5 de enero de 2020

5 de enero de 2020 - Sin comentarios

Septiembre a la buchaca

Después de un atípico mes de septiembre, en el que las bajas han sido habituales por diversos motivos, Brácana vuelve a la normalidad, encarando una larga temporada que se va a prolongar hasta el próximo verano. Aún así, el ritmo no para en la República y el jueves pasado se cerró el mes de septiembre con la visita de cinco nuevos invitados. En realidad, lo de nuevos habría que ponerlo en tela de juicio porque cuatro de ellos ya son reincidentes en estos de reunirse en la sede: el Chuchi, su hijo el Antonio, Paco el Llorón y el Rubén, yerno de este último.


El único que no había pisado aún Tierra Santa era el Pablo Hidalgo, alias Pauli, llegado de la mano de los invitados, pero también de algunos bracaneros con los que ha compartido labores profesionales en la mítico Lagar de Las Puentes. Ya sabéis, porque lo he contado en más de una ocasión, que la visita de algún miembro de la saga de los Chuchi es sinónimo de productos de matanza, vino de cosecha propia y cachondeo. Sobre todo destaco esto último.


El Antonio volvió a sacar todo su repertorio de chascarrillos y anécdotas porque, parece que a este hombre le ha pasado de todo en su vida, tanto personal como profesional. De hecho, volvieron a repasar una vez más sus andanzas por esos mundos del Cóndor Bendito de los Andes. Mientras, jalaban a mandíbula batiente queso, jamón y otras viandas de la tierra, para cerrar la noche con unas costillas en salsa, de esas que elevan el espíritu hasta límites insospechados. Como digo, buen rollo para cerrar el mes de septiembre y encarar en breve la temporada de otoño.


Según comentaron, se presenta movida porque después del verano la lista de bracanables -término empleado para todo aquel que reúne unas mínimas condiciones para engrosar la lista de embajadores- es amplia. Veremos lo que ocurre y aquí estaré yo para contarlo.

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