

20-3-25. RAFALITO RODRIGUEZ PANADERO EL GENTLEMAN MONTILLANO
Cumpliendo con la tradición de visitar haciendas, bodegas, lugares vinícolas, y chisnacles relacionados con los caldos de nuestra tierra, la excursión correspondiente al mes de Marzo tuvo un destino genuino y diferencial, al igual que su inquilino. Se trataba de cobrar una invitación que parecía dormida en el tiempo, pero que como todo llega, pues tuvo su momento el tercer jueves del mes (jueves 20). Tal día, como ese y bajo una intensa y constante lluvia, pusieron rumbo a la Hacienda de Rafalito Rodríguez Panadero, un verdadero caballero español en todos los sentidos. Su pasado como hombre de vinos allende los mares en representación de Bodegas Alvear, le hizo cultivar escenarios y pasajes llenos de sabiduría y buen hacer. Ahora en su retiro campestre disfruta con las pequeñas grandes cosas que le han hecho darle el sentido justo a la vida. Y en ese maravilloso transito que vive con intensidad, disfruta compartiendo su entorno y sus vivencias con los que son de su misma cuerda.
Y claro, en este aspecto los bracaneros suelen ser gente muy receptiva a todas las experiencias y aprendizajes que puedan disfrutar alrededor del mundo del vino. Y en esta ocasión el entorno fue idílico, ya que Rafalito abrió de par en par las puertas de su hacienda, desde la cocina donde se centro el grueso fuerte de la velada hasta un salón eternamente acogedor donde el piano de cola es el protagonista, invitando de forma sigilosa a disfrutar de buena lectura, buena música o simplemente de un buen amontillado viejo.
La noche fue sumando conversación con anécdotas, vino y exquisitos manjares. Terreno este donde los bracaneros se manejan a la perfección, al igual que los acompañantes que quisieron disfrutar del momento. Entre ellos estaba Manolo Cabello más conocido como “el lin”, que tuvo la oportunidad durante muchos años de compartir carrera de la vida y de trabajo con el anfitrión. Tampoco se quiso perder la velada el “pichichi”, bracanero de pró al que solo le faltan los papeles, y a la ecuación hubo que sumar a un tal “David” llegado desde polonia (es decir las cataluñas). Al parecer es primo o sobrino, no que quedó muy claro, del silencioso y mi amo. Como quiera que fuere el tío flipó, y la comunión bracanera vino a ser algo así como el culmen a un viaje por tierras montillanas de las que está impregnado en sus raíces. Comió, bebió y alternó a buen ritmo demostrando así que el mundo festivo no le queda grande. Es más fue partícipe ya en la retirada en la sede, del descalabro que sufrió el paraguas de la señora de la Pantera de la ITV, (como se puede observar en la foto) concretamente en el mango, que quedó a la mode.
Como digo y desde mi atalaya del limbo a la vuelta de la noche compartida, tuve la sensación de volar por otros mundos, donde la pausa, la conexión con la naturaleza y lo simple y a la vez fundamental me alimentó tanto como a ellos.
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