20 de enero de 2016

20 de enero de 2016 - Sin comentarios

Siete años siete

Como quien no quiere la cosa, después de fiestas, jolgorios, algarabias variadas y sobre todo comida, mucha comida, ya hemos empezado el año 2016, sexto de la era bracanera, y séptimo si incluimos la génesis de las tertulias del callejón. Todo esto lo digo porque el pasado jueves mis compinches se reunieron con motivo del nuevo año, en una tertulia tranquilita en la que, esta vez sí, no tengo mucho que contar. Se ve que la Navidad ha pasado factura, como demuestra el hilillo de voz con el que trató de dirigirse al personal el ministro de alimentación.


Aunque la actividad bracanera ha sido mínima durante las dos últimas semanas, pensaba que el personal cogería con ganas la vuelta la sede. Lo hicieron, pero con el freno de mano echado, visiblemente doloridos por las comilonas y bebilonas de la Navidad. Aún así, el reencuentro ha servido para sentar las bases, planificar salidas futuras (Cuesta Blanca, Convento de Santa Clara...) que están sobre la mesa y a la que habrá que ir dando forma. Sinceramente, cuando el personal comienza en calma, quiere decir que en seguida llegará la tempestad. Ya se que era al revés pero, como dijo Pitágoras, el orden de los factores no altera el producto. Y ya se sabe que el producto no es otro que la parranda vinatera y gastronómica, acompañados de amigos.
Por cierto, que el jueves que vienen llegan los primeros embajadores del año, de la mano de el Abertxale. Serán bien recibidos como siempre e inaugurarán el séptimo año bracanero: BRÁCANA 7.0

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