25 de junio de 2015

25 de junio de 2015 - Sin comentarios

Preparando la peregrinación

Como prometí la semana pasada, aquí estoy para seguir narrando historia bracaneras, que se suceden jueves a jueves. Aunque sé que muchos de uestedes estáis esperando el contenido del Consejo de Ministros, ya os adelanto que del tema morboso, no habrá nada de nada. Me acojo al derecho del secreto de sumario.
Lo que sí contaré, con cierto detalle, es la segunda quedada del mes de abril, que tuvo como visitantes a dos ilustres de Brácana como el Pichichi y el Juan Castillero. La visita de abmos responde a los preparativos de la próxima peregrinación a La Fundi, prevista para finales de mes. Tiene pinta de que va a ser un fiestón de los gordos, como ha sucedido en los años anteriores y, como muestra, el Juan y el Pichichi bascularon en Brácana toda suerte de vianadas y vinos, para que el personal babeara, pensando ya en la marcha.


El caso es que este año quieren hacer una peregrinación como manda el Cóndor bendito de los Andes. Lo que quiero decir es que pretenden tirarle para Montalbán a pie, con unos litracos de vino y unas tapillas por si las fuerzan flaquean. Aquí se generó un agrio debate entre los que estaban a favor de la iniciativa ylos que se rajaron del tirón, argumentando que alguien tendría que estar alllí poara recibir a los andarines con honores. En el primer bando tengo que destacar a los dos invitados, al Pijo del pádel, el Ligre, el Niño y el Quini, entre otros. La otra cara de la moneda la ponen mi amo, el Silencioso o el Paticorto, que no piensan pegar la caminata por nada del mundo. Para evitar peleas, que en Brácana siempre se solucionan con una buena copa de vino, han acordado que los rajaos (bando con el que se conoce a los que irán en coche, evidentemente puesto por el resto) se irán en vehículo y esperarán en la Fundi a los zumbaos (grupo con el que se conoce a los que irán a pie). El caso es que el trayecto tiene su allá, porque irán para Montalbán por el Camino de los vinateros, una vía que antiguamente utilizaban los comerciantes de vino, para llevar el líquido elemento hasta Montalbán y otros pueblos de la Campiña cordobesa. Visto lo visto, lo que seguro que no faltará en la ruta es precisamente, lo que da nombre al camino.... el vino.


Mientras perfilaban el viaje, también hablaron de otros asuntos como los montañeros muertos en Marruecos o el llamativo color naranja de las zapatillas con las que aterrizó en Brácana el Juan. Además de todo ello, se jalaron varios platos de jamón, chorizo de Montalbán en rama, chorizo al Montilla, un perol de arroz con pollo y, para rematar, un surtido de frutas ¡Como un día se hagan una analítica, van a flipar! Obviamente, todos estos manjares estuvieron pertinentemente regados con Fino La Fundi, en diferentes estadios de crianza.


Por cierto, que el Silencioso apareció en la sede con la cuarta entrega de la Enciclopedia de Brácana, que recoge todas las historias que me encargo de contar semana a semana. Así que dentro de unos días os cuento más, para próximas entregas de este compendio de vino, anécdotas y, sobre todo, buen rollo.

0 comentarios:

Publicar un comentario