19 de enero de 2016

19 de enero de 2016 - Sin comentarios

Se acabó el 2015

Hoy voy a resumir las tres últimas quedadas bracanera en una. La razón principal no es otra que ahorrar esfuerzos, que uno ya no está para hacer esfuerzos de manera extraordinaria. Aunque, a decir verdad, lo más significativo de la agenda bracanera en las últimas semanas tuvo lugar con la celebración de la Nochevieja el pasado día 17. Sí, como lo estáis leyendo. Los tios, ni cortos ni perezosos, se han adelantado dos semanas al fin de año del común de los mortales. Cuando digo que esto es una puta anarquía, igual me quedo corto.
El jueves anterior quedaron solos en la sede, preparando precisamente el sarao previsto para la teórica última quedada del año. Digo teórica porque, en realidad, a la semana siguiente, todavía en el año 2015, volvieron a quedar en martes para matar el gusanillo. El motivo de adelantar tanto las fechas es que este año tanto el día 24 como el 31 han caído en jueves, jornada festiva en Brácana. Y claro, a ver quién de los nueve es capaz de decirle a sus familias y respectivas que igual llegan tarde a la cena. Pero bueno, a lo que vamos. Poco hay que decir de la reunión previa a la celebración de la Nochevieja, salvo que una semana más se pusieron como a nadie le importa de vino.


Centrándonos ya en el día de marras, mi sorpresa fue mayúscula cuando entré en la sede poco antes de las 21:00, por una rendija que existe entre el tubo de extracción de humos y el techo. Todavía no había aparecido nadie pero pude comprobar que este año se lo han currado con una decoración propia de la Navidad: cadenetas, guirnaldas y círculos con los colores de la República, luces... Aquello hacía presagiar una nueva noche para enmarcar como definitivamente fue. Poco antes de las nueve llegó a Brácana la primera andanada de mis compinches. Esta vez, Paticorto incluido, tengo que reconocer que la puntualidad fue exquisita. Mientras compartían opiniones sobre la decoración navideña, y tras apaciguar los ánimos con unas cervecitas, el vino comenzó a rular por el entorno, mientras el ministro de alimentación afilaba cuchillos. Entre tapitas en barra, gambas y otros menesteres, dieron las once de la noche y comenzó la emisión especial preparada por Onda Brácana Antena Pirenáica para la Nochevieja.


 Entre Gloria Gaymor, Village People y demás grupos que pude escuchar, el ambiente se fue calentando de manera progresiva, sobre todo cuando el ministro de alimentación anunció que la comida estaba preparada, saliendo de la cocina portando un hermoso perol de arroz con bogavante. Digo esto para que os hagáis una idea del homenaje gastronómico que se pegaron porque, si atendemos a la nomenclatura que allí se dio al plato estrella de la noche, no daríais pie con bola. Me explico. Cuando salió la perola hubo alguien que dijo, y no voy a citar nombres aunque imagino que sabréis quién fue:
- Coño, arroz con nigradante.
Al menos algo así fue lo que yo entendí. El personal puso cara de asombro ante tal denominación aunque mejor aún fue la explicación.
- Pues eso, el agravante, el bicho ese que hay encima del arroz.
El descojone del personal fue en aumento, ya con sorna incluida, añadiendo palabros cada vez más surrealistas como:
- Eso, eso con desengrasante.


El caso es que del nigradante, agravante o desengrasante, no dejaron nada más que la cáscara, porque el Pepeluí ya había vaciado el bicho. Si lo deja entero, no queda ni el caparazón. Ya con la panza bien repleta llegó el anuncio de que en breve comenzarían las doce campanadas desde la Plaza Mayor del Limbo. Por ello, en Brácana se prepararon las doce pasas de la potra, que llevaban reposando en brandy algo así como un mes y medio, según pude escuchar. Cuando bajó el carrillón hubo moines de todos los colores pero, los mu cabrones, apuraron las pasas, e incluso tuvieron tiempo después para beberse el brandy sobrante.
Con la entrada del nuevo año bracanero, que cada doce meses cae en día diferentes para despistar al personal, se desató la euforia. El Ahijao trincó una botella de sidra poniendo al personal de esta bebida hasta los mismísimos compañones. Mientras, en la barra se preparaba champagne del güeno para brindar por el nuevo año. Comenzó la fiesta, el baile y el despiporre general del que, una vez más, debo omitir detalles para no herir sensibilidades. Lo que sí diré es que la cosa se alargó más de lo previsto, incluso con coreografía de baile entre los que siempre cierran Brácana, ya con escoba en mano.


Por cierto, se me olvidaba. A mitad de fiesta pasó por la sede el Mejías Chico que, creo que por primera vez en su vida sintió miedo de verdad. Se llevó la ovación de la noche entre gritos, empujones y algún que otro improperio, que hizo que el susodicho dijera aquello de pies para que os quiero, abandonando Brácana como alma que lleva el diablo.
A la semana siguiente no hubo quedada el jueves, pero sí el martes, porque estos no perdonan una. Fue una cosita tranquila, así que tampoco hay mucho que contar. En definitiva, que se cierra un nuevo año bracanero, el sexto si contamos las tertulias del callejón. Aunque semanas atrás la cosa se puso fea, esta gente se rearma como si fuera un Transformer de esos de las películas, y sigue reinventando semana a semana esta bendita locura ¡ECHA VINO MONTAÑÉS, QUE ESTO PARECE UN YESAL!


0 comentarios:

Publicar un comentario