18 de enero de 2016

18 de enero de 2016 - Sin comentarios

Embajadores reincidentes

Como os había comentado la pasada semana, para este jueves había buenas sensaciones, porque volvía a la República el Miguel Salas, el Agustín Raigón 'Candiles' y el José Zafra. Si sois asiduos de esta bitácora, recordaréis al trio en cuestión tras su paso por la sede, hace ya año y medio. En aquella ocasión aquello fue un despiporre, guitarra incluida, con el Salitas y el Candiles a pleno pulmón, acompañados por mi amo. Esta vez no hubo acompañamiento musical, pero sí el buen rollo de estos tres boinas verdes de los saraos.
El caso es que la vuelta del trío estaba planificada desde hace tiempo pero, hasta ahora, no se conjuntaron los astros necesarios para llevarla a cabo. Todo venía motivado por un gesto de agradecimiento con el pueblo bracanero (léase una excusa para pegarse otro fiestón), mediante el cual los embajadores querían agradecer la invitación primera con un presente a modo de fotografía, que podéis ver a continuación.


La instantánea, con la inconfundible firma de el Maestro, incorpora todos los elementos que resumen el paso de los tres por Bracana. El vino, la guitarra y, como soporte de todo ello, el jamonero. Aprovechando que estaba escribiendo estas líneas, me dio por pedir opinión a algunos de mis compinches del limbo sobre el simbolismo de la fotografía. Todos coincidieron en que, a grandes rasgos, resume una noche de parranda a lo bestia, aunque sutilmente reflejado.
A lo largo de la noche se habló un poco de todo, pero me quedo con un par de apuntes que me parecen significativos. Por un lado mi corazón me dio un vuelco cuando el Maestro presentó el primer aceite de la República bajo el nombre Olibrácana ¡Joder! Lo primero que pensé es que tras la primera vendimia bracanera, habían cogido los fardos y habían hecho su propio aceite. El muy mamón, dio pelos y señales de las características del dorado elemento y de la variedad con la que había sido elaborado:
- El aceite picudo, se ha extraído con la variedad del mismo nombre, que también es conocida como carrasqueña de Córdoba. En Luque se la llama Pajarero porque se dice que su aceite es tan dulce que en el momento de la maduración los pájaros pican sus frutos. Es un aceite de gran dulzura que, por su composición en ácidos grasos, se coloca en la gama de aceites delicados ante la oxidación, por lo que se complementa con otras variedades como la picual.


El tio se pegó una perolata que me dejó con las garritas colgando. Lo peor de todo es que me la clavó hasta lo más profundo. Ni aceite bracanero ni picos de garzas. Bueno, sí. Aceite bracanero sí que es, pero estos tios no han tirado ni un faldo, ni le han pegado un palito a los olivos para hacer aceite. El mamonaso se había ido a la Coooperativa Nuestra Señora del Carmen de Almedinilla y se había agenciado una botella del aceite que elaboran en Brácana (pedanía de Almedinilla) bajo el nombre Olibrácana.
Ya con la duda resuelta, y todavía con la emoción en el cuerpo, entraron por la puerta el Paticorto, que llegaba tarde como siempre, y el Félix. Los dos venían preparados para pegarse un lingotasso antes de cubrir la pegada de carteles para las Elecciones a las cortes Generales en el vecino país de España. También os podéis hacer una idea sobre la forma en la que entraron: como victorinos por puerta de chiqueros. Si en vez de catavinos le hubieran puesto un barreño, se mojan hasta las cejas. En su descargo tengo que decir que manda cojones tener que coger la cámara y el micro a las doce la noche. Damos por bueno lo de coger imágenes y opiniones del inicio de la campaña, eso va incluido en el sueldo. Pero de ahí a tener que esperar hasta media noche, hay un paso. El caso es que ambos se unieron al resto del personal, ahogando las penas en vino y arroz.


En efecto, el ministro de alimentación se marcó un perolito nocturno, que cataron el Félix y el Paticorto a modo de avanzadilla, antes de poner pies en polvorosa.
Mientras ellos sufrían a pie de calle, con el inicio de la campaña, bracaneros y embajadores se enzarzaron en las más diversas conversaciones, mojadas pertinentemente en vino. Cuando alcanzaron el nivel óptimo, comenzaron las despedidas. Parecía que la noche tocaba a su fin, cuando el Félix y el Paticorto volvieron al lugar del crimen, una vez cumplida su labor. Reclamaban un trago para olvidar, que gentilmente les sirvió el ministro de alimentación mientras, muy a su pesar, aguantaba brecha en la sede, para calmar los ánimos de los 'recién' llegados.

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