, pero no voy a entrar en hacer un estudio exhaustivo del tema. Yo simplemente diría que desde siempre.

Al menos yo desde siempre he visto cepas, bodegas, lagares. He olido el mosto que chorreaba de las “pascualis” o de los serones de los mulos, que acarreaban la uva a una pequeña bodega cerca de donde vivía. Desde siempre he pasado por el ventanal de una bodega y me quedado un ratito delante, quieto, solo, disfrutando del olor a vino, madera y albero que descubre lo que hay dentro.



Sin embargo el vino fino está en peligro, la gente lo bebe poco, ahora está de moda el tinto. “Ja,ja,ja”. Yo me río. Se beben todo lo que le pongan y más si es un Rioja, aunque los caldos venga de Toro, o de Cariñena, o de La Mancha, da igual, ellos se lo beben como un Rioja y se quedan tan anchos.



Pero con el nuestro es más complicado, cada vez son más los “bebeores” de fino que corretean las sierras o los lagares de la comarca para disfrutar del vino más puro. Otro método que utilizan los que se autodenominan “bebeores”, es el de hacer correr la voz de cómo cambian los vinos en las tabernas.

He vivido más de una conversación donde se comentaba como a echado ha perder “fulanito” el vino de su taberna desde que ha cambiado de lagar, o de bodega.

Creo que “tabernear” es extraordinario, y sí es a pie de barra mejor. Aquí le ganamos al tinto, la charlita de pie, con la barra alternado copas de vino fino y tapas caseras es un placer divino.

Hablando te tabernas se me viene a la cabeza las del Barrio de la Cruz en Sevilla, donde el camarero apunta con tiza lo que llevas entre pecho y espalda. O las de Granada cerca de la Plaza Bib Rambla, ahí van con tapita o señora tapa si tienes suerte. En estas los camareros piden a la barra haciendo un juego numérico, que para el entendido delata el número de latigazos que lleva la mesa y la grandeza de la consiguiente tapa que acompañara a dicha consumición. Las de Cazorla son tremendas, oreja, sesos, hocico, callos, carne de monte, o lomo en orza forman parte de la tapa que te puede caer en la mesa. Por Cádiz la cosa cambia, aquí es protagonista el "pescao" y las tortillas de camarones.



Pero las mejores reuniones en torno al vino las tengo en mi cabeza. Recuerdo como mi padre y sus compadres se sentaban en las mesillas del bar que había debajo de donde vivía, yo formaba parte con mi vasito de gaseosa negra, de aquel mundo en el que se hablaba de fútbol o de política o de la niña del vecino. Recuerdo que para diferencia los “medios” de vino cada cada contertulio marcaba su vaso de forma diferente, unos echaban dentro una arvellana, otros un palillo de dientes, y así cada uno buscaba lo forma de identificar su copa lo mejor posible, después de llevar disfrutando de los placeres del vino un buen rato.



En definitiva, recuerdos en pasado y en presente de todo un mundo de sensaciones que nos hace mas humanos.

1 comentarios:

Coincido contigo. me flipa pararme a oler los ventanales de cualquier bodega.

En cuanto a las tabernas, en Montilla nos falta ese toque de tradición tabernaria. De hecho, si vienen amigos de fuera y queremos llevarlos a beber vino de la tierra pocos lugares hay para que luzca la copa, de ahí que la cabra tire p'al monte y busquemos los lagares como agua de mayo.

Un placer verle por internete. Ya tienes un seguidor más.

Publicar un comentario