2 de mayo de 2018

2 de mayo de 2018 - Sin comentarios

Tertulia de largo recorrido

Jamás una tertulia fue tan agotadora como la vivida el pasado jueves.  Bueno, para qué vamos a engañarnos. En realidad, todas las reuniones semanales pasan factura en el plano físico porque, para seguir el ritmo bracanero, hay que tener buen fondo. Lo que pasa es que los invitados de la pasada semana van sobrados en ese sentido. Dos de ellos son boinas verdes como el Pichichi y el Juan Castillero. Cada año, ambos se dejan caer por la sede en torno al mes de noviembre, dándole una vuelta al cortijo, para pulsar el estado del personal y dejar emboquillada la peregrinación de primavera a La Fundi.


Estos dos elementos se sobran para darle forma a una noche de parranda, lo que pasa es que esta vez llegaron con refuerzos. El Roberto Boncompte, según pude escuchar, se apunta a un bombardeo, siempre que haya vino por medio. De hecho, el Paticorto y el Suerto, apuntillaron que no hay imágenes en Montilla Televisión de catas de vino, día del enoturismo o visitas a bodegas, en las que no aprezca el susodicho... por algo será.


Sería justo comenzar por la visita de los pequeños bracanaeros, que año tras año celebran su cumpleaños en Brácana. El Iván y El Hugo, vástagos de el Paticorto, acuden cada final del noviembre acompañados de su madre, la Marina, y de una tarta de chocolate con la que la savia bracanera se inicia el rito semanal. Da gusto verlos campando a sus anchas por la sede, lampando patatas fritas como si no hubiera mañana y, dicho sea de paso, sin que ninguno de mis compinches les meta entre pecho y espalda el primer copazo de su vida.
Así comenzó una noche en la que se habló mucho de senderismo, una vez que los dos pequeños y la Marina abandonaron la sede. El Pichichi, el Juan, el Roberto, y también el Suerto, forman parte del Club de Montaña Piedraluenga, de la vecina localidad de Montilla. Esto quiere decir, en román paladino, que son como cabras montesas. Se ponen cachondones con una buena montaña, una mochila y un bastón. Os podéis imaginar que allí el personal permanecía ajeno a las explicaciones de unos y otros porque, hombre, deportistas lo que se dice deportistas, los bracaneros no son mucho. El caso es que el deporte de la marcha -léase campestre, en la otra sí que mis colegas son unos figuras- da para muchas anécdotas, entre refugios de montaña, senderos, caminatas y colegas que se han en el camino -ojo, no confundir con el Rocío-.


Algún día me saltaré el secreto de sumario y daré cuenta de estas anécdotas, muchas de las cuales ruborizarían al más pintado. Pero hoy no es el caso porque el juramento realizado me impide dar más datos que los estrictamente necesarios para narras la Tertulia.
El caso es que se ve que el deporte da sed y hambre, aunque sólo sea de hablarlo. No me entra en mi pequeña cabecita una tertulia en la que esté el Juan Castillero, y en la que el colesterol no sea el protagonista: chorizo, morcilla y lomo a la plancha fueron los platos de la noche, junto a la ya nombrada tarta de los pequeños bracaneros y la tradicional bandeja de fruta que aporta el Pichichi... un crack !!!


De lo mucho que se habló, sólo me quedó clara una cosa, porque según fue avanzando la noche la tertulia se fue haciendo más ininteligible para mis cortas entendederas. Cristalina fue la invitación para la próxima primavera en La Fundi a la que, por cierto, se pega el Roberto... ya digo, otro figura para el album de cromos. Estaré atento a los movimientos porque, si hace dos años fueron a La Fundi con Fletcher como presente, a ver qué se averiguan esta vez.
Ah, se me olvidaba, también dejaron emboquillada la visita del fin de semana, al loro: el Bombi, el Chino y el Mono. Como en el chiste, tiene pinta de que, al final, conducirá la Guardia Civil.


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