25 de junio de 2015

25 de junio de 2015 - Sin comentarios

El yernaco y sus colegas

Bueno, bueno. Pues como quien no quiere la cosa, nos hemos metido ya a mediados del mes de abril, con nuevos embajadores para la República. En realidad, aunque el trio llegado el pasado jueves a la sede, ponía pie por primera vez en Tierra Santa, se puede decir que son conocidos de Brácana: unos por sus raíces sanguíneas con anteriores embajadores y otros porque en breve pasarán a formar parte de la familia bracanera, aunque sólo sea con lazos políticos. A ver si me explico. El Juan Manuel Lora será en un futuro, no sé si muy lejano o cercano, consorte de la hija del Pepeluí, de ahí que el ministro de alimentación no le quitó ojo durante toda la noche, por si hubiera algo que censurar más adelante. Llegó a Brácana acompañado de dos colegas, el José Polonio y el Miguel Cruz, hijo éste último del célebre enólogo y embajador bracanero, del mismo nombre. Como podéis pensar, a lo largo de toda la noche el centro de muchas de las bromas que se oyeron fueron para el Ministro de Alimentación, en relación al yernaco. No obstante, tengo que reconocer que el hombre aguantó con compostura y no perdió la compostura en toda la noche. Imagino que si el suegro no hubiera estado por allí, otro gallo habría cantado.


Además de estos nuevos embajadores, la velada contó con la siempre agradable presencia de el Fernando Giménez. Supongo que los asiduos de este blog estarías pensado... ¿otra vez? Pero claro, ya se sabe que donde manda patrón... sobran grumetes y, en este caso, los grumetes están encantados de que la cabeza visible de la dinastía vecina de los Alvear ,visite cuando le salga de los compañones la República. Además, la visita esta vez estaba justificada porque en realidad fue una pequeña encerrona. El caso es que el Fernando ha sido recientemente abuelo. La cara se le ilumina cuando hablar de la criatura y, por ello, mis colegas decidieron tener un pequeño presente para él -un babero para ser exactos- y también para el vástago -que fue agasajado con algunos elementos netamente infantiles-.


En esta ocasión el vino que se bebió fue de Lagar Cruz, dando prueba de que mis compinches saben a quién invitar cada jueves. Tan preciado elixir, sirvió para falagar las delicadas exquisiteces culinarias con las que una semana más acalló bocas el ministerio de alimentación. Jamón, bacalado frito y langostinos con huevos de codorniz, sirvieron de hilo conductor para una nueva noche de charla en torno al vino.


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