9 de enero de 2018

9 de enero de 2018 - Sin comentarios

El Nuevo, el tonelero y el holandés errante... 11+2

El mes de septiembre está siendo intenso en Brácana entre torneos deportivos, catas de vino, estrenos gastronómicos y... nuevas incorporaciones a la República. Sí, como lo estáis leyendo. Desde la pasada semana, Brácana vuelve a estar compuesta por once miembros con derecho a voz y voto tras la incorporación de el Marquitos, bautizado en la República con el sobrenombre de el Nuevo.


Estaremos de acuerdo en que no se han roto la cabeza con el apodo pero lo que me parece seguro es que este nuevo fichaje dará batalla en la siempre complicada guerra bracanera semanal. Después de largas deliberaciones, que he mantenido en el más estricto secreto en este blog, el secreto de sumario ha sido levantado por las autoridades pertinentes y el Nuevo, tras jurar como embajador en su momento, ya es uno más de la familia. Cumple los requisitos según pude ver en su primera noche como miembro de Brácana: le pega al vino, no se achanta con la jatería y tiene conversación, acreditada por horas y horas detrás de la barra de La Oficina, léase el Punto y Coma, como segunda sede bracanera.


La presencia de el Nuevo no eclipsó la visita de dos nuevos embajadores en la noche del jueves. El primero de ellos es un viejo conocido en Brácana, pero que por cosas del destino, aún no había pisado Tierra Santa. Se trata de José Luis Rodríguez, tonelero de profesión y personaje versado en el mundo del vino y la madera en la que reposa el líquido elemento. Llegó acompañado de otro personaje como el Henk Meijer, al que todo el mundo llama cariñosamente Enrique. Es holandés de nacimiento, pero un enamorado de la cultura del vino y de Andalucía, hasta tal punto de haber establecido su base de operaciones laborales en las cercanías de la República de Brácana. Con semejante plantel, podéis haceros una idea de los derroteros que siguió la conversación a lo largo de la noche, regado por el vino que llevó el José Luis Rodriguez. Se habló mucho de vinos, de barricas, del futuro de la tonelería, del mercado internacional para los barriles que se fabrican en la vecina localidad de Montilla... y todo ello mientras iban poniendo a el Nuevo en situación, explicándole como funciona la República.


Otro momento importante de la noche fue el cumpleaños de el Silencioso. La criatura ha cumplido 30 y pico, según comentó, a pesar de que la barba blanca no le hace justicia. Para celebrarlo, fue la Patri, hija de el Silencioso, la que antes de que llegara aportó una tarta estupenda de sabor, pero mejor aún de aspecto. Una foto del Abuelo Cebolleta -léase ahora el Silencioso- con Candela hizo que el lado bracanero más tierno aflorara mientras entonaban un desafinado Cumpleaños Feliz


¡Coño! Que hasta a mi se me saltó alguna lagrimilla. Joder, como pasan los años. Van ya casi ocho desde que yo presidía las tertulias del callejón... esto va viento en popa, de nuevo con once bracaneros...
Larga vida a la República. Que no falte el vino y la jatería, porque si no esto se va a al carajo...


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