10-4-25. AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS DEL BAR PARAISO
Abril traía consigo en este dos mil veinticinco la Semana Santa, y eso
ralentiza la actividad bracanera, si a eso le unimos que un jueves queda
exclusivo para ellos, pues como digo resultó ser un mes flojete en lo que
respecta a la afluencia de invitados. Pero como suele decirse que lo bueno si
breve dos veces bueno, pues dos tertulias con invitados y dos veces buenas, o
muy buenas en este caso.
Hubo que irse hasta la segunda semana (jueves 10) para arrancar motores
con invitados, en este caso un par de ellos ya sabían por dónde iban los tiros
en el oeste bracanero. Se trataba de Miguelito Feria, sí, el mismo que se gana
la vida poniendo a la gente a corre y andar. Vaya crack, y José Cruz,que
llegaron como maestros de un nobel. Ni más ni menos que Antonio Pizarro Chacón.
Dicho así, pocos le pondrán cara, pero si decimos Antonio el del Bar Paraiso,
todo queda ordenado. Llegó con ganas de participar de algo que tantas veces
había oído hablar, y para no desentonas lo hizo con un bandejón de flamenquines
con champiñón, plato estrella del Paraiso, a donde devolvió a los bracaneros,
que al amparo de los flamenquines y el vino retrocedieron en el tiempo a golpe
de estocadas a la bandeja. Antonio disfrutó de lo lindo, tanto o más que el
personal, y desveló secretos que pocos sabían, como que lleva sangre de
conquistadores, de ahí su apellido Pizarro.

Luego mientras tomaban los
digestivos correspondientes el ramillete de anécdotas de aquellos años ligados
al bar no cesaron. Y es que Antonio, la Mari, el Juanito y la Loli, escribieron
con letras mayúsculas la evolución del día a día en el barrio de las Casas
Nuevas. Por allí pasó todo quisqui, cada uno con sus penas y con sus alegrías,
en donde no solo encontraban comida y bebida, más de uno tenía en esta
cuadrilla la sesión de psicología y amistad que andaban buscando.

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