3 de enero de 2017

3 de enero de 2017 - Sin comentarios

Relaciones internacionales

El jueves pasado se lió traca de la buena en la República. Hasta cinco embajadores se dejaron caer por la sede, equilibrando un jueves más, de manera peligrosa, el número de habitantes censados en Brácana, con el de visitantes eventuales. Bueno, he dicho cinco pero podría decir que a lo largo de la noche pasaron por allí dos invitados más, además de los pequeños bracaneros que cumplieron con la cita de celebrar su cumpleaños en Tierra Santa. El Iván y el Hugo, vástagos de el Paticorto de las Ondas, llegaron acompañados de la Marina, tarta de chocolate Bracacumple en mano. Eso sí, como ya la hora avanzaba, fue soplar las velas y poner pies en polvorosa, rumbo al catre.


Pero a lo que vamos. El pasado jueves fue la jornada más intensa que se recuerda en la República, en cuanto a relaciones internacionales. Por un lado, el alcalde de Montilla, el Rafa Llamas, acudió a la invitación bracanera, para conocer de primera mano el sistema de funcionamiento bracanero, sin paro y con superávit económico. Imagino que el hombre querrá aplicar las técnicas del personal en la vecina ciudad de Montilla. De algo sí que estoy seguro. Si lo hace, allí se lo van a pasar de cojones. Además de la presencia de el Rafa Llamas, el jueves fue un día histórico ya que por primera vez pisó Tierra Santa un hijo de la Gran Bretaña. El Steve Croasdale lleva años por Montilla y acudió pidiendo pasaporte bracanero, una vez que los británicos han pedido salirse de la Unión Europea. Pasaporte no pilló, pero vino se llevó en el cuerpo pa dar y rabiar. Esto nos lleva al resto de invitados de la noche, que ya conoceréis de parrandas anteriores. El Pichichi llegó junto al gran Juan Castillero, que fue el que aportó el vino de la noche. Por si fuera poco, el Fernando Giménez se dejó caer también por la sede, cerrando un grupo variopinto.


Sirva esta exposición para que hagáis volar vuestra imaginación con los temas de conversación que allí surgieron. Con el alcalde se trataron temas políticos de la vecina ciudad de Montilla, además de la posibilidad de gestionar alguna ampliación urbanística de la sede, por supuesto sin licencias de por medio. Con el Steve hablaron del Brexit, razón última por la que solicitó asilo político, y también de las diferencias entre los británicos y españoles. Con el Juan Castillero os podéis imaginar, y con el Fernando Giménez le dieron una vuelta más al mundo del vino. El personal iba en cuarta, apurando ya para quinta, cuando entraron por la puerta el José Antonio Bellido y el Antonio, el primero concejal de Participación Ciudadana de Montilla y el segundo miembro de la Asociación de Vecinos Cerrillo San José.


Si sumáis salen siete invitados por ocho bracaneros, teniendo en cuenta la baja de el Ligre. Fue una entrada por salida, regada pertinentemente con Fino La Fundi de bota, aunque provocó momentos de pánico en la zona de fogones, ante la avalancha de bocas hambrientas. Por ciento, que de jatería anduvo bien la cosa. El Juan Castillero aportó mejillones al vapor, un surtido de embutidos y las morcillas y chorizos pertinentes con los que agradece año tras año la invitación. A esto hay que unir el arrocito preparado por el ministro de alimentación, y los dulces que trajo el Steve para cerrar una extensa noche culinaria.


En fin, poco más que contar. Brácana sigue ampliando horizontes y extendiendo sus lazos diplomáticos con países limítrofes e incluso de más allá de la península. Decididamente, esto se nos va de las manos...

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