16 de enero de 2018

16 de enero de 2018 - Sin comentarios

Adaptación al medio

Que mis colegas bracaneros se adaptan a cualquier adversidad, cambio o imprevisto, no es algo nuevo. En todos estos años, he visto cómo son capaces de dar un giro de 180 grados a la situación, para llevarla a su terreno, y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Algo así es lo que ocurrió el jueves pasado, viviendo de nuevo dos tertulia en una. Me preocupa que esto se convierta ya en rutina, porque mi memoria no da para tanto. Retener charlas, momentos y situaciones, se me hace verdaderamente complicado. Pero bueno, es lo que hay. Estaría de Dios, del Dios Baco, que diría el otro.


Dos nuevos embajadores llegaron al sede el jueves, de la mano de el Paticorto de las Ondas. El Javi Baena Roca y el Manolo Baena, son colegas suyos desde la adolescencia y hacía tiempo que estaban en la terna de invitados aunque, por hache o por be, su momento no ha llegado hasta finales de octubre. Ambos aterrizaron en la sede con algunos presentes culinarios para hacer más llevadera la velada. Al poco ya estaban integrados, dejándose llevar por los vapores del vino que cada jueves inundan la República. Con porte sosegado, se apalancaron junto a la barra, compartiendo risas, anécdotas y recuerdos, dando forma a una Tertulia tranquilita.


Pero claro, como tras la calma siempre llega la tormenta, y ésta llegó de la manera más inesperada. Alrededor de la media noche unos golpes en la puerta pusieron al personal en tensión, embajadores incluidos. Cuando a esas horas alguien se deja caer por Brácana no es sinónimo de tranquilidad y, efectivamente, así fue. El que solicitaba asilo político en la República era nada más y nada menos que el Francisco Campanario 'El Maño'. Menudo personaje. Se excusó diciendo que venía de la reunión semanal de la Peña Flamenca El Lucero, de la que ha sido presidente durante muchos años. Había odio hablar de la República, por boca de la Reina Madre, que le aconsejó que un jueves se dejara caer por allí. Con semejantes credenciales, faltó una alfombra roja para que entrara en la sede, donde parecía que había estado toda su vida. Habló de su familia, de su historial laboral... y, como no, de flamenco. Ahí encontró un aliado de excepción en el Suerto, que se vino arriba, contribuyendo a transformar Brácana en el mismísimo tablao Los Gallos.


De los palos que allí se cantaron no voy a hablar, porque yo de flamenco sé más bien poco y puedo liarla. No obstante, sí me quedé con las jotas que se marcó el Maño, tirando de nostalgia de su tierra natal. El caso es que, como buena juerga flamenca, aquello se alargó más allá de la segunda hora más temprana del día, dejando el vino a un lado, y siguiendo con los tradicionales digestivos. Ni que decir tiene que se pegaron una fiesta de campeonato. No obstante, lo que más me preocupa, es que hablaron de organizar el primer festival flamenco de Brácana en la sede, para más adelante. Veremos en qué queda todo esto...

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