17 de enero de 2010

17 de enero de 2010 - 3 comentarios

¿Y si rompemos la cadena?




Parece mentira pero no es menos cierto, que a veces es complicado encontrar un ratito para hacer algo que te apetece. A mí me ha pasado con este rincón donde me relajo que no es otro que mi blogs. Empecé publicando como una moto, domingo, lunes y martes, pero había que parar y ahora vuelvo, y lo hago con mucho vino en el cuerpo y no menos en mi mente.
El jueves tocó tertulia, y el sábado ruta de lagares, pero de esto último os hablaré en otra ocasión.

Jueves 14.
Vino. De mi bota (fino patahierro). Empezamos una botella de Fino Cobos, pero no la terminamos, nos hemos acostumbrado al vino de bota y aunque el Fino Cobos nos gustó, cambiamos el tercio rápidamente.
Tapeo. Quesito, surtido de ibéricos del Mercadona, aceitunitas… y una carne de lomo troceado al vino fino y tomillo que nos supo a gloria.
Música. (Colette, esto va por ti) Juan Peña El Lebrijano. Disco Casablanca. Este disco fue grabado en el año 1998 y en él, el Lebrijano canta con la Orquesta Arábigo-Andalusí de Tánger, consiguiendo una fusión de flamenco y música del otro lado del estrecho de muchos kilates.

Bueno, estos eran los ingredientes para charlar al amparo de la chimenea y sobre todo los ingredientes para no tener prisas. Al menos eso intentamos en nuestras tertulias, ralentizar el tiempo. Cosa como os decía antes, bastante complicada en ocasiones. El trabajo y la complejidad que supone manejar nuestro tiempo ocupó gran parte de la tertulia de la noche.
Coincidimos todos en lo complicado que se hace parar la dinámica en las que nos vamos envolviendo día a día. El trabajo, los hijos, las hipotecas, suelen ser excusas comunes para seguir dentro de la rueda que apenas nos deja pensar en si eso es lo que hemos elegido libremente .
Cambiar es complicado cuando la cadena ya está puesta en marcha. El ritmo nos lo van marcando e inconscientemente lo vamos asimilando. Depresiones, rupturas familiares, adolescentes con problemas, frustaciones elevadas al máximo exponente. El consumismo puro y duro va pasando factura, mientras seguimos esclavos de la rueda, de la cadena.
¿Y como parar?. Quizás bajando el listón que nosotros mismos colocamos, ya que a veces pensamos que la culpa de nuestros descontentos viene marcada por los demás, por el entorno, por la sociedad y por supuesto nunca de nuestras propias decisiones. Pero curiosamente en muchas ocasiones las circunstancias nos obligan a tener que cambiar el orden de nuestros destinos, hay veces que la cadena se rompe de forma sorpresiva, simplemente explota y punto. Y entonces, sí que no queda otra, es lo que hay. Quizás no halla que esperar a que se rompa la cadena para vernos fuera de ella, y vernos ante la obligación de retomar nuestra vida.
Y quizás por eso mismo, en nuestras noches de tertulia, nos inventamos nuestras propias historias, dibujamos nuestros propios futuros y al amparo de una copa de vino nos sentimos mucho mas libres.

3 comentarios:

El vino resulta un oasis en un mar estresante. Ha habido días que tenía que hacer cincuenta mil mandaos, y que estaba todo preocupado, pero en ese momento te encuentras con alguien en la terraza de un bar, te anima a tomarte algo... y al final te paras 3 horas y te vas a casa con un pelotazo del quince. Las preocupaciones siguen ahí, pero ahora las ves menos preocupaciones.
La conjunción vinate y amigos es un desestresante y relativizador natural de primer nivel.

Gracias por la música. Un beso guapo. Colette.

Ya me están dando ganas de participar en estas tertulias...
Qué envidia dais, perros!!
Un saludo al Pepito!!

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