24 de julio de 2016

24 de julio de 2016 - Sin comentarios

Hasta los cojones de elecciones

Pues sí, otra vez están de elecciones en la vecina monarquía parlamentaria de España, sólo que esta vez con el agravante de que la campaña electoral coincide con el periodo de reflexión del pueblo bracanero. Aunque los comicios presidenciales de la República estaban previstos para el 23 de junio, siempre cerca del día de San Juan, finalmente se celebrarán el día 16. Este dato se deja notar en el ambiente porque ya sabéis que todos los ciudadanos de Brácana optan al cargo de presidente, mediante el sistema de listas abiertas. Vamos, que todos son candidatos, con la posibilidad incluso de votarse a sí mismos. El caso es que el pasado jueves, a una semana de una nueva cita con las urnas bracaneras, se dio el pistoletazo de salida a la campaña electoral en España, que ya es casualidad, seis meses después de que los españoles eligieran a sus representantes en el Congreso y el Senado. Si es que, como dicen mis colegas, son unos mamarrachos, que no sirven ni para hacer la o con un canuto, Vale que son grupos con ideologías antagónicas, que se han dicho perros judios en todo este tiempo. Pero ya les vale, como dicen en Brácana: negociar durante meses para no llegar a ningún acuerdo y, de paso, llevárselo calentito, es de tener la cara como el cemento armado. Afortunadamente, mis compinches se lo montan mejor y, vino mediante, tardan en ponerse de acuerdo lo justo. Aún recuerdo como en las últimas elecciones el Ligre se impuso a el Maestro a pares y nones, sin necesidad de convocar nuevos comicios. El que no se arregla con el contrario, es porque no quiere.


Dicho esto, no me voy a detener mucho en la crónica de la pasada semana, en la que hubo nuevos embajadores, que ya llevaban tiempo sonando en los mentideros bracaneros. Los hermanos Roldán -Antonio y Juan Carlos- orihundos del mítico Molino del Toro, pasasron por la sede acompañados de el Miguel Pérez, y de el Manolo Cabeza, que ya vivió meses atrás, en primera persona, las virtudes y defectos de los jueves bracaneros. A ellos tengo que sumar una vez más la presencia guadianera de el Félix. Digo esto porque el tio aparecía y desaparecía el jueves como por arte de magia, acompañado por el Paticorto de las Ondas. El Comando Ja, como ellos se autodeminan, hacían guardia en la noche del jueves para la EMTIVI, cubriendo la pegada de carteles del inicio de la campaña electoral. Por ello, se pusieron en cuarta a primera hora, más que todo para aguantar el tirón posterior, y tras cubrir el citado evento, volvieron en la sede para rematar en tablas junto al ministro de alimentación. A decir verdad, esto ya ni es noticia. De todas formas, el resto de invitados no desaprovechason ni un minuto de su estancia en Brácana, para departir experiencias y recuerdos, y emular los ritos semanales de ponerse tiernos a comer y beber buen vino fino.


Precisamente, de jatería estuvo la cosa sobrada. Después de las habituales tapitas en barra, le metieron mano a un chorizo al Montilla -no confundir con meterle mano a un chorizo de Montilla-. Tras este tentempié, que diría el ministro de alimentación, los embajadores innovaron con un gazpacho blanco con queso que, como en los toros, provocó división de opiniones. El plato fuerte de la noche tuvo un concienzudo proceso de elaboración. Dersde que el aceite, el ajo y la sal, comenzaron a emulsionar en el mortero, guiados por las sabias manos de el Pepeluí, hasta que aquello se convirtió en un picaillo campero, pasó un tiempo. Y claro, como todo lo bueno se hace esperar, los sopones en la salsa terminaron con un manjar culinario tan simple como espectacular.
No voy a extenderme más por hoy, porque quiero descansar de cara a la próxima semana en la que habrá emociones fuertes. Voy sacando entrada VIP para el espectáculo que esperar en la Hacienda el Rebelde, donde se celebrarán las elecciones presidencias y se volverá a bailar alrededor de la hoguera para alejar los malos rollos. Ya os contaré el resultado que arrojan las urnas y si hubiera o hubiese pucherazo, sorpasso, o como cojones se llame ahora al recuento electoral.


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