12 de julio de 2016

12 de julio de 2016 - Sin comentarios

Temporada de caracoles

Era cuestión de tiempo que los caracoles llegarán a Brácana, como ya se están sirviendo en muchos garitos de toda la provincia de Córdoba. Así que aprovechando la visita de un embajador veterano como el Cholo, que regenta uno de los tabernáculos míticos como el Bar El Caminillo, en la vecina localidad de Montilla, había que aprovechar el momento. Como digo, cada año por el mes de mayo empieza la temporada de moluscos gasterópodos y a ella se sumaron mis compinches el jueves pasado. El Cholo, compañero de parrandas de algunos de los bracaneros en su época de juventud, estuvo secundado por dos embajadores noveles como el Manolo Merino, árbitro de ping-pong, y del José Sojo, además del Carlitos Gracia. Éste se dejó caer por la sede, para sondear los detalles del próximo Open de Pádel que se celebrará en la Hacienda el Rebelde y ya de paso, pegarse unos cancanassos con el personal.


Uno de los detalles de la noche que no puedo pasar por alto, es el incremento del patrimonio bracanero. No lo había comentado en semanas anteriores, pero la nevera que inauguró la sede, a la par que mis colegas, ha muerto. Fue recordada como se merece porque ha realizado números servicios para la causa, enfriando jatería y bebercio sin pedir más a cambio que una triste conexión eléctrica. Pero claro, como a rey muerto, rey puesto, en este caso a nevera muerta, frigorífico nuevo.


Como decía anteriomente, la visita de los nuevos y de los embajadores veteranos, transcurrió entre anécdotas de juventud, aprovechando la presencia de el Cholo.  Se habló de fútbol, de ciclismo, de colocones... pero me detengo en los detalles aportados sobre el apodo de el Rafa, que así es como se llama el Cholo. El caso es que según parece, fue Pepe Castro el que bautizó al susodicho con el sobrenombre de Albondiguilla. Evidentemente, no era completamente de su gusto, así que la cosa derivó enel Bondi. Fue a mediados de los 80 cuando la cosa cambió de manera definitiva. Por aquel entonces, debutó en el Real Madrid el delantero José Ángel Ruiz López, apodado futbolísticamente como Cholo. Al parecer, en una pachanga, el Bondi firmó una jugada muy similar a otra que había realizado el Cholo en el campeonato liguero y, claro, era cuestión de tiempo que el personal encontrara una similitud. Lo gracioso del tema es que el Cholo, el de el Bar el Caminillo, hizo prometer a sus colegas que se acabó lo de Albondiguilla, para pasar a ser conocido como el Cholo. No deja de tener gracia que un culé confeso tenga el apodo de un futbolista merengue.


He de reconocer que fue una noche de buen rollo y, como no, de vino y comida pa reventar. El líquido elemento corrió por cuenta de Brácana, pero los aperitivos fueron aportados por los embajadores. Además de los caracoles ya mentados, rularon sin compasión por la barra, platos de queso de Zuheros, de cabeza de cerdo, de salchichón y de aceitunas. Para rematar, el ministro de alimentación volvió a dejar la personal flipando, con una patas con huevo y gular, para cerrar la noche con unas uvas como postre.


Como es lógico, no faltaron los digestivos, con los que se echó la llave a la sede hasta el jueves que viene. Si no me falla la memoria, en el consejo de ministros se habló de que vienen los colegas del Ahijao... juventud divino tesoro o lo que es lo mismo: fiestón asegurado.

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