9 de enero de 2018

9 de enero de 2018 - Sin comentarios

Compartiendo experiencias de vinos

No todo va a ser deporte en la vida y en Brácana, en realidad, apenas si es una gota de vino en una tinaja. Digo esto porque tras el TIP 2017, en la República tocaba reponer fuerzas y volver por la senda que da sentido a la vida bracanera cada jueves. El vino fue más protagonista que nunca en la última quedada, con invitados de excepción, aunque ya habituales. El Manuel Jiménez, el Luis Giménez y el Fernando Giménez volvieron al redil, cargaditos esta vez de vinos singulares.


Primero tengo que explicar de qué va la cosa porque, incluso a mi, que ya estoy curtido en todo tipo de batallas, me costó seguir el hilo de las explicaciones. El caso es que en Bodegas Alvear se han tirado al barro, apostando por una producción limitada de vinos, que ellos mismos han llamado Tres miradas. Por lo que cuentan mis colegas, no es la primera vez que apuestan por un producto vinícola innovador. Ya lo hicieron en su momento con el vino joven Marqués de la Sierra, aunque ahora han ido todavía más allá.


De ello, informó puntualmente el Fernando Giménez, que se doctoró una vez más en Brácana con una conferencia detallista y sentida, que acompañó a una cata de vinos singular. Según parece fue la segunda cata de estos vinos que se ha realizado, incluso antes de la salida al mercado de los vinos Tres miradas. A ver si puedo explicar, de manera breve, de qué va la historia.
El proyecto Tres miradas, que Alvear está llevando a cabo junto al Grupo Envínate, apuesta por los vinos desde el punto de vista del viñedo y no del sistema de crianza en bodega. Por ello, durante meses han trabajado en esta idea, fermentando los mostos obtenidos en tinajas, siguiendo la tradición de la zona de Montilla Moriles. La materia prima, esto es la uva, sigue siendo de la variedad Pedro
Ximénez, aunque seleccionada de viejos viñedos de la Sierra de Montilla, ubicados en parcelas del Cerro Macho, el Garrotal y Viña Antoñín.


Son viñas viejas que posiblemente no tengan el mismo rendimiento que otras plantaciones más recientes, pero que tienen ese sabor añejo que otorga el terruño. A esta particularidad, hay que unir que el mosto se ha trabajado con dos estilos diferentes: una parte ha sido sin piel, o sea, utilizando sólo el líquido extraído del prensado, y la otra dejando macerar el mosto con la piel, al estilo del vino tinto.
El resultado ha sido la obtención de dos vinos diferentes por cada parcela, esto es, seis en total, además de un Vino de Pueblo -así lo llaman ellos- en el que se ha trabajado con todos los vinos anteriores para obtener un único producto.


Así, a bote pronto, discurrió la noche en Brácana, entre copa y copa, opiniones, olores y, más rondas de vino. En cada una de ellas, dos copas, para apreciar las diferencias de elaboración de un mismo producto, con piel y sin piel. Por cierto, que la familia Alvear llegó con un surtido de copas para apreciar todos sus matices. Gustaron al personal porque, según pude comprobar, dieron con todo el estuche de Tres miradas, además del Vino de Pueblo. Fieles a las tradiciones, tan singulares bebestibles estuvieron acompañados por las pertinentes viandas preparadas por el Ministro de alimentación. Porque, una cosa es dárselas de culturitas meneando el codo entre copa y copa, y otra es perder de vista el origen de la República.


Hoy no me extiendo más porque, la verdad, la tertulia del jueves fue parca en conversación, excepción hecha de todo lo que se habló de vinos, que fue mucho. Me quedo con lo que dijo el Manuel Jiménez en uno de los momentos de la noche: que Alvear sigue siendo una bodega valiente, que apuesta por productos innovadores, sin perder de vista la calidad que atesora después de siglos de historia. SALUD.


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